Venezuela y su flexibilización del dólar están por dar marcha atrás

El control cambiario parecía haber quedado en el pasado, hasta el más reciente anuncio de Nicolás Maduro sobre la planificación de un nuevo sistema

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Caracas — El fantasma del control cambiario se cierne nuevamente sobre Venezuela tras cuatro años y medio de flexibilización en el uso de divisas, que ha dado pie a una dolarización de facto avalada por la administración de Nicolás Maduro, que ahora planea un nuevo sistema de cambio.

Las recientes fluctuaciones en el tipo de cambio, con una pérdida del valor del bolívar en 73% durante el último año, obligó al gobierno chavista a replantearse medidas económicas, que aunque no han sido formalizadas, están en planificación para ser ejecutadas este 2023, como lo han confirmado sus actores.

A finales del año pasado, Maduro se refirió al incremento en la tasa de cambio, y ordenó a su equipo económico aplicar medidas que alcanzaran la defensa de la moneda local y el mercado cambiario a través de un comercio sano, que a su juicio, estaba siendo atacado por mafias desde Miami.

Aunque tales decisiones no fueron comunicadas a la población, días antes se había publicado desde las redes oficiales de la Superintendencia para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (Sundde) un listado con precios regulatorios para al menos 40 productos alimenticios, que luego fue removida, y se creía parte del plan.

Este 1 de enero, en una entrevista con el periodista Ignacio Ramonet, el mandatario venezolano retomó el asunto y aseguró que el aumento del tipo de cambio en el mercado paralelo sería controlado a través de un nuevo sistema cambiario, en conjunto con todos los sectores económicos.

“Nosotros vamos a controlar esa situación, el país va a construir, el país, todos los sectores económicos y el Gobierno vamos a construir un sistema cambiario estable, a defender la moneda y que la economía funcione con circuitos virtuosos de aquí en adelante, esa perturbación, esa herida también la vamos a curar”, dijo Maduro, quien también se refirió a la recuperación económica en el país tras años de hiperinflación.

El control cambiario en Venezuela, que había sido ejecutado por su sucesor Hugo Chávez desde 2003 para evitar fuga de capitales, trajo consigo una profunda distorsión de los mercados, la profundización del modelo rentista petrolero y una devaluación de la moneda sin precedentes, según organizaciones como el Centro de Divulgación del Conocimiento Económico (Cedice).

En 2018, la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) modificó las reglas con la aprobación de una ley que relajaba el estricto control cambiario, llevada a discusión por el vicepresidente de Maduro en ese entonces, Tareck El Aissami, ahora ministro de Petróleo.

El decreto facilitaba que cualquier persona pudiera hacer operaciones cambiarias legales bajo el amparo de la Constitución sin que incurran en ningún tipo de ilícito.

A principios de 2021, cuando las transacciones en divisas representaban más del 55% de las operaciones en todo el país, Maduro anunció que los bancos venezolanos podrían empezar a recibir depósitos en divisas y facilitar su uso para el pago de bienes y servicios.

El uso del dólar se hizo cada vez más frecuente y la brecha entre el mercado oficial y paralelo logró ser controlada con una medida cambiaria impulsada desde el Banco Central de Venezuela, con la asignación de divisas entre US$80 millones y US$120 millones semanales, a lo largo del 2022, la que fue calificada de superficial e insostenible por algunos economistas.

El elevado gasto público para finales de año y la imposibilidad de atenderlo desde el BCV con mayor inyección de dólares a la banca, revirtió la estabilización y encendió las alarmas para la administración de Maduro.

El nuevo sistema cambiario, sin mayores especificaciones, promete hasta el momento sumarse a la reforma de Ley del Impuesto a las Grandes Transacciones Financieras (IGTF) aprobada en la Asamblea Nacional electa en 2020, de mayoría chavista, durante el primer trimestre de 2022, que puso mano a los ingresos por divisas y el cobro de una alícuota entre 3% y 20% por operación.

Las restricciones para el uso del dólar, bajo el argumento para recuperar el bolívar, parecen asomarse otra vez entre las propuestas del chavismo, con mecanismos de control que ya han sido utilizados en el pasado, con poco o ningún resultado favorable.