Joe Biden inicia un largo y necesario adiós

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Joseph Robinette Biden Jr., que durante décadas aspiró a la Casa Blanca y se convirtió en el 46º presidente de EE.UU. en la recta final de su trayectoria, se sube este lunes por la noche al escenario de Chicago para participar en la muy pública escenificación de su despedida.

En un principio, la Convención Nacional Demócrata, que se inicia esta noche, debía ser para Biden, al que estaban reservados la pompa y los mensajes más importantes del evento. No obstante, su nefasto debate con Donald Trump a final de junio modificó la situación y le forzó a abandonar la carrera presidencial para este año.

Actualmente, es el acto inaugural de un dramático, precipitadamente montado e incierto teatro político que culminará este jueves por la noche cuando la vicepresidenta Kamala Harris resulte oficialmente ungida como su posible sucesora.

Biden tardó en pasar la batuta en las primeras y caóticas semanas que siguieron al debate, y casi esperó demasiado para hacerse a un lado. Se necesitaron empujones, de la representante Nancy Pelosi, entre otros, y un reconocimiento del daño que estaba ocasionando a los demócratas más votados, para que avanzase.

No obstante, se movió. Y la retirada de Biden, acentuada por su aparición de esta noche, ofrece lecciones de política que tanto los funcionarios públicos como los votantes harían bien en asimilar.

Se ha necesitado gracia, madurez y generosidad para que Biden se retire. Su partida también ha estado acompañada de cierto resentimiento.

Según informa Politico, Biden le ha comentado al menos a un alto funcionario de la Casa Blanca que califica a Pelosi como “despiadada” porque contribuyó a fraguar su abdicación.

Otros le describen como contrariado por el hecho de que el expresidente Barack Obama no le apoyara con más firmeza tras el fracaso del debate. Y, según Politico, “aún guarda cierta irritación hacia los miembros de su propio partido que considera que le echaron”.

Todo esto es comprensible. Un legislador concienzudo y de larga trayectoria que tuvo una presidencia fuerte tiene derecho a creer que merecía un final menos ignominioso. Pero su dilema fue enteramente de su propia creación. La arrogancia socavó a Biden tanto como cualquier otra cosa.

Si no se hubiera visto a sí mismo como el demócrata más capaz de batirse a duelo con Trump, una perspectiva que desmienten las encuestas y la electricidad que ahora rodea la candidatura de Harris, podría haber reevaluado metódicamente el panorama hace un año o así.

Si Biden hubiera sido más honesto consigo mismo en aquel entonces, en particular respecto de los obstáculos que presentaban su edad y sus capacidades reducidas, podría haber orquestado el final de su presidencia. En cambio, desvió la mirada de la realidad y de las necesidades de los votantes. Entonces la realidad intervino.

Cuando se escriba la historia completa de los últimos meses de Biden en el cargo, será interesante ver si algunos miembros del santuario íntimo de la Casa Blanca vieron el debate de Trump como una herramienta eficaz para desbancar al presidente después de que los halagos y la razón no hubieran funcionado.

Ser humillado en público es una medicina dura para cualquiera, pero Biden dejó con pocas alternativas a quienes se centraban en la amenaza de Trump y en una batalla presidencial exitosa.

Por supuesto, es despiadado. También es necesario a veces porque la política es un negocio despiadado y el poder puede escapar a los débiles de corazón, verdades que los demócratas tienden a ignorar u olvidar mucho más a menudo que los republicanos.

Así que hay que quitarse el sombrero ante Pelosi. Ella ayudó a generar un cambio radical en las elecciones que revitalizó las posibilidades de su partido y le abrió la puerta a Harris, una candidata transformadora que hasta ahora ha demostrado estar a la altura de una tarea inesperada y monumental.

Pelosi sembró el revuelo poco después de la debacle del debate de Biden cuando apareció en la televisión para decir que estaba “sorprendida” por la actuación del presidente y que él tendría que decidir si era prudente seguir en la carrera.

“Realmente quería que tomara una decisión para una mejor campaña, porque no estaban enfrentando el hecho de lo que estaba sucediendo”, le dijo más tarde a The New Yorker. “No podíamos ver que se fuera al traste, porque Trump iba a ser presidente y luego iba a tomar la Cámara de Representantes. ¡Imagínense! ¡Imagínense cómo sería eso! Bueno, no tenemos que imaginarlo. Lo vimos”.

En la entrevista, ella se adentró un poco más en el tema. “Nunca me ha impresionado tanto su operación política”, dijo. “Ganaron la Casa Blanca. Bravo. Pero mi preocupación era: esto no va a suceder y tenemos que tomar una decisión para que esto suceda. El presidente tiene que tomar la decisión para que eso suceda”.

Pelosi ayudó a Biden a tomar la decisión correcta, por el bien del partido, del electorado y de la democracia. Así es como se hace. Los partidos políticos sanos deberían funcionar de esta manera, y la velocidad y la agudeza con que se armó posteriormente la campaña de Harris dan testimonio de una sofisticación electoral que a veces se les escapa a los demócratas.

Cuando Biden hable esta noche, se puede esperar que no habrá bilis en sus comentarios, incluso si sigue ofendido por lo que ha sucedido. El público y los votantes nunca pueden esperar lo mismo de Trump. Y si Trump hubiera estado hablando esta noche después del tipo de defenestración que sufrió Biden, su discurso estaría impregnado de resentimiento y venganza.

Sospecho que Biden hablará de sus innumerables y sustanciales logros en materia de políticas, de una economía que se ha recuperado con inteligencia de una pandemia y de una política exterior basada en objetivos estratégicos más que en el ego.

Probablemente también mirará hacia el futuro, encarnado por Harris. No hace falta admirar el historial o la ideología de Biden para estar de acuerdo en que se tomó la presidencia en serio y se dedicó al cargo y a sus responsabilidades.

En otras palabras, será decente. En una era política marcada por el peligro y la indecencia, eso es casi suficiente.

Quedan meses de su presidencia, pero la convención de esta noche es el comienzo de una larga y necesaria despedida.

Así que adelante, Joe Biden. Como dicen los irlandeses, que el camino se alce a tu encuentro.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial de Bloomberg LP y sus propietarios.

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