Los factores detrás del cierre de la fábrica de Whirlpool, bajo la lupa de un economista argentino

La compañía dio de baja su planta en Pilar, lo que implicó la desvinculación de 220 empleados. Un académico dio su visión respecto de este hecho.

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Buenos Aires — En los últimos días de noviembre, Whirlpool, uno de los grandes jugadores del sector electrodomésticos, anunció el cierre de su fábrica de lavarropas ubicada en Pilar, provincia de Buenos Aires, en una decisión que implicó la desvinculación 220 trabajadores. Ante este hecho, el economista y académico argentino Constantino Hevia, director del Departamento de Economía en la Universidad Torcuato Di Tella, se preguntó cuáles pudieron ser los factores que desencadenaron en esta situación.

En un posteo publicado en X, Hevia cita un artículo del diario Clarín que señala como las razones del cierre esgrimidas por la empresa a la pérdida de competitividad para exportar y al impacto de la fuerte competencia de productos importados en el marco de una baja de aranceles del 35 al 20%.

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Respecto de la pérdida de competitividad frente a Brasil, Hevia reseña: “El tipo de cambio real de Argentina, multilateral o bilateral con Brasil, está en el mismo nivel de 2022, cuando se construyó la planta. De este modo, pareciera que la explicación no vendría por la vía del tipo de cambio real (usando el tipo de cambio oficial)“.

En cuanto al recorte aranceles, destaca: “Esto debería afectar solo a los 100.000 lavarropas que tenían pensado vender en el mercado interno. En mi opinión, si un plan de negocios no soporta una caída de aranceles moderada, no estuvo bien pensado".

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Los posibles motivos detrás del cierre

Al dejar de lado dichas razones, Hevia postula otras posibles explicaciones al cierre de la fábrica. Lo hace señalando qué considera él que esperaba Whirpool ante un escenario que cambió:

  1. "Salarios en dólares sumamente bajos, particularmente si pensamos en alguna combinación entre tipo de cambio real oficial y paralelo”.
  2. “Todas las trabas para-arancelarias de la economía massista para frenar importaciones que hacían la protección efectiva muchísimo más alta que el 35% de arancel oficial”.
  3. Perspectivas de que los salarios en dólares serían muy bajos y que no habría competencia externa por mucho tiempo”.

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Al detallar estas tres posibilidades, el economista concluyó que “si la producción de lavarropas en la planta más moderna de su tipo" (toma una definición extraída de la mencionada nota de Clarín) requiere de cualquiera de estos últimos tres puntos, “lamento decir que no me molesta mucho que se cierre la planta”.

Y sentenció: “Ese no es un país en el que querríamos vivir".

La advertencia de Paolo Rocca

La nota a la que hace referencia Hevia para elaborar su publicación cuenta que Paolo Rocca, el dueño de Techint y fabricante de la chapa que usa la línea blanca de electrodomésticos, ya sabía lo que estaba pasando con Whirlpool.

El empersario ítalo - argentino había dicho recientemente que, en un año, la importación de lavarropas había pasado de 5.000 a 87.000 por mes y la de las heladeras de 10.000 a 80.000. Rocca había advertido: "Eso lleva a muchos a la opción de seguir produciendo o cerrar y usar la cadena comercial para distribuir material importado".

En 2022, Whirlpool había abierto esta planta de lavarropas en Pilar tras desembolsar US$52 millones. En medio de las restricciones a las importaciones vigentes durante la gestión de Alberto Fernández, la compañía evaluaba que ese proyecto permitiría fabricar cerca de 300.000 unidades al año y sumar unos 1.000 puestos de trabajo. Según sus proyecciones, aproximadamente el 70% de lo producido iba a ser enviado a Brasil.

La firma también estimaba que esa operación la colocaría al tope de las exportaciones nacionales de electrodomésticos y que el flujo anual de divisas rondaría los US$50 millones.