¿Cuáles son los tres pilares para una inversión disciplinada? Esto sugiere un banco suizo

Un informe de Lombard Odier asegura que los intentos de evitar las correcciones del mercado suelen resultar más costosos que atravesarlas.

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“Los intentos de evitar las correcciones del mercado suelen resultar más costosos que atravesarlas". Bajo esta premisa, un informe del banco suizo Lombard Odier detalla cuáles son los pilares que debe tener una inversión para ser disciplinada.

Según los autores del estudio, la elección a realizar no es entre estrategias activas y pasivas, sino entre permanecer indefinidamente en efectivo o invertir con agilidad mediante una estrategia central que se adapte a medida que el mundo cambia.

El análisis parte de una metáfora náutica e histórica, al señalar que, durante más de tres siglos, los vikingos de Escandinavia se aventuraron mucho más allá de sus aguas de origen, llegando incluso a Vinland, en la costa de América del Norte.

“Navegaron hacia el oeste no porque pudieran pronosticar con precisión el clima, sino porque combinaron determinación con habilidades de navegación perfeccionadas a lo largo de generaciones. Por supuesto, salir del puerto implica aceptar riesgos. Muchos inversores prefieren quedarse atrás, amarrados al efectivo, pensando que evitar cada tormenta es una navegación prudente. Pero, aunque técnicamente estén en un barco, en la práctica sus carteras no van a ningún lado".

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Los tres pilares de la inversión, según Lombard Odier

Una estrategia de inversión disciplinada se apoya en tres pilares, según el informe:

  • La asignación estratégica de activos (SAA, por sus siglas en inglés) es el marco fundacional, señala este análisis. El documento sugiere “elegir la embarcación adecuada para poner rumbo al destino elegido, comprender las corrientes de largo plazo y, así, maximizar la probabilidad de llegar a una costa lejana". Y explica que este paso refleja las realidades del viaje: la capacidad de asumir riesgo, el horizonte temporal, las necesidades de liquidez y la tolerancia a la incomodidad cuando las olas superan lo previsto. Según los analistas de Lombard Odier, los ajustes son poco frecuentes y deliberados, “como corregir levemente el timón para mantener el rumbo, en lugar de girar el volante del barco con la esperanza de evitar mágicamente cada nube en el horizonte”.
  • Una vez fijado el rumbo, la asignación táctica de activos (TAA, por sus siglas en inglés) se convierte, según Lombard Odier, en el arte de ajustar las velas cuando cambian las condiciones. “No es un intento de pronosticar con precisión los puntos de giro de los mercados. La TAA es reactiva, no predictiva. En una travesía, la visibilidad varía, las ráfagas de viento llegan antes o después, o las corrientes empujan con más fuerza de lo que asumían los modelos. La TAA lidia con el mundo tal como es, no como los inversores desearían que fuera".
  • La selección de instrumentos —por ejemplo, la decisión de invertir de manera pasiva o activa, en fondos o en valores individuales— es el aparejo que garantiza que la embarcación responda a las órdenes, según Lombard Odier. “No calma un mar agitado, pero asegura que el barco obedezca al capitán. La pregunta, detalla el reporte, es siempre la misma: ¿esta elección de instrumentos ayuda a los inversores a seguir el rumbo fijado por la SAA, con ajustes ocasionales derivados de la TAA?"

Tres tipos de inversores

El documento menciona cómo funciona en la práctica la SAA, la TAA y los instintos de market timing, considerando tres carteras de inversores simplificadas desde 1995 hasta 2025.

  • Inversor 1 adopta una estrategia de SAA pura: se mantiene en una SAA equilibrada de 45% en acciones (S&P 500) y 55% en bonos (siguiendo el índice Bloomberg Agregate de Estados Unidos).
  • Inversor 2 combina SAA y TAA: invierte en una SAA equilibrada, pero cambia a un perfil de crecimiento (65% en acciones y 35% en bonos) tras una corrección del 15% —el promedio de los últimos 30 años— y luego regresa a la SAA equilibrada cuando finaliza la caída.
  • Inversor 3 intenta hacer market timing: permanece en depósitos en efectivo a tres meses y asigna 45% a acciones solo después de una corrección del 15%, regresando al efectivo al final de la caída.

Según la simulación de Lombard Odier, el inversor 1 obtuvo 8,4% anual de retorno, el inversor dos obtuvo 7,9% anual y el inversor tres, 4,7%.

“El Inversor 3 —el market timer— fue, por lejos, el de peor desempeño, quedando rezagado frente a la cartera SAA y a la combinación SAA y TAA en -3,2% y -3,7%, respectivamente. Una cartera de market timing preservó la comodidad psicológica del efectivo, pero a costa de resultados significativamente peores", concluye el estudio.

Corto y largo plazo

El informe recuerda una frase del inversor Benjamin Graham: “En el corto plazo, el mercado es una máquina de votar; en el largo plazo, es una máquina de pesar”. En otras palabras, en el corto plazo los mercados valoran mal el riesgo porque domina el sentimiento, pero con el tiempo los fundamentos se imponen.

Graham también planteó que los mercados oscilan entre un pesimismo injustificado y un optimismo insostenible. El inversor inteligente, escribió Graham, es un realista que compra a los pesimistas y vende a los optimistas.

Además, Lombard Odier subraya que desde 1995 el S&P 500 registró un retorno total anualizado promedio del 13%, mientras que la caída promedio dentro de cada año fue del 15%, por lo que resalta: “Las oscilaciones no son anomalías del mercado, sino parte del recorrido de inversión”.