Bloomberg Línea, de Washington D.C. — La espera de 24 horas para el anuncio del calendario definitivo de la Copa del Mundo de 2026 a principios de mes, algo sin precedentes en la historia del principal torneo de fútbol del mundo, fue mucho más que un retraso burocrático o un intento de aumentar artificialmente las expectativas de los aficionados.
En realidad, fue una consecuencia de la compleja ingeniería geopolítica y comercial necesaria para hacer viable el primer Mundial con 48 selecciones, repartidas de un extremo a otro de un continente y con tres países anfitriones.
La tardía divulgación del calendario detallado, tras el sorteo celebrado en Washington D.C., puso de manifiesto la tensión central del torneo: equilibrar la supremacía logística de Estados Unidos, que acogerá el 75% de los 104 partidos, con las necesidades de retransmisión de los lucrativos mercados europeos y las realidades fronterizas de sus socios comerciales, México y Canadá.
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La zona horaria como activo
El análisis detallado del calendario de la Copa de 2026 revela una clara preferencia por la costa este, que concentrará 42 de los 104 partidos del torneo, incluida la gran final en East Rutherford, Nueva Jersey, ciudad vecina a Nueva York, y el partido por el tercer lugar en Miami. Esta decisión no es aleatoria.
Para FIFA y sus socios mediáticos, la zona horaria de la costa este es el activo más valioso del torneo, ya que permite que los partidos se retransmitan en horario de máxima audiencia en Europa, lo que garantiza los ingresos publicitarios del viejo continente.
Por esta razón, y no por casualidad, los partidos de las potencias Francia, Alemania y España se han asignado a la parte oriental del continente.
Por el contrario, la costa oeste de EE. UU. se quedó con 27 partidos (los tres primeros de la selección estadounidense), mientras que la región central (por criterio de huso horario), donde se encuentran las tres sedes mexicanas, con 35 partidos.
El descontento de las autoridades deportivas de las ciudades de la costa oeste, en particular de San Francisco, fue notorio y público: la ciudad tendrá partidos como Catar x Suiza, Austria x Jordania y Paraguay x Australia en la fase de grupos.
En México, además de los tres partidos de la selección local, solo hay un enfrentamiento ya definido, esto puede cambiar con el resultado de las eliminatorias europeas, que involucra a grandes selecciones: Uruguay contra España en Guadalajara.
En Canadá, del mismo modo, la selección local disputará sus tres partidos de la primera fase; solo habrá tres partidos en los que participen países considerados más fuertes o tradicionales: Alemania contra Costa de Marfil y Panamá contra Croacia en Toronto, y Nueva Zelanda contra Bélgica en Vancouver.
Esta distribución geográfica ha obligado a las selecciones a elaborar estrategias logísticas dignas de operaciones militares.
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Brasil, cabeza de serie del Grupo C, jugará sus partidos exclusivamente en la costa este – Nueva York, Filadelfia y Miami – lo que supone una victoria logística para la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), que evita los agotadores vuelos transcontinentales en la primera fase.
El coordinador de selecciones de la CBF, Rodrigo Caetano, señaló la preferencia de la entidad por cuál será su base durante el Mundial.
“Nuestra idea es que la base de Brasil en la Copa del Mundo sea en Nueva York”, dijo Caetano a principios de mes, citando que la CBF ha indicado sus preferencias, pero que no necesariamente se cumplirán, dado que las federaciones de otros países podrán elegir las mismas y, por lo tanto, uno de los criterios será el número de partidos en los alrededores.
La delegación brasileña contó con la presencia del seleccionador, el italiano Carlo Ancelotti, en las visitas técnicas, además de Rodrigo Caetano y el exdefensa Juan, coordinador técnico de la CBF.
El viaje comenzó el domingo (7) después del sorteo en Nueva York y también pasó por Filadelfia y Miami. Se visitaron en total seis centros de entrenamiento y diez hoteles en Nueva Jersey, Filadelfia y Miami.
La diplomacia de las visas
Mientras Brasil diseña su logística interna en Estados Unidos, México se enfrenta a un reto de otra índole: garantizar que su participación minoritaria en el torneo sea rentable.
Con solo 13 partidos programados en suelo mexicano (en Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey), el país apuesta por el flujo transfronterizo de turistas.
La interdependencia económica del bloque de América del Norte (T-MEC) se pondrá a prueba en las fronteras. El gobernador de Jalisco, Pablo Lemus Navarro, estado que alberga Guadalajara, una de las sedes, se mostró pragmático al analizar la situación.
En una entrevista con Bloomberg Línea el día del sorteo de la Copa en Washington DC, Navarro dijo que esperaba que la tensión fronteriza se suavizara durante la Copa.
“Habrá una gran cantidad de mexicanos que querrán venir a Estados Unidos y que están solicitando este visado, ante la flexibilización anunciada por el presidente Donald Trump, para poder asistir a estos partidos”.
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“Y eso es una gran noticia”, añadió. Trump anunció que los aficionados de todo el mundo que hayan comprado entradas para la Copa del Mundo tendrán prioridad (pero no garantía) a la hora de concertar una entrevista para obtener el visado.
Una novedad que los aficionados que acuden a los Mundiales llevan tiempo reclamando es la posibilidad de comprar entradas para un sector dedicado a los aficionados denominados “organizados” de un mismo país (en los eventos de la FIFA, por lo general se respeta el asiento indicado en la entrada, más aún en Estados Unidos).
Según Movimento Verde Amarelo, una hinchada especializada en eventos de la selección brasileña, el equivalente al 8% del total de entradas de cada partido de Brasil en la Copa se destinará al sector de la hinchada del país.
“Se espera que el mecanismo de acceso a estas entradas sea similar al utilizado en el Mundial de Clubes y en la final de la Libertadores, cuando los socios-aficionados de los clubes tuvieron prioridad en la compra”, dijo el MVA en una publicación en sus redes sociales.
“Es decir, un sistema que reconoce y valora a quienes siempre están presentes, garantizando una mayor organización y justicia en la distribución de las entradas”, completó el MVA.
FIFA estima que 6,5 millones de personas adquirirán entradas para la Copa del Mundo de 2026.
Un estudio elaborado por la entidad en colaboración con la Organización Mundial del Comercio estima que el Mundial aportará algo más de US$40.000 millones al PIB de los tres países anfitriones y fomentará la creación de 824.000 puestos de trabajo.
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