Salario mínimo en Colombia: la advertencia de la codirectora del Emisor frente a su incremento

En entrevista con Bloomberg Línea, la economista Bibiana Taboada también dijo que el mercado de futuros mantiene un adecuado proceso de formación de precios

llegó a la Junta Directiva del Banco de la República en febrero de 2021
08 de noviembre, 2022 | 01:00 AM

Bogotá — Colombia atraviesa un panorama económico desafiante: por un lado, un peso colombiano más depreciado que nunca y con amenazas serias de seguir tocando mínimos históricos, y por el otro, una inflación desbordada que ha tratado de ser controlada por el Emisor a través de su política monetaria. Y como si fuera poco, a todo lo anterior se suma la situación del desempleo, los retos que traerá la nueva reforma tributaria y la discusión del salario mínimo, que estará para alquilar balcón por lo que desde campaña ha dicho el Gobierno Petro de establecer un aumento considerable.

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En medio de este escenario, Bloomberg Línea entrevistó a Bibiana Taboada, la única mujer de la Junta Directiva del Banco de la República. Economista, máster en administración pública en desarrollo internacional de Harvard Kennedy School y quien ejerce como codirectora del Banco Central desde febrero del año pasado.

BL. En su más reciente reunión, la Junta tomó la decisión de subir en 100 puntos básicos la tasa de interés hasta 11%, ¿qué se consideró?

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Bibiana Taboada: En la reunión de la Junta Directiva se consideraron dos grandes bloques de temas y sus datos correspondientes. El primero fue la evolución de los mercados financieros durante el último mes y el marcado deterioro de variables como la tasa de cambio, el riesgo país y la tasa de los títulos de deuda pública en el país. Si bien hay factores externos que contribuyen a agudizar las condiciones financieras adversas, es claro que el deterioro observado en Colombia es mucho más marcado. Esta situación genera, sin duda, presiones adicionales que tienen que ser consideradas en la discusión.

El segundo tema tuvo que ver con la tendencia que mantienen los fundamentales de la economía de acuerdo con la información más reciente. En concreto, vemos que la inflación sigue subiendo y creciendo más de lo esperado por los pronósticos, tanto en la inflación total como en diferentes medidas de inflación básica. Asimismo, vemos que la economía se mantiene muy dinámica y con crecimientos mensuales, trimestrales y anuales que siguen siendo positivos, a pesar de la elevada base de comparación.

En este contexto, es necesario que la política monetaria esté en una posición contractiva que permita la convergencia hacia la meta de inflación y hacia un nivel de crecimiento económico que sea sostenible en el largo plazo.

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BL. Para esa reunión el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, había pedido discutir sobre los mercados de futuros de divisas y qué tan líquidos o no están, ¿qué se habló al respecto?

B.T. Durante el último mes se ha observado mucha volatilidad en el mercado cambiario. Sin embargo, la liquidez se mantiene en niveles aceptables tanto en el mercado de contado como en el mercado de futuros. Algunos indicadores sí se han deteriorado, pero otros se mantienen alrededor de sus niveles normales. En todo caso, ningún indicador de liquidez del mercado cambiario alcanza los niveles de stress que se observaron al inicio de la pandemia. De acuerdo con ejercicios y análisis del equipo técnico del Banco de la República, el mercado de futuros mantiene un adecuado proceso de formación de precios, y la devaluación observada tiende a permanecer alineada con la evolución de sus determinantes.

BL. En esa línea, ¿han considerado hacer alguna intervención en el mercado cambiario?

B.T. En el esquema de inflación objetivo que tiene el Banco de la República la tasa de cambio es la variable de ajuste que absorbe los diferentes choques de la economía. En este sentido, las fluctuaciones de la tasa de cambio son compatibles con el régimen de política monetaria que está vigente y que guía las decisiones de política monetaria.

Dicho esto, no hay duda de que la volatilidad que hemos observado en días recientes es muy elevada y genera tensiones en los mercados financieros e incluso presiones inflacionarias adicionales. Por esta razón, monitoreamos de cerca su evolución y la de otras variables para asegurar que no se afecte el adecuado funcionamiento de los mercados ni se produzca una volatilidad de la tasa de cambio excesivamente desconectada de sus fundamentos.

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B.L. ¿Cómo ve la reforma tributaria del Gobierno Petro, que ya está a punto de ser conciliada en el Congreso?

B.T. Colombia tiene hoy dos grandes vulnerabilidades en términos macro, su déficit fiscal y su déficit en cuenta corriente. Los dos déficits están altamente relacionados en la medida en que el gasto fiscal estimula la demanda interna, lo que a su vez contribuye al desbalance externo cuando dicha demanda no se logra cubrir con producción nacional. En este contexto, es fundamental continuar con la reducción del déficit fiscal y de la deuda pública, tanto para garantizar la sostenibilidad de las finanzas públicas, como para disminuir la presión sobre las necesidades de financiamiento externo.

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Así las cosas, pienso que es positivo que se tramite una reforma tributaria que permita corregir los déficits mencionados y cumplir con la regla fiscal como está previsto en el marco fiscal de mediano plazo.

BL. Se aproxima la discusión del salario mínimo para 2023, ¿hacia dónde debe estar centrada, qué se debe tener en cuenta?

B.T. Es natural y justo que haya un incremento del salario mínimo para compensar a los trabajadores por la pérdida de valor de sus ingresos a causa de los elevados niveles de inflación que hemos tenido este año. Lo importante es que dicho aumento esté en línea con la inflación observada hacia fin de 2022 y que tenga en consideración el pronóstico de inflación para 2023 que actualmente es de 7%.

En estos momentos, un aumento que exceda considerablemente la inflación puede generar presiones inflacionarias adicionales para el próximo año, tanto por el efecto directo a través del aumento de la capacidad de compra, como por el efecto indirecto en una economía que está altamente indexada. Esta situación no solo complicaría la convergencia de la inflación a su meta, sino que llevaría a la rápida pérdida de valor de los salarios en términos reales.

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En este sentido, lo ideal sería lograr un aumento balanceado que reconozca la inflación y el costo que esto implica para los trabajadores, pero que no genere una presión inflacionaria más. Lo que queremos es que el incremento en los ingresos de los trabajadores no se deprecie en poco tiempo justamente a causa de nueva inflación.

B.L. En septiembre la tasa de desempleo se ubicó en 10,7%, que aunque representa una caída, también significa que en ese mes el país registró un total de 2,69 millones de desempleados. ¿Qué hacer para frenar el desempleo?

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B.T. Es importante pensar el desempleo en términos de sus componentes cíclico y estructural. Por el lado cíclico, vemos que el mercado laboral ya está prácticamente del todo recuperado después del choque de la pandemia. En comparación con 2019, hoy tenemos niveles de empleo superiores y una tasa de desempleo similar. Además, de acuerdo con estimaciones del equipo técnico del Banco de la República, la tasa de desempleo observada ya está en su nivel de largo plazo o incluso un poco por debajo.

Entonces, resulta fundamental analizar ese componente estructural del desempleo que, en Colombia, tiende a permanecer en niveles muy elevados, cercanos al 11%. Para bajar este desempleo debemos pensar, consecuentemente, en reformas estructurales que corrijan las rigideces de nuestro mercado laboral. El país tiene pendiente tareas en materia de flexibilidad contractual, costos salariales y no salariales, intermediación, capacitación, disparidades regionales, brecha de género, y barreras al primer empleo. Estas limitaciones no solo se reflejan en elevados niveles de desempleo, sino que también generan una muy alta informalidad. Esta informalidad tiene, a su vez, repercusiones negativas importantes, por ejemplo, en relación con la calidad del trabajo y la productividad.

Todos estos temas han sido ampliamente estudiados en Colombia. Si realmente queremos tener una tasa de desempleo estructural menor, es necesario reformarlos con toda la seriedad y determinación.

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B.L. En septiembre llegaron a su nivel más bajo del año la confianza comercial y la confianza industrial, ¿cómo impulsarlas?

B.T. Colombia se ha caracterizado por tener un manejo macroeconómico serio y estable desde hace mucho tiempo. Esto ha permitido a empresarios e inversionistas, nacionales y extranjeros, hacer negocios y generar empleo en el país. Desde el Banco de la República estamos comprometidos con mantener este manejo técnico de la economía, de manera que garanticemos la convergencia a la meta de inflación y contribuyamos a la estabilización de los mercados financieros.

B.L. ¿Cómo se ha comportado este año la inversión extranjera?

B.T. Ha sido un muy buen año tanto para la inversión extrajera directa como para la inversión extranjera de portafolio. En inversión extranjera directa se alcanzaron crecimientos y niveles históricamente altos durante los primeros trimestres del año, especialmente en los sectores de petróleo y minería. Los meses recientes se ha observado alguna moderación, pero aún siguen entrando flujos importantes por este concepto.

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En la inversión extrajera de portafolio también se han observado entradas muy significativas durante el año. En comparación con años recientes, los flujos al mercado de TES por parte de extranjeros son considerablemente superiores. Sin embargo, en el mes de octubre se vieron algunas salidas que es importante monitorear. Pero, sin duda, el mensaje a destacar es que ha sido un año muy positivo para el país en flujos de inversión extranjera.

B.L. ¿Hacia dónde apuntan las expectativas de crecimiento económico para 2022 y 2023?

B.T. Las estimaciones del equipo técnico del Banco de la República indican que la economía crecerá 7.9% y 0.5% en 2022 y 2023, respectivamente. Estas proyecciones están en línea con las de los demás analistas, tal vez siendo las del Banco un poco más optimistas para 2022 y más pesimistas para 2023.

Aquí es importante resaltar que el crecimiento de Colombia en 2022 va a ser bastante excepcional, no solo en comparación con sus niveles de crecimiento de largo plazo, sino en comparación con lo que se observa en las demás economías emergentes. En 2022, Colombia va a crecer mucho más de lo que ha sido su tendencia de crecimiento de largo plazo y mucho más de lo que crecerán sus pares alrededor del mundo.

Para 2023 la proyección es de una desaceleración importante en el ritmo de crecimiento, lo que indiscutiblemente es una señal de alarma y de cautela. Sin embargo, también es necesario considerar que, según estas estimaciones y dado el espectacular crecimiento durante este año y el pasado, aún con este bajo crecimiento en 2023, el país mantendría niveles de PIB que serían ligeramente más elevados de los que observamos hoy y alrededor de 12% superiores a los que observamos previo a la pandemia.

En los últimos años, el crecimiento ha estado impulsado, en gran medida, por el consumo privado, mientras que la inversión ha tenido un desarrollo más bien tímido. Hacia adelante, es deseable que la inversión termine de recuperar lo perdido durante la pandemia y se pueda generar un crecimiento sostenible en el mediano y largo plazo.

*Esta entrevista se llevó a cabo el pasado 2 de noviembre*