Bloomberg Línea — Un niño de Omaha, un estado sin mar y con más ganado que gente, terminó diseñando una de las mayores historias de creación de riqueza de la era moderna. Warren Edward Buffett, que vendía chicles y Coca-Cola (KO) puerta a puerta cuando era chico, se retira este 31 de diciembre como director ejecutivo de Berkshire Hathaway (BRK/A) y con una fortuna de US$150.000 millones.
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Deja atrás seis décadas en las que transformó una textil quebrada en un conglomerado de US$1,16 billones. Si bien el empresario permanecerá como presidente de la junta directiva, su salida operativa marca el cierre definitivo de una era en el capitalismo estadounidense.
Buffett no sólo batió al mercado. Lo reescribió. Desde 1965 hasta 2024, las acciones clase A de Berkshire Hathaway crecieron a una tasa compuesta anual del 19,9%, frente al 10,4% del S&P 500, incluyendo dividendos. Esa diferencia, multiplicada por seis décadas, equivale a una ganancia acumulada de más de 5.500.000%, frente al 39.000% del S&P 500. Para los analistas, es una revolución silenciosa de la asignación de capital.
“Warren logró esto aplicando un enfoque de sentido común a la construcción de negocios y manteniéndose racional a través de muchos eventos geopolíticos, recesiones, entornos políticos y varias burbujas financieras”, afirmó Jeremy Saltzberg, vicepresidente de inversiones en Check Capital. “Berkshire Hathaway es la obra de su vida y Warren ha dicho muchas veces que quiere que sobreviva y prospere durante 100 años después de que él ya no esté”.
Greg Abel, vicepresidente de operaciones no aseguradoras desde 2018, asumirá la dirección del holding. La sucesión había sido planificada cuidadosamente durante más de una década, y Abel, que lleva más de 20 años dentro de la organización, se presenta como el custodio de la filosofía Berkshire en un contexto cambiante y más desafiante para los grandes conglomerados.
El largo camino desde Graham hasta Apple
Buffett comenzó su carrera como inversor siguiendo los principios de Benjamin Graham, su profesor en Columbia y mentor en el fondo Graham-Newman. Como se describe en el libro “Value Investing: From Graham to Buffett and Beyond”, Buffett internalizó el análisis fundamental como núcleo de su filosofía. Sin embargo, fue con la influencia de Charlie Munger que incorporó un nuevo eje: la calidad del negocio. Esa combinación de valor y calidad le permitió adaptar su enfoque a medida que crecía el volumen de activos bajo su administración.
Nir Kaissar, analista de Bloomberg Opinion, considera que el desempeño que le permitió batir al S&P 500 es inigualable. “Su historial se mantiene solo, un testimonio de su habilidad inusual y su enfoque”, escribió en un análisis. “Ni su estilo de inversión ni el apalancamiento explican por completo su rendimiento. Buffett fue el ingrediente secreto”.
Esa filosofía se vio en Berkshire Hathaway, que en los primeros tiempos bajo el empresario se apalancó en su negocio de seguros, que generaba liquidez constante a través del “float”. Esa caja sin costo se utilizó para invertir en acciones e ir adquiriendo 180 negocios que reflejaban, como él decía, la economía estadounidense. De See’s Candies a BNSF Railway, de Geico a Dairy Queen, el portafolio se diversificó sin abandonar el criterio de comprar compañías sólidas, dirigidas por personas íntegras y a precios razonables.
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Hoy, Berkshire tiene cerca de 392.000 empleados, genera ingresos anuales de aproximadamente US$400.000 millones y, en 2024, pagó cerca de US$27.000 millones en impuestos corporativos, la mayor cifra de su historia y, según el mismo Buffett, una de las más altas jamás registradas en EE.UU.
En sus cartas a accionistas, recopiladas en “The Essays of Warren Buffett”, el empresario define su rol como asignador de capital. No buscó dirigir operativamente los negocios, sino asegurar que el capital fluyera hacia donde generara el mayor retorno ajustado por riesgo. Como afirmó en su carta de 1987: “La asignación de capital es la tarea más importante de un CEO”.
Ese estilo se sostuvo incluso en momentos de euforia. Como señala Ignacio Mieres, head of research de XTB Latam, “la lección más perdurable del legado de Warren Buffett es la disciplina de la valoración como ancla del retorno de largo plazo”. Para el analista, ese principio mantiene vigencia incluso cuando el mercado gira hacia narrativas o tendencias temáticas. “La paciencia no es pasividad; es la capacidad de sostener decisiones bien fundamentadas cuando el mercado recompensa temporalmente lo contrario”, destacó Mieres.
A lo largo de los años, Buffett mostró una habilidad para leer el momento del ciclo, como cuando invirtió US$5.000 millones en Goldman Sachs (GS) en 2008 o compró BNSF Railway por US$26.000 millones en 2009. Esa intuición contracíclica se apoya en una de sus máximas más conocidas: “Ser temeroso cuando otros son codiciosos y ser codicioso cuando otros son temerosos”. Esa frase sigue inspirando a millones de inversores minoristas y profesionales en todo el mundo.
A lo largo de su carrera, construyó un portafolio de inversiones que no sólo reflejó su filosofía de valor, sino que también se convirtió en una muestra representativa de grandes negocios. Entre sus apuestas más emblemáticas, la inversión en Coca-Cola durante finales de los años 80, consolidó su fama como inversor con visión de largo plazo.
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Compró acciones de la compañía por cerca de US$1.300 millones y durante más de tres décadas mantuvo esa posición, recibiendo dividendos y viendo cómo su participación se multiplicaba en valor sin necesidad de vender. Años más tarde, Buffett volvió a sorprender al mercado al acumular una posición en Apple, una decisión que, en palabras del propio Berkshire Hathaway, representó “otra forma de participar en las ganancias de negocios que no eran de su propiedad”.
Al cierre de septiembre de 2025, el portafolio accionario de la empresa estaba compuesto por 41 activos y alcanzaba un valor de mercado estimado en US$267.300 millones. Apple (AAPL) seguía siendo la posición principal, representando un 22,69% de la cartera, a pesar de una venta reciente de más de 41 millones de acciones que recortó la exposición en casi 15%. En contraste, el único movimiento neto de compra fue la incorporación de una nueva posición en Alphabet (GOOGL), con una inversión de US$4.338 millones, equivalente al 1,62% del portafolio total.
La sucesión y el futuro de la asignación de capital
El paso al costado de Buffett no representa sólo un cambio de nombre. La clave para los inversores será evaluar si la cultura y el proceso decisorio de Berkshire se mantienen intactos en un mundo donde el tamaño mismo del holding es una restricción. En palabras de Mieres, “frente a la sucesión, un inversor de largo plazo debería pensar menos en el nombre y más en la continuidad del proceso de asignación de capital”. En ese sentido, el analista cree que la clave estará en que “la nueva conducción mantenga la filosofía que Buffett ha sistematizado durante años”.
La llegada de Abel, un ejecutivo con bajo perfil y una trayectoria de más de dos décadas en Berkshire Hathaway Energy, es una apuesta por la continuidad más que por la ruptura. Aunque su patrimonio se estima en más de US$1.000 millones, su participación accionaria directa en la compañía es de sólo US$175 millones, una cifra inferior a la de otros CEOs de empresas similares.
Abel hereda una compañía con US$382.000 millones en liquidez, pero con escasez de oportunidades atractivas para asignar ese capital. En el último trimestre, la firma vendió más de US$6.000 millones en acciones y no recompró sus propios títulos por quinto trimestre consecutivo. A pesar del aumento de las ganancias operativas (34% interanual en el tercer trimestre), la acción acumulaba una caída del 12% desde el anuncio de la salida de Buffett.
Según le dijo Cathy Seifert, analista de CFRA Research, a Bloomberg “si no están recomprando sus acciones, ¿por qué deberías hacerlo tú?”. El reto de Abel será mostrar que puede mantener los principios de prudencia, selectividad y visión de largo plazo sin la presencia diaria del fundador.
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La vigencia del método en un mercado cada vez más ruidoso
En un entorno de alta rotación temática, presión mediática y narrativas de corto plazo, las ideas centrales del value investing parecen anticuadas. Sin embargo, la historia muestra que las burbujas pasan y los flujos de caja permanecen. Mieres resume que “el énfasis de Buffett en la paciencia y la concentración no sólo sigue aplicándose, sino que resulta aún más valioso en un mercado dominado por narrativas de corto plazo”.
Esa coherencia metodológica implica aceptar años de bajo rendimiento relativo si las condiciones no son propicias. Buffett tuvo 11 años negativos en su trayectoria, incluyendo una caída del 49% en 1974. Su respuesta fue siempre la misma: esperar. En sus propias cartas a accionistas, recopiladas en el libro The Essays of Warren Buffett, advierte que “la regla número uno es no perder dinero, y la regla número dos es no olvidar la regla número uno”.
Para Sepúlveda, ese principio básico es también el más difícil de sostener en la práctica. “La lección más citada y menos aplicada de forma consistente es probablemente la más básica: no perder dinero, o más precisamente, priorizar la preservación de capital antes que maximizar retornos”. La presión por superar benchmarks y entregar retornos trimestrales lleva a muchos gestores a abandonar ese mandato.
Lo que se pone a prueba ahora es si ese estándar de conducta, basado en la transparencia, la humildad intelectual y la rendición de cuentas, puede mantenerse bajo una nueva gestión.
Para Sepúlveda, lo relevante no es el cambio de nombre sino la permanencia del proceso. “El mercado normalmente reacciona al cambio de figura, pero el inversionista debería enfocarse en si la organización mantiene su marco de decisiones: prudencia, eficiencia del capital y foco en la rentabilidad ajustada por riesgo”, consideró.
Según estimaciones de Bloomberg, si Buffett no hubiera donado parte de sus acciones, su fortuna hoy superaría los US$400.000 millones. Pese a esa cifra, en su última participación como CEO, el niño que vendía chicles en Omaha se despidió de los accionistas sin estridencias. Dijo simplemente: “Ese es el titular del día. Gracias por venir”.
La era Buffett termina, pero las lecciones que deja seguirán siendo estudiadas, debatidas y aplicadas por quienes ven que invertir no es adivinar el futuro, sino tener un marco robusto para enfrentarlo. En palabras de Kaissar, “no es el mejor inversor de todos los tiempos a pesar de su filosofía, sino por ella”.