La NBA por fin tiene una estrategia para la era posterior a LeBron

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La Asociación Nacional de Básquetbol (NBA) debería estar atravesando dificultades en este momento. Durante el primer mes de la temporada, las principales figuras —jugadores que integraron un equipo All-Star o All-NBA en los últimos tres años— se ausentaron en más de 200 partidos. Esa cifra duplica el total registrado en el mismo período de hace dos temporadas, según Yahoo Sports.

Sin embargo, de forma inesperada, la NBA está en un gran momento. La audiencia en Amazon Prime, ESPN y NBC crece 30% interanual, las ventas de merchandising a través de la tienda oficial aumentan más de 20% y los estadios están ocupados en un 97%.

Este arranque destacado llega en un contexto en el que la liga viene enfrentando una pregunta central: ¿cómo sostener su impulso sin sus superestrellas veteranas? La NBA ha dependido durante años de íconos como LeBron James, de 40 años, y Stephen Curry, de 37, para impulsar el rating y los ingresos, pero ese esquema dejó de ser viable: ambos han dado señales de que su retiro llegará más temprano que tarde.

Hasta ahora, la temporada sugiere que la NBA encontró la fórmula para evitar los habituales descensos de interés que suelen aparecer cuando se retiran los jugadores más taquilleros. La clave ha sido adoptar estrategias que posicionen a la nueva generación antes del recambio definitivo.

La historia muestra lo que ocurre cuando la liga no se prepara. Tras el segundo retiro de Michael Jordan de los Chicago Bulls en 1999, a los 35 años, el rating cayó con fuerza y tocó mínimos históricos en 2000-01. La audiencia no volvió a niveles cercanos a los de Jordan hasta que James llegó a Miami Heat en 2010.

La pérdida de poder de atracción no se limita a los retiros: las lesiones también afectan el interés del público. En 2019, por ejemplo, lesiones dejaron a Curry, Kevin Durant y otras figuras fuera de acción al inicio de la temporada, y la audiencia se desplomó 15%. Sea por retiro o lesión, el efecto es similar: los partidos dejan de contar con los jugadores más reconocibles. El problema se agravaba porque la mayoría de los encuentros quedaban atrapados detrás de los abonos de cable, dificultando que los fanáticos más jóvenes —acostumbrados al streaming— pudieran ver los partidos en vivo. Más de la mitad de la base de seguidores tiene menos de 44 años.

La liga tomó nota del problema y decidió avanzar en una medida que pudiera protegerla del ciclo de pérdida de estrellas. Negoció un acuerdo de derechos de transmisión más amplio, vigente desde esta temporada. Su impacto fue inmediato. James se perdió 14 partidos por lesión al inicio de la temporada y, aun así, la audiencia alcanzó un máximo de 15 años.

A diferencia de los acuerdos centrados en el cable, el nuevo convenio prioriza el streaming y las transmisiones gratuitas. Aproximadamente 75 partidos de temporada regular se emitirán por señal abierta este año, frente a un mínimo de 15 en contratos previos.

Quienes quieran ver aún más partidos pueden recurrir a Amazon Prime Video, Peacock y ESPN, o a las redes deportivas regionales y otros servicios para seguir a los equipos locales. Esta fragmentación puede resultar frustrante, sobre todo por el costo acumulado de suscribirse a varias plataformas. No obstante, el fuerte desempeño de la audiencia en el primer mes sugiere que, en conjunto, el efecto ha sido positivo.

Gracias al aumento de partidos televisados a nivel nacional, figuras emergentes como Victor Wembanyama, de 21 años, disponen de más oportunidades para conectar con el público. Él y los San Antonio Spurs tienen programados 22 partidos televisados a nivel nacional esta temporada, frente a 13 en 2024-25.

Además, los acuerdos facilitan que los socios nacionales de la liga reemplacen partidos originalmente programados si dejan de considerarse atractivos. En la práctica, esta opción de “flex” permite destacar a las nuevas figuras y equipos a medida que ganan relevancia. A mediados de noviembre, por ejemplo, la liga y NBC pasaron un partido de los Spurs a la grilla nacional (irónicamente, Wembanyama no jugó por lesión).

Estos convenios se articulan con la estrategia de la NBA en redes sociales, otro factor que puede ayudar a sostener el interés cuando se retiren los veteranos. Desde mediados de la década de 2010, la liga ha sido una de las organizaciones deportivas más innovadoras en este terreno. Entre otras iniciativas, se asoció con creadores y empresas tecnológicas que permiten a los jugadores convertir jugadas destacadas en publicaciones casi de inmediato. Este año avanza un paso más al colaborar con creadores de contenido no relacionado con el básquet, con la intención de ampliar su audiencia más allá del público especializado. Estas alianzas permiten que los jugadores emergentes desarrollen bases de seguidores independientes de la liga y de las grandes figuras históricas.

La NBA tampoco se limita al mercado estadounidense. Está impulsando la venta de derechos, la organización de partidos y la promoción de jugadores en otros países. Una vez establecidos, esos públicos aportan nuevas fuentes de ingresos y generan fanbases duraderas en torno a sus propios talentos. Wembanyama siempre tendrá un fuerte seguimiento en Francia; su influencia allí no desaparecerá porque una estrella estadounidense se retire.

Claro que la NBA solo transita el segundo mes de su nuevo acuerdo de 11 años y de la temporada 2025-26. Las preferencias y hábitos pueden cambiar. La caída del cable ya le enseñó a la liga que los gustos —por más rentables que sean— no son permanentes.

Pero, al menos por ahora, la NBA parece encaminada a su nueva era de figuras. Un plantel amplio y talentoso, sumado a capacidad de adaptación, se mantiene como uno de sus mayores activos.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial de Bloomberg LP y sus propietarios.

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