Opinión - Bloomberg

Un “super mal presentimiento” tiene Elon Musk. ¿Debería tenerlo todo el mundo?

Elon Musk en 2020.
Por Liam Denning
05 de junio, 2022 | 06:00 AM
Tiempo de lectura: 4 minutos
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Cuando la persona más rica del mundo dice que tiene un “súper mal presentimiento” no digo que no haya que preocuparse sobre la economía. Merece la pena tomarse un momento para considerar al mensajero y el contexto más amplio.

Por supuesto Elon Musk es libre de utilizar el término “súper” de Silicon Valley de una manera no tan buena ya que el propio Jamie Dimon utiliza analogías climáticas como “huracán” llamando la atención porque choca con sus comentarios anteriores, sobre todo, porque dirige el mayor banco de la mayor economía del planeta, JPMorgan Chase & Co. (JPM), el cual tiene muchos intereses en muchos pasteles (incluido el que Musk está preparando con Twitter Inc. (TWTR)).

El presagio de Musk, CEO de Tesla Inc. (TSLA), cuya compañía representó menos del 2% del mercado mundial de automóviles el año pasado y que es además la marca más valiosa del mundo, con operaciones a gran escala en EE.UU. y China, es un dato adicional que quizás corrobore el de Dimon en cierta medida, pero no es una revelación. Al fin y al cabo, los poderes de pronóstico de Musk no le impidieron encabezar una oferta de adquisición de Twitter, de la que ahora se arrepiente claramente. También: “Las ganancias de empleo en EE.UU. superan las estimaciones”, así que ahí está eso.

La cuota de Musk en el cerebro colectivo del mercado es muy superior al 2% y sigue siendo importante al ser el CEO de la empresa de automóviles de rápido crecimiento, valorada en unos US$800.000 millones -más del doble de la capitalización bursátil de JPMorgan- que de repente quiere recortar el 10% de la plantilla de Tesla. Las cosas deben estar muy mal.

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En cierto sentido, las cifras de ventas de automóviles en EE.UU. de mayo coinciden con esto. La tasa anual ajustada estacionalmente de 12,7 millones de unidades descendió un 11% en comparación con abril, y esa es una cifra que normalmente significaría recesión. Sin embargo, corren tiempos extraños en el sector de autos estadounidense debido a la interrupción de las cadenas de suministro por la pandemia.

En el último año, las ventas se vieron frenadas por la limitación de la oferta, no por la debilidad de la demanda: pruebe a comprar un automóvil y vea cuánto le cobra el concesionario por uno de los modelos de su limitado lote. A pesar de la caída de las ventas, los ya escasos inventarios se han reducido ligeramente en mayo. La industria tenía sólo 22 días de demanda a finales de mes, un día menos que en abril y aproximadamente un tercio del nivel anterior a la crisis. A principios de esta semana, Ford Motor Co. (F) anunció un plan de inversión de US$3.700 millones que creará más de 6.000 empleos.

Es posible que Tesla tenga motivos concretos para recortar puestos de trabajo. Por un lado, su plantilla se ha duplicado con creces en los últimos tres años, hasta rondar los 100.000 empleados. Y si bien los ingresos han aumentado un 36% anual compuesto, en ese tiempo, la tasa por empleado es del 7%. Las dos cifras son respetables, pero tal vez no lo sean los US$800.000 millones. Musk causó otro de sus pequeños huracanes a principios de esta semana cuando exigió a los empleados de Tesla que dejaran de trabajar desde casa, provocando la especulación de que simplemente quería reducir las filas haciendo que los más acérrimos del trabajo remoto se fueran. El correo electrónico “súper malo” que envió al personal parece dar crédito a esa interpretación. Lo que me llama la atención es que, a primera vista, quería que los empleados trabajasen más horas justo antes de decirles que no hay suficiente trabajo para todos.

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En Musk las señales contradictorias son habituales. En las últimas 24 horas también ha sido noticia su comentario en Twitter de que Tesla “puede”, si, puede, tener un prototipo funcional de su robot humanoide Optimus listo para una presentación de Inteligencia Artificial (AI) ligeramente retrasada a finales de septiembre. Los seguidores habituales recordarán que Musk introdujo la idea de Optimus con la ayuda de un asistente vestido de lycra que hacía piruetas en el escenario en un evento el pasado agosto, así que supongo que ya veremos.

Tengo que preguntarme. Si estuviese a punto de presentar un robot que convirtiese el trabajo físico en “una opción”, presagiando un cambio fundamental en la experiencia misma de ser humano, ¿no me sentiría súper emocionado? ¿Me preocuparía por los costos de personal y quizá intentaría limitar las indemnizaciones por despido instando a la gente a dimitir?

Tal vez sólo sea yo. Es, por supuesto, totalmente posible que una demanda debilitada de vehículos de alto precio, sumada a los cierres relacionados con Covid-19 en China, haya hecho mella en el crecimiento de Tesla este trimestre, lo que no encaja con esa valoración de US$800.000 millones y hay que ver qué se hace. No es super intrigante, obviamente, pero vale la pena considerarlo.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.

Este artículo fue traducido por Miriam Salazar