Buenos Aires — La relación de los argentinos con el dólar esconde algunas particularidades. Pese a la indudable preferencia que muestra la sociedad por la divisa estadounidense a la hora de buscar refugio para sus ahorros ante una inflación que da tregua, los ahorristas desarrollaron en los últimos años una marcada aversión hacia los “dólares cara chica”, tal como se conoce a las series de billetes estadounidenses más antiguas, emitidas hasta 1996.
Puede resultar curioso en otras latitudes, pero en la Argentina no todos los dólares valen lo mismo, aunque eso es lo que debiera ocurrir. Los billetes más viejos, impresos hasta 1996, rara vez son aceptados en transacciones y en el mercado informal pueden llegar a tomarse por un precio hasta 1% inferior al valor original. Son los billetes a los que en Argentina se denomina como “dólar cara chica”, por el tamaño de los rostros de los próceres que llevan impresos.
Dólar cara chica, cómo identificarlos
Identificar a un “dólar cara chica” en contraposición a los “dólares cara grande” resulta bastante sencillo. El tamaño de los rostros de los próceres estadounidenses es considerablemente más grande en aquellos billetes impresos por la Reserva Federal (Fed) desde 1996 en adelante.
Hay otros elementos que permiten diferenciar los “dólares cara chica” de los “cara grande”. Entre ellos se destacan algunas medidas de seguridad adicionales. Los billetes impresos a partir de 2006, por ejemplo, tienen una banda de seguridad de color azul en 3D, una campana en el tintero que cambia de color, una marca de agua del prócer visible desde ambos lados del billete, impresión en relieve y hasta tinta que cambia de color.
Qué hacer con los dólares cara chica
Esta semana la propia Reserva Federal de los Estados Unidos emitió algunos mensajes aclaratorios respecto de este tema. A través de una cuenta oficial del gobierno en Twitter, recordaron que todos los diseños siguen siendo de curso legal independientemente del período en el que fueron impresos. Incluso, subrayaron que “no es necesario canjear billetes de diseño antiguo”, ya que todos “siguen siendo de curso legal, independientemente de cuándo se hayan emitido”.
Todas las entidades financieras, de hecho, están obligadas a tomar esos “dólares cara chica” ya que se trata de moneda de curso legal.
Por qué en Argentina se evita el dólar cara chica
Según comentan quienes conocen cómo funciona el mercado informal de dólares en Argentina, la “caída en desgracia” de los dólares cara chica se remonta hacia los años 2013 o 2014.
Esos billetes, por lo general, generan reparos a la hora de aceptarse en transacciones cotidianas. El motivo, suele explicarse, tiene que ver con que las nuevas versiones cuentan con medidas de seguridad adicionales que los hacen más difíciles de falsificar. Por eso es que, hoy, quien intente desprenderse de ellos puede recibir hasta un 1% menos de su valor original en el mercado informal.
Esto implica que si la cotización de compra del dólar blue se ubica en $375, por cada dólar cara chica que entregue el ahorrista puede recibir unos $371. En un billete de US$100, significa que en lugar de recibir $37.500 obtendrá $37.100.
Sin embargo, hay quienes también recuerdan que detrás de esta diferenciación hay también una suerte de mito que se fue propagando hasta hacerse realidad, como si se tratara de una profecía autocumplida.
Hacia 2013 y 2014, comentan en el sector, muchos de esos dólares pasaban por la frontera hacia Bolivia y Paraguay, en donde eran sellados para verificar su autenticidad. A diferencia de lo que ocurre en Argentina, donde se usa un fibrón, esas marcas de sellos quedaban después impregnadas en el billete.
Esa preferencia por las nuevas versiones de la divisa estadounidense, que se multiplicaron especialmente en los últimos años, y no tienen esas marcas, sería otro de los factores que habrían forjado la diferenciación.