Reportage Especial
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Cannabis en LatAm: el galope de la industria corre el riesgo de frenarse

Los reyes del cannabis en LatAm: ¿qué países lo regularon, cuánto mueve el negocio y qué retos hay? Bloomberg Línea presenta una radiografía de la situación del negocio legal de la marihuana

¿Cuál es el futuro de la industria del cannabis en Latinoamérica?
25 de septiembre, 2023 | 02:00 AM

Bogotá — Se espera que el mercado de cannabis legal de América Latina crezca sustancialmente en los próximos años desde los US$33.900 millones estimados para el 2023 hasta los US$44.800 millones a los que podría llegar en 2025, según datos recogidos por Statista. Esto a medida que la regulación se flexibiliza en el campo medicinal siguiendo la estela de Colombia, uno de los pioneros de la región, y los debates sobre el uso adulto llegan tras los pasos dados por Uruguay.

El negocio legal del cannabis toma forma y podría convertirse en un importante generador de divisas por cuenta de las exportaciones en Latinoamérica, en donde la planta tiene una connotación ancestral que fue distorsionada por el flagelo global del narcotráfico.

Cannabis legal en LatAmdfd

De acuerdo con Latin America Industrial Hemp Association (Laiha), en la actualidad, países como Uruguay, Chile, Colombia, Paraguay, Perú, Ecuador, México, Argentina, Brasil y Panamá tienen hoy algún tipo de marco normativo para avalar el uso, fabricación o cultivo del cannabis.

Aun así, los avances en Latinoamérica son dispares, pues mientras los usos medicinales han tenido mayor apropiación, los fines industriales y el uso adulto tienen mucho camino que recorrer en la región.

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La industria legal del cannabis se enfrenta a un escenario cambiante y de incertidumbre en medio del desafiante panorama de la economía ante una mayor inflación y tasas de interés, que pone más presión a las empresas y hace más evidentes los retos que existen en el campo de la regulación.

La vicepresidenta de Relaciones Internacionales de la Associação Brasileira das Indústrias de Cannabis (ABICANN), Nathalie Vanegas, dice a Bloomberg Línea que “el mercado latinoamericano del cannabis es prometedor debido a su amplio mercado de consumo”.

“Solo en Brasil este mercado puede representar alrededor de US$30.000 millones anuales, con 18 millones de pacientes con intención de consumo de productos de cannabis y millones de pacientes necesitando tratamientos adecuados con productos de cannabis”, expuso.

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Pero las dificultades en los registros, en la consecución de los permisos, en los mecanismos de bancarización, entre otros, ponen en evidencia que “aún no se ha logrado el progreso que la industria necesitaba”, dijo en entrevista con Bloomberg Línea el presidente de la Cámara Argentina del Cannabis (Argencann) y socio director de la firma Pampa Hemp, Pablo Fazio.

Esto se se refleja en mercados como Uruguay y Colombia, en donde “el cierre de empresas ha aumentado considerablemente debido a regulaciones que han sido tanto insuficientes como tardías”.

Para el ejecutivo, a menos que se fomenten mercados capaces de generar demanda agregada de productos derivados del cannabis para consumo masivo, el negocio de cannabis en Latinoamérica podría experimentar cierto estancamiento.

“Resulta crucial avanzar en la definición de los usos permitidos y en la autorización para la comercialización de flor seca, así como en la utilización de cáñamo y CBD en alimentos, bebidas, suplementos dietéticos, productos veterinarios, cosméticos, entre otros. Sin estos avances, la industria legal del cannabis está condenada a convertirse en un negocio hueco y sin vitalidad”, apuntó.

De otra parte, salvo Uruguay, la región está muy rezagada en cuanto al uso adulto o recreacional del cannabis, manifestó el presidente ejecutivo de la Asociación Colombiana de Industrias de Cannabis (Asocolcanna), Miguel Samper Strouss.

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Mientras tanto, mercados como Canadá, 21 estados de EE.UU., Malta, Luxemburgo, Suiza, República Checa, Tailandia, entre otros, avanzan en bloque para buscar su regulación y ya han dado pasos en ese sentido.

“Las cifras demuestran que en esos países y estados de EE.UU. el consumo por parte de menores de edad se ha reducido sustancialmente, casi que llegando a unos márgenes bastante insignificantes. En segundo lugar, los consumos problemáticos del cannabis (la persona a la que le están generando problemas a nivel social, familiar o laboral y que aún así no lo han podido dejar) se han reducido sustancialmente también en esos países. Y en tercer lugar los beneficios económicos son visibles”, defendió Samper Strouss.

En Canadá, por ejemplo, expuso que desde el 2018 a la fecha se han generado más de 150.000 puestos de trabajo directos asociados a la industria del cannabis tras el aval al uso adulto, así como millonarias contribuciones al PIB y un repunte del recaudo tributario: “Nosotros en LatAm no deberíamos estar por debajo del reto y deberíamos estar pensando seriamente en tener una regulación del uso adulto”.

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El camino del cannabis en Latinoamérica

Un trabajador verifica la calidad de las flores de cáñamo en Colorado, EE. UU. Fotógrafo: Michael Ciaglo/Bloombergdfd

Argentina fue uno de los últimos mercados en Latinoamérica en promulgar nuevas reglamentaciones en favor del desarrollo del cáñamo y el cannabis medicinal.

En 2022, se promulgó en el país la Ley 27.669/22, recientemente reglamentada por decreto 405/23, también conocida como Marco Regulatorio para el Desarrollo de la Industria del Cannabis Medicinal y el Cáñamo Industrial.

Esta permite la producción industrial de cannabis para “uso medicinal humano, veterinario, nutricional, cosmético, industrial, de sanidad y fertilidad vegetal, así como todos aquellos usos que surjan a partir de la investigación científica y del desarrollo tecnológico e industrial”.

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Asimismo se autorizó la siembra y procesamiento de cáñamo para fabricar biocombustibles, materiales de construcción, autopartes, productos textiles, alimentos para animales y muchas otras aplicaciones.

Uruguay marcó el punto de partida cuando en 2013 reguló la producción y compraventa de cannabis con fines recreativos, medicinales y científicos bajo la Administración de José Mujica (2010-2015).

Por la misma vía, Colombia aprobó en 2016 la ley que regula el uso y la comercialización del cannabis medicinal y en el 2021 dio luz verde a un decreto que elimina la prohibición de exportar flor seca y abrió las puertas a los usos industriales para aprovechar su potencial en segmentos como el de los alimentos y las bebidas.

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En diciembre de 2017, Paraguay aprobó el marco legal para la producción controlada del cannabis para la investigación médica y científica para el tratamiento de enfermedades en los seres humanos. No obstante, fue hasta el 2020 cuando Paraguay, considerado el mayor productor de marihuana de Sudamérica, concedió las primeras licencias para la producción de cannabis con fines medicinales.

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También en el 2017 la Cámara de Diputados mexicana despenalizó la producción y distribución del cannabis con fines medicinales e investigación. La ley para la regulación de la marihuana estableció que “los productos de cannabis y sus derivados para usos industriales podrán comercializarse, exportarse e importarse cumpliendo los requisitos establecidos”. En 2021, el Tribunal Supremo de México también levantó la prohibición del consumo de cannabis, abriendo la posibilidad de que cualquier persona obtenga una licencia para su uso recreativo.

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El camino para la aprobación del cannabis en Brasil ha sido largo y hasta el 2015 la venta de productos con cannabidiol era prohibida en el gigante sudamericano. A pesar de que la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa) incluyó al cannabidiol dentro de las sustancias controladas, las empresas aún enfrentan diversos retos regulatorios y han tenido que ampararse en sentencias para poder expandir sus negocios.

Nathalie Vanegas, de ABICANN, detalló que “todavía está pendiente la legislación de la planta en Brasil; sin embargo; es el mayor mercado de cannabis de América Latina en términos de cantidad de pacientes y productos que se venden legalmente”.

“Las ventas son hechas a través de autorizaciones especiales otorgadas por la Anvisa para pacientes individuales, caso por caso, para importar productos para uso médico personal. Desde que se inició este programa, ya cuentan con más de 80.000 autorizaciones de importación”, afirmó la ejecutiva.

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No obstante, “Brasil todavía tiene grandes obstáculos, como una clase política conservadora fuerte, mucha complejidad burocrática e inseguridades en el escenario regulatorio”.

Y aunque sus avances no suelen ser tan difundidos, Ecuador también juega un rol importante y actores del sector consideran que tiene una de las regulaciones “más avanzadas” en toda la región, según la opinión del gerente general de la empresa HAMPI Cannabis, Santiago Trejo Abril.

Dice que si bien Ecuador empezó varios años después de Uruguay y Colombia, elaboró su marco normativo a partir de las fallas de los países prioneros y capturaron oportunidades y también vacíos que tienen regulaciones en EE.UU. y Europa.

“Ecuador tiene un andamiaje jurídico y mínimas áreas grises que permiten la fabricación de todo tipo de productos, entre ellos medicinales (CBD y THC) y de solo CBD en alimentos, bebidas alcohólicas y no alcohólicas, cosméticos, y todo tipo de productos”, afirmó Trejo en conversación con Bloomberg Línea.

Los mercados pioneros se ralentizan

Las plantas de cannabis crecen en un invernadero en una instalación en Canadá. Fotógrafo: Chris Roussakis/Bloombergdfd

Miguel Samper Strouss, de Asocolcanna, dice a Bloomberg Línea que, si bien Colombia fue el quinto país del mundo en regular los usos medicinales y con ello impulsó la locomotora de la legislación en la región, se ha venido quedando en los vagones de atrás.

“La regulación de cannabis medicinal en un momento fue de avanzada, pero en este momento estamos muy rezagados con todas las trabas que se le han impuesto a los permisos fitosanitarios por parte del Invima (Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos) a la incoporación del CBD -el cannabinoide no psicoativo- a los alimentos y bebidas”, señaló.

Samper Strouss reforzó que con estas acciones el país se ha quedado atrás frente a otros mercados de la región que comenzaron más tarde como Argentina, en donde ya se avaló el uso del CBD en alimentos y bebidas con un enfoque industrial.

“Como se permite en todos los estados de EE.UU., inclusive los más conservadores que no tienen autorizado el uso medicinal, como en Texas, permiten hoy la incorporación del CBD en alimentos y bebidas para convertirlo en alimento funcional”, apuntó.

De acuerdo con cifras entregadas por Asocolcanna, los rezagos regulatorios se reflejan en que de 57.000 hectáreas licenciadas para cannabis psicoactivo y no psicoativo en Colombia, solo se están sembrando 26. Además, cerca del 40% de las empresas que obtuvieron alguna licencia en los últimos siete años cerraron operaciones.

“Yo diría que matamos el tigre y nos asustamos con el cuero. Regulamos el uso medicinal, el uso industrial, etc. y no hemos sacado el primer decreto que regule el cáñamo, en segundo lugar prohibimos el uso de flor de cannabis como producto terminado (los médicos no pueden recetarla) y además regulamos la incorporación de alimentos y bebidas, pero la norma dice absurdamente que se puede hacer siempre y cuando esta sea indetectable. Es decir, no hicimos absolutamente nada”, argumentó el directivo.

Los mayores retos del cannabis

Desde la Cámara Argentina del Cannabis indican que las mayores barreras para el negocio legal de la marihuana están relacionadas con las limitaciones impuestas por las autoridades reguladoras en materia sanitaria, cuyas “demandas de cumplimiento resultan restrictivas y prácticamente inalcanzables para los actores que operan dentro de los marcos formales”.

Pablo Fazio, presidente de esa entidad, manifiesta que aunque se argumenta que estas exigencias buscan proteger la salud pública, “en realidad solo han contribuido a favorecer a los operadores informales”.

Asimismo, expone que estas acciones han conducido a un aumento en la oferta y consumo de productos ilegales y de calidad cuestionable por parte de los usuarios y consumidores, lo que genera hábitos de abastecimiento que luego serán complejos de modificar.

“En el caso de Argentina, resaltan conquistas como la posibilidad del autocultivo de cannabis en forma individual, pero también a través organizaciones no gubernamentales, así como la posibilidad de registrar productos vegetales fitoterápicos de espectro completo con derivados de cannabis ante la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT)”, subrayó Fazio.

Ante los avances regulatorios en la región, las agremiaciones están a la expectativa de las diferentes implementaciones, lo que implica que las autoridades hagan una lectura correcta y una comprensión adecuada de la problemática de la industria en el mundo.

Mercados como el argentino, por ejemplo, tienen la oportunidad de aprender de los muchos errores que se han cometido en países que nos antecedieron para evitar repetirlos, pues en Argencann ven que “ha sido costoso en términos de inversiones malogradas, oportunidades no aprovechadas y expectativas no alcanzadas”.

En Brasil, la vicepresidenta de Relaciones Internacionales de ABICANN advierte sobre la existencia de un mercado negro sólido que dificulta la transición hacia uno legal y regulado, así como la falta de regulación a nivel federal y las preocupaciones sobre el lavado del dinero que “son frenos al desarrollo de la industria, fuentes de preocupaciones de los gobiernos y consecuentemente dificulta el acceso a financiamientos”.

Atado a lo anterior, la falta de inversión en las áreas de investigación científica puede limitar el desarrollo de productos y la comprensión de los beneficios terapéuticos del cannabis.

Santiago Trejo Abril, de HAMPI Cannabis, sintetiza que Latinoamérica tiene una tendencia de avanzada, pero tardía al mercado del cannabis, a diferencia de EE.UU., “donde el mercado ha desbordado a la regulación”.

Por lo anterior, considera que las mayores barreras para hacer crecer el negocio pasan por el entendimiento de los reguladores de que se trata de “una industria que crece y necesita procesos ágiles para fabricar de manera local productos e ingresar a mercados entre Latinomérica, Europa y EE.UU.”.

“Caso contrario, Latinoamérica solo será un mercado de contrabando de productos sin regulación de EE.UU., principalmente, que inunden nuestros mercados, perdiendo capacidad de producción local y exportación”, afirmó.

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