Rivalidades en el gabinete de Lula sacuden a Petrobras y a los mercados brasileños

La incertidumbre ha reducido el apetito de los inversores por las acciones de las empresas estatales y les ha vuelto más cautelosos sobre Brasil en su conjunto

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Bloomberg — La creciente disputa por la dirección de Petroleo Brasileiro SA está poniendo de manifiesto las fisuras en la administración del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, lo que agita repetidamente a los mercados.

La batalla por el máximo cargo de Petrobras estalló la semana pasada, cuando el ministro de Minas y Energía, Alexandre Silveira, lanzó su última ronda de críticas al presidente ejecutivo, Jean Paul Prates, por su gestión de la petrolera controlada por el Estado. Prates, en respuesta, solicitó una reunión con Lula en busca de muestras de apoyo, mientras corrían rumores de que su despido era inminente.

El resultado fue un final de semana turbulento para los mercados, con las acciones de la empresa oscilando salvajemente mientras los inversores se esforzaban por seguir el ritmo mientras Lula permanecía al margen. El lunes, las acciones siguieron oscilando antes de la reunión nocturna entre el residente y el Ministro de Hacienda, Fernando Haddad, en la que se esperaba que discutieran la situación.

Las acciones preferentes de Petrobras subieron hasta un 1,32% en Sao Paulo el martes, liderando las ganancias del índice bursátil brasileño Ibovespa, tras conocerse que el Gobierno podría proponer al consejo de administración el pago del 50% de los dividendos extraordinarios que la empresa decidió no distribuir anteriormente, otro asunto que ha dividido a la administración.

Haddad presentaría la idea en la reunión del lunes, según el diario local Valor. El gobierno de Lula se negó a comentar la reunión o la posible propuesta.

El veterano Lula, que fue presidente de Brasil entre 2003 y 2010, anima desde hace tiempo a los miembros de su administración a ofrecer opiniones discrepantes, y normalmente solo toma decisiones definitivas después de haber sopesado los argumentos en conflicto.

Pero la pelea más reciente es un ejemplo de los riesgos que pueden plantear las rivalidades resultantes. Según los inversores, el conflicto de Petrobras tipifica el tipo de disputas públicas en el seno de la administración que se han convertido en habituales desde que Lula volvió al poder, y que han hecho mucho más difícil discernir el rumbo de la mayor economía de América Latina. La incertidumbre ha reducido el apetito de los inversores por las acciones de las empresas estatales y les ha vuelto más cautelosos sobre Brasil en su conjunto.

Desde que asumió el control de Petrobras el año pasado, Prates se ha enfrentado regularmente a miembros del gabinete de Lula, incluido Silveira, que ha criticado repetidamente la falta de alineación del presidente ejecutivo con las prioridades del gobierno. Recientemente han discutido sobre los extraordinarios pagos de dividendos que han atraído el escrutinio de los inversores.

Lo que dice Bloomberg Economics

“El gran interés del presidente Luiz Inácio Lula da Silva por el gigante petrolero brasileño Petrobras aviva la preocupación por un intervencionismo que, en el pasado, hizo poco por impulsar la economía y resultó muy costoso para los accionistas. El Gobierno podría verse tentado a interferir en las estrategias de dividendos, inversión y fijación de precios de Petrobras para apalancar sus objetivos fiscales, de crecimiento y de inflación, pero los riesgos pueden ser mayores que los beneficios.”

- Adriana Dupita, economista de Brasil y Argentina

A pesar de todas las contradicciones de una empresa que es a la vez controlada por el Estado y propiedad de accionistas privados, el director general de Petrobras tiene uno de los puestos más codiciados de Brasil. La envergadura del plan de inversiones de la compañía, estimado en US$102.000 millones entre 2024 y 2028, convierte a la petrolera en un potencial instrumento de desarrollo. Si el gobierno debe utilizarla para impulsar el crecimiento y el empleo o abstenerse de intervenir en sus decisiones corporativas ha sido un punto clave de debate dentro de la administración de Lula.

Pero no es ni mucho menos la primera pelea que salta a la luz pública. El año pasado, Haddad se enfrentó a las críticas de sus aliados de izquierdas, que afirmaban que sus intentos de recortar el gasto eran demasiado favorables al mercado y habían puesto en peligro los objetivos económicos de Lula. Más tarde, él y el Jefe de Gabinete, Rui Costa, se enzarzaron en un tira y afloja sobre el objetivo fiscal del gobierno, con Haddad luchando por mantener un objetivo de déficit cero que Costa y otros querían hacer más laxo

Tras meses apoyando los planes de Haddad, Lula puso en duda en octubre la importancia de eliminar el déficit primario, lo que provocó una caída en picado de los mercados ante el temor de que su gobierno abandonara su compromiso de sanear las cuentas públicas del país.

Más tarde dio marcha atrás y reafirmó su apoyo al objetivo, pero el impacto sobre los inversores ha persistido. Aunque actualmente el Gobierno prevé que terminará 2024 con un déficit dentro de los límites fijados, los mercados prevén déficits primarios significativamente mayores, del 0,7% del PIB en 2024 y del 0,6% el año próximo, según la encuesta semanal de economistas del banco central.

Las rivalidades ministeriales son una característica habitual de cualquier gobierno, y un lugar común en Brasil, donde una coalición de gobierno que funcione exige repartir los puestos del gabinete entre una serie de partidos que a menudo tienen objetivos ideológicos diferentes.

Pero en su tercer mandato, Lula ha mantenido sus propias posiciones en los asuntos más importantes, delegando menos en asesores y aliados que en años anteriores. Como resultado, los ministros y otros miembros de la administración han recurrido más a menudo a argumentos públicos para intentar ganarse su apoyo. Eso ha aumentado las probabilidades de luchas prolongadas que dejan a analistas e inversores confusos sobre el enfoque que adoptará finalmente el presidente.

“Esta es una crisis completamente creada por el propio gobierno”, dijo Thomas Traumann, un consultor de comunicaciones con sede en Río de Janeiro que trabajó en la administración de la ex presidenta Dilma Rousseff. “No hubo grandes pérdidas de inversión, el petróleo no subió ni bajó. Sólo es una crisis porque hay una pelea, y está paralizando a Petrobras”.

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