¿Qué tan resilientes serán los consumidores estadounidenses sin un empleo?

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Imaginemos titulares que den la noticia de que cada mes se pierden 20.000 puestos de trabajo en nóminas de Estados Unidos. La confianza de los consumidores y los inversionistas se desplomaría y la presión sobre la Fed para que continúe recortando las tasas de interés sería intensa.

No obstante, ese es posiblemente el estado actual del mercado laboral, según indicó la semana pasada el presidente Jerome Powell, mientras elevaba la vara para una mayor flexibilización de la política monetaria.

Powell estaba teniendo en cuenta las revisiones de datos del próximo año, que, según sus previsiones, reducirán en 60.000 puestos, de media, las cifras mensuales de empleo que hemos tenido desde abril.

Su pronóstico era agresivo, pero dibujaba un panorama totalmente habitual de un mercado laboral agonizante, en el que los datos oficiales muestran que los sectores productores de bienes han recortado 72.000 puestos de trabajo desde abril y que el empleo en el sector servicios solo ha crecido gracias a la sanidad y la educación.

Entonces, ¿cómo justificar la previsión de la Reserva Federal de que el desempleo se situará en el 4,4% a finales de 2026, sin diferencias respecto a la cifra registrada en septiembre?

Los responsables políticos se mostraron optimistas respecto al crecimiento económico que sustenta el empleo, impulsado por el consumo resistente, la ley One Big Beautiful Bill Act (Ley fiscal de Trump) y las inversiones en IA.

Sin embargo, la causalidad también funciona en sentido contrario, donde el empeoramiento del empleo ejerce una presión a la baja sobre el consumo, que constituye dos tercios de la economía.

El impulso negativo que se percibe en el mercado laboral y la promesa de una inteligencia artificial que, si bien aumentará la productividad, también podría destruir puestos de trabajo, harán que las perspectivas de desempleo de la Fed sean difíciles de alcanzar en el 2026 y pondrán en duda su visión optimista del crecimiento.

Las recientes noticias procedentes de sectores cíclicos como la industria manufacturera y la vivienda han sido desalentadoras. El componente de empleo manufacturero del Instituto de Gestión de Suministros se contrajo por décimo mes seguido en noviembre.

Los datos coinciden con el momento en que las empresas están armando sus presupuestos para el año siguiente, por lo que poseen cierto valor predictivo. Durante los últimos 30 años, una lectura de noviembre similar o inferior al nivel del mes anterior ha sido seguida, por lo general, por una caída del empleo manufacturero en el primer trimestre.

Home Depot Inc. (HD), la empresa líder en mejoras para el hogar, anunció en su día del inversor esta semana que prevé un estancamiento en el crecimiento de los ingresos y un crecimiento de las ganancias ligeramente superior en 2026.

No hace falta ser un genio de las matemáticas para darse cuenta de que esto no deja margen para aumentar la plantilla. Home Depot cree que aún está ganando cuota de mercado, por lo que el sector en general debería registrar un empleo estancado, en el mejor de los casos, a partir de 2026.

Toll Brothers Inc. (TOL) , la mayor constructora de viviendas de lujo de EE.UU., prevé entregar menos viviendas el próximo año, y su estimación decepcionó a los analistas. Destaca por su posición en el segmento premium del sector, donde las ventas han sido más resilientes.

La compañía afirmó que su cartera de pedidos se redujo en más de un 20% el año pasado, la última señal de que la construcción residencial y el empleo en general están a punto de declinar.

El Informe Nacional de Empleo de ADP de noviembre mostró que los empleadores privados, tanto en industrias productoras de bienes como de servicios, estaban eliminando puestos de trabajo, y las pequeñas empresas con menos de 50 empleados recortaron 120.000 puestos de trabajo, la mayor caída en un mes desde mayo de 2020.

Los empleados administrativos se encuentra en una situación particularmente curiosa. El empleo en este país ha permanecido estancado durante los últimos dos años y medio, primero para compensar la sobrecontratación durante la recuperación de la pandemia y, más recientemente, debido al impacto de la IA.

“Es evidente que se anuncian grandes despidos, y también que las empresas dicen que no van a contratar a nadie durante mucho tiempo”, declaró Powell el miércoles, al ser preguntado sobre la IA, tras la decisión de la Fed de reducir su objetivo para la tasa de fondos federales en un cuarto de punto porcentual. “Al mismo tiempo, la gente no está solicitando el seguro de desempleo”.

Ya sea que este dilema se resuelva con más despidos y solicitudes de subsidio por desempleo o con la decepción por la IA, las consecuencias dañarán la confianza. Sabemos que el auge de la inversión en IA por sí solo no genera mucho empleo, más allá del necesario para la construcción de centros de datos.

En cuanto al estímulo fiscal, muchos empleadores ya deberían haber considerado el impulso de la legislación fiscal aprobada hace cinco meses. Eso nos deja con el consumo, que debe seguir de alguna manera el empleo.

En definitiva, es difícil ver cómo se materializan las optimistas previsiones de crecimiento económico sin un mercado laboral más sólido que el actual.

Lamentablemente, faltan los factores que impulsan la recuperación del crecimiento del empleo, y de no existir estos, el desempleo debería seguir aumentando de forma intermitente, como lo ha venido haciendo desde la primavera de 2023.

Como declaró Marianne Lake, directora financiera de JPMorgan Chase & Co., en un evento este mes: “Nuestra perspectiva para el próximo año sería que el desempleo aumente ligeramente y, por lo tanto, que esto se refleje en el consumo”.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial de Bloomberg LP y sus propietarios.

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