Solo un poco más de la mitad de los adolescentes de EE.UU. estaban al día con sus vacunas contra el VPH en 2019, y solo un 52% de los niños, en contraste con el 57% de las niñas (aproximadamente el 85% de las mujeres en Reino Unido habían recibido ambas dosis en 2020) Fotógrafo: Hannah Beier/Bloomberg
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Bloomberg — La velocidad con la que las vacunas contra el Covid-19 rompieron el vínculo entre los contagios y las muertes ha vuelto a poner el foco en el milagro, y la ciencia, de la vacunación. Si tan solo contáramos también con una vacuna contra el cáncer, ha dicho la gente.

Pero, espera, la tenemos. Y ahora, un importante estudio ha demostrado cuán eficaz es.

En 2008, Reino Unido comenzó a ofrecer a las niñas de entre 12 y 13 años una vacuna contra el virus del papiloma humano, que se transmite principalmente por vía sexual y es la causa de casi todos los cánceres de cuello uterino. Posteriormente, la vacuna se implementó en un programa para niñas mayores y, desde 2019, para niños.

Utilizando datos de un registro de cáncer de base poblacional recabado entre 2006 y 2019, los investigadores (que publicaron la semana pasada el estudio en la revista Lancet), concluyeron que la vacuna tuvo un importante efecto en las tasas de cáncer de cuello uterino, con una reducción del 87% en aquellas jóvenes a las que se les ofreció la vacuna a los 12 y 13 años (las tasas de reducción fueron más bajas entre las que formaron parte del programa más tarde, ya que menos jóvenes se vacunaron y es posible que algunas ya hubieran iniciado su vida sexual).

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“El programa de inmunización contra el VPH prácticamente ha eliminado con éxito el cáncer de cuello uterino en mujeres nacidas desde el 1 de septiembre de 1995″, concluye el estudio. Entre los éxitos en el desarrollo de vacunas, este caso debería ser más conocido.

Los hallazgos del estudio ponen de relieve la urgencia de hacer que haya mayor disponibilidad de estas vacunas en todo el mundo, especialmente en los países en desarrollo. Pero también nos recuerda que las tasas de aceptación aún podrían ser mayores en muchos países, incluido Estados Unidos y no solo entre las niñas.

Hay más de 200 tipos de VPH comunes en los seres humanos; la mayoría son combatidos naturalmente por el sistema inmunológico del cuerpo, pero algunos pueden causar verrugas genitales o cáncer. Casi el 40% de las mujeres se infectan con el VPH dentro de los dos años posteriores al inicio de su vida sexual, por lo que existe una probabilidad bastante alta de contraerlo. Sin embargo, las vacunas no funcionan después de haberse contagiado del VPH, razón por la cual es tan importante que las jóvenes se vacunen a temprana edad.

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En general, se sabe que el VPH es una causa del cáncer de cuello uterino, pero también es el culpable de muchos otros cánceres. En 1999, la epidemióloga molecular y experta en cáncer Maura Gillison relacionó algunos cánceres de cabeza y cuello con el VPH y enfermedades de transmisión sexual. La incidencia de estos cánceres estaba aumentando a un ritmo alarmante, especialmente entre hombres de edad mediana que habían contraído el VPH décadas antes. En EE.UU., entre 2013 y 2017, hubo cada año más de 45.000 casos de cáncer asociados con el VPH; casi 20.000 de ellos correspondieron a hombres.

Gracias a los programas de detección y a la vacuna, Reino Unido ha experimentado una gran disminución en los principales tipos de VPH causantes de cáncer tanto en mujeres como en hombres y también una gran reducción en el número de jóvenes que informan tener verrugas genitales. Dado que los cánceres se desarrollan lentamente con el tiempo, los beneficios reales de la vacuna para la prevención de enfermedades (y para salvar vidas) deberían ser aún mayores. Es probable que el éxito de la vacuna provoque un replanteamiento de los programas de detección del cáncer de cuello uterino, aunque no está claro si se necesitará un refuerzo a mediana edad.

En 2020, la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA por sus siglas en inglés) amplió la aprobación de la vacuna contra el VPH de Merck & Co., Gardasil 9 (que protege contra nueve tipos diferentes de VPH y que también se usa en Gran Bretaña), para incluir su uso para la prevención de enfermedades orofaríngeas (garganta) y otros cánceres de cabeza y cuello. Ahora está aprobada para su uso en hombres y mujeres de entre 9 y 45 años, con dos dosis solo para quienes se vacunaron a temprana edad.

Y, sin embargo, a pesar de su éxito, solo un poco más de la mitad de los adolescentes de EE.UU. estaban al día con sus vacunas contra el VPH en 2019, y solo un 52% de los niños, en contraste con el 57% de las niñas (aproximadamente el 85% de las mujeres en Reino Unido habían recibido ambas dosis en 2020). Como ocurre con todo en EE.UU., las tasas varían drásticamente según el estado.

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La vacunación contra el VPH es una obviedad, entonces ¿por qué las tasas son tan bajas? Las explicaciones varían. La dos o tres dosis de la vacuna podrían ser un factor disuasivo para algunos padres. Algunos estudios han sugerido que, dado que el VPH está asociado con la transmisión sexual, médicos y padres son más reacios a discutirlo. También están las habituales preocupaciones sobre los efectos adversos y los riesgos. En Gran Bretaña, a los niños generalmente se les administra la vacuna en la escuela, lo que hace que sea mucho más fácil para los padres dar su consentimiento y no olvidarse de hacerlo.

Además de la experiencia mundial con el Covid-19, el estudio de Lancet sobre la vacuna contra el VPH es otro recordatorio de la importancia que tienen las vacunas en salvar vidas. Cuando la ciencia nos ofrece un regalo, sería bueno que lo aceptáramos.