La pobreza que rompe la ‘burbuja’ en Lechería, la ciudad más costosa de Venezuela

Se le ha conocido siempre como una localidad de opulencia y aunque ha logrado seguir creciendo económicamente en los peores años del país, no escapa de la crisis

Playa Lido, en Lechería, estado Anzoátegui, hacia el oriente de Venezuela / Foto Raylí Luján
15 de diciembre, 2021 | 10:05 AM

Mientras un hombre vestido de San Nicolás se despide de niños y padres en una concurrida tienda de venta de artículos navideños, extremadamente decorada, un pequeño, sentado en la acera de enfrente, descalzo, abre un envase de cartón con sobras de comida. Son dos realidades en una misma ciudad, que marcan el reflejo de un país con una economía distorsionada.

A Lechería, en el estado Anzoátegui, se le ha conocido siempre como una localidad de opulencia. Rodeada del Mar Caribe, a 321,6 kilómetros de la capital Caracas, es el municipio más pequeño de Venezuela y uno de los más ricos. No ha sido diferente, ni siquiera con el paso del chavismo y la crisis hiperinflacionaria que ahoga al país, con 94,5% de pobreza en el último año, de acuerdo al estudio de la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).

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En esta zona costeña, la actividad económica no se ha detenido, a diferencia de otras ciudades en la misma entidad como Puerto La Cruz o Barcelona, donde el sector petrolero tiene mayor relevancia. Entre yates, lujosas viviendas en Los Canales y bodegones, así como la reconocida urbanización ‘El Morro’, hacen que Lechería sea considerada una ‘burbuja’ en comparación con el resto de Venezuela.

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En medio de esas enormes estructuras comerciales, se produce un fenómeno que sí avanza en gran parte del país. Los habitantes en Lechería consideran que si bien existen inversiones de pequeños y medianos empresarios, también se encuentran las llamadas “lavadoras de dinero”, a las que se les reconoce por su continua operatividad pese a la poca presencia de clientes.

Pero así como esos locales aplican el mecanismo para la justificación de dinero de dudosa procedencia y la procura de su movimiento, también es notable la circulación de divisas en la jurisdicción. Este último año, con más ahínco, que algunos contratistas atribuyen a la reactivación de empleos a raíz del pago de deudas pendientes por Petróleos de Venezuela (Pdvsa) a compañías afines y la reactivación de contratos, así como la inyección de presupuesto para la reparación de maquinaria.

Avenida principal en Lechería, estado Anzoátegui, hacia el oriente de Venezuela / Foto Raylí Lujándfd

“En la avenida frente a Playa Mansa es dónde está la rumba todos los fines de semana. La gente gasta y gasta”, dice un conductor de transporte. Se refiere a lo que antes se le conocía como la Concha Acústica, donde hoy varios locales de venta de comidas y bebidas alcohólicas cuentan con vida nocturna y alta afluencia de invitados. Al doblar un par de cuadras, también se encuentra la avenida principal de Lechería, donde otros comercios y centros de esparcimientos resultan atractivos para todo el que transite, haciéndolo comparable con una calle llamativa en cualquier otro país de primer mundo.

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Los visitantes aterrizan de nuevo en la realidad venezolana, una vez que ajustan el foco de sus lentes. Lechería, considerada la mini-Miami de Venezuela, con grandes edificios y seguridad jurídica, se cubre también de pobreza extrema. En los principales semáforos frente a las casas de playa y sus estacionamientos para yates, un grupo de niños hace señas para que los conductores de vehículos les den algo de dinero o en su defecto, algún alimento que les haya quedado.

En algunas entradas de minimercados o ventas de comida rápida también se encuentran pequeños grupos familiares haciendo lo propio. Vienen de Barcelona o Puerto La Cruz para pasar el día, y también algunas noches en Playa Cangrejo, dónde encuentran una especie de refugio junto a otros, también en situación de calle.

Barrio Santa Rosa en Lechería, estado Anzoátegui, hacia el oriente de Venezuela / Foto Raylí Lujandfd

Los efectivos policiales del municipio Urbaneja, que posee una población de 36,450 habitantes, ya se familiarizan con su presencia, y aunque a regañadientes los van espantando de los principales puntos más visitados de Lechería, saben que es imposible erradicarlo por completo.

Ocurre similar con quienes hacen vida en las zonas más vulnerables de Lechería, esas que no aparecen en las imágenes turísticas, pero son parte del boca a boca. Las aldeas de pescadores, los barrios Santa Rosa, el Rómulo Gallegos o el Fernández Padilla, dónde los recursos del Estado no parecen llegar con frecuencia y la poca inversión en esta materia es notoria. Mientras tanto, algunos aseguran que se trata más bien de una falla cultural y depende del propio residente su progreso.