El edificio de la sede de la Comisión de Valores de Estados Unidos (SEC) se encuentra en Washington, D.C., Estados Unidos, el lunes 10 de mayo de 2010.  Fotógrafo: Joshua Roberts/Bloomberg
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Bloomberg Opinión — Por fin, la Comisión del Mercado de Valores (SEC por sus siglas en inglés) ha esbozado un plan para abordar una cuestión difícil en el mercado bursátil estadounidense: cómo y cuándo los iniciados en las empresas, que inevitablemente tienen mejor información que el público inversor, pueden negociar legalmente con las acciones de sus empresas.

La propuesta es buena, dentro de lo que cabe. Pero podría hacer mucho más para garantizar a los inversores habituales que los iniciados no se aprovechen de ellos.

Según las normas actuales, los ejecutivos y directores pueden evitar en gran medida las acusaciones de tráfico ilegal de información privilegiada estableciendo un programa predeterminado de ventas o compras, conocido como plan 10b5-1. Sin embargo, si saben que su empresa está a punto de hacer un gran negocio o de comunicar una mala noticia, todavía hay muchas maneras de utilizar esos planes para actuar sobre la información. Pueden establecer uno para una sola operación y actuar sobre ella al día siguiente. Pueden establecer varios planes y luego cancelar los más desfavorables en cualquier momento. Es difícil que el público entienda lo que está pasando, porque muchos de los detalles relevantes de los planes no se revelan o son difíciles de encontrar.

Ahora, la SEC está tratando de dificultar el juego de los planes. La nueva norma propuesta establecería un periodo de reflexión de 120 días antes de que pueda ejecutarse la primera operación, tiempo suficiente para eliminar cualquier ventaja informativa que pueda tener la persona con información privilegiada cuando se crea un plan. Limitaría los planes de una sola operación a uno por año y no permitiría a los ejecutivos tener varios planes simultáneamente. Todos estos cambios son positivos. Pero en otras áreas, en particular la divulgación pública, la propuesta de la SEC se queda corta.

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En la actualidad, cuando un ejecutivo crea o pone fin a un plan 10b5-1, es la empresa la que debe decidir si divulga o no el movimiento. Por ejemplo, ya en 2004, Cisco Systems presentaba regularmente divulgaciones 8-K sobre tales planes, incluyendo el nombre del ejecutivo, el número de acciones y el plazo de las ventas. Pero a partir de 2018, la compañía dejó de proporcionar ese nivel de detalle, sin ninguna explicación. A falta de normas formales, la empresa y sus abogados podían elegir lo que querían revelar.

La nueva propuesta exigiría a las empresas revelar los planes en sus informes financieros trimestrales 10-Q, con alguna información añadida (sobre las opciones de compra de acciones, por ejemplo) en sus informes anuales 10-K. Eso no es suficiente. Para que sea realmente útil para los inversores, la divulgación debería producirse tan pronto como se creen o cancelen los planes, por ejemplo, con arreglo a las normas 8-K que exigen su presentación en un plazo de cuatro días hábiles, como recomendó el propio comité asesor de inversores de la SEC.

¿Por qué la SEC va a ir en contra de las recomendaciones de los inversores? Lo más probable es que para satisfacer a los dos republicanos entre los cinco comisionados de la agencia, uno de los cuales, Elad Roisman, declaró públicamente que “esta no era la regla que yo habría escrito”. Al final, la propuesta obtuvo un apoyo unánime, una rareza en estos tiempos de división política. Pero incluso la modesta información que exige podría ser suavizada o eliminada cuando los bufetes de abogados empiecen a intervenir.

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La historia reciente no es alentadora. La SEC fue más ambiciosa en 2002, cuando propuso que los planes 10b5-1 estuvieran sujetos a la divulgación 8-K. Pero varios comentaristas, incluyendo grandes firmas de corretaje como Charles Schwab, se quejaron de que el requisito “confundiría a los inversores”. Otros se opusieron al papeleo añadido. La idea se abandonó.

Como ávido lector de los archivos de la SEC, hace tiempo que sostengo que una mayor y mejor divulgación beneficia a todos los inversores, aunque signifique un poco más de trabajo para la gente que prepara estos documentos. Las últimas propuestas, suponiendo que sobrevivan a los grupos de presión de las empresas, son un paso en la dirección correcta. Pero siguen sin proporcionar suficiente información de manera que sea importante para los inversores ordinarios.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.

Este artículo fue traducido por Andrea González