Opinión - Bloomberg

La temporada de fútbol americano ha terminado. Los problemas de la NFL no

La audiencia de la liga ha subido todos los años, salvo el de 2020, interrumpido por la pandemia. Quizá el renovado interés esté relacionado con la explosión de las apuestas deportivas.
Por Stephen Carter
15 de febrero, 2022 | 10:02 AM
Tiempo de lectura: 5 minutos

Bloomberg Opinión — Una temporada con crecientes índices de audiencia para el futbol profesional ha sido coronada por lo que se esperaba que fuera el Super Bowl más visto de la historia. A raíz de la emocionante victoria del domingo por la noche para Los Angeles Rams, los fanáticos felizmente exhaustos dejarán a un lado la pintura de la cara y los dedos gigantes de espuma con el número uno hasta el otoño boreal, y sonreirán durante todo el verano con la simple confianza de que el futuro del deporte más popular de Estados Unidos es brillante y luminoso.

Pero la confianza podría no ser correcta. Sí, la Liga Nacional de Futbol (NFL, por sus siglas en inglés) parece más poderosa que nunca, pero tomando prestado de Asimov, el árbol hueco parece tan fuerte como siempre hasta que la tormenta lo rompe en pedazos.

Y las tormentas se acumulan.

Veamos un par.

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Primero, el elefante en el estadio: El problema de la violencia doméstica en la liga no va a desaparecer. Aunque los jugadores de la NFL parecen tener menos probabilidades de ser acusados de violencia contra las mujeres que los hombres de la población general, esa es la comparación incorrecta. La correcta es que es mucho más probable que sean arrestados por el delito que los hombres en otros campos que ganan una compensación similar.

La NFL cuenta con una política muy estricta en materia de violencia doméstica, pero un estudio de 2021 reveló que la política es, por decirlo suavemente, poco rigurosa. Al mismo tiempo, la liga ha sido acusada de aplicar la política principalmente cuando el jugador implicado no es una estrella. Los informes informales sugieren que los jugadores de la NFL tienen más probabilidades que la población general de hombres de que se les retiren los cargos por violencia doméstica. Además, los jugadores acusados rara vez muestran remordimientos.

Desde luego, no estoy sugiriendo que todos los acusados sean culpables. Pero la percepción de que persiste un vínculo entre el futbol americano y la violencia. Para vencerla, la liga tendrá que ser más firme y más justa a la hora de aplicar sus políticas.

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Otra sugerencia: hacer el draft con cuidado. Los equipos de la NFL suelen elegir a jugadores que fueron acusados de delitos violentos en la universidad, una práctica que los redactores deportivos llaman “arriesgarse”. Pero los números nos dicen que el futbol americano es como otros ámbitos de la vida. El mejor indicador de si un jugador cometerá un delito de violencia en el futuro es que haya cometido uno en el pasado. No es el equipo el que se arriesga, sino la novia o el cónyuge del jugador.

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Ahora hablemos de las audiencias televisivas. Aunque esta columna se escribió antes de que tuviéramos las cifras para el Super Bowl, muchos en los medios de comunicación han estado promocionando el pronóstico de la firma de análisis PredictHQ de que el juego de este año sería el más visto de la historia.

Pero las llamativas cifras de este año podrían ser atípicas. Antes de este fin de semana, los índices de audiencia del Super Bowl en los hogares (porcentaje de hogares que la ven) llevaban seis años de tendencia a la baja. La cifra del 38,2% del año pasado fue la más baja desde 1969. Además, en el grupo demográfico de 18 a 49 años, las cifras se han desplomado. En 2021, sólo el 26% del grupo demográfico lo sintonizó, el más bajo registrado. En resumen, es demasiado pronto para saber si la espiral de descenso se ha invertido; e incluso un aumento temporal no importará a largo plazo si la liga no puede atraer a los espectadores más jóvenes.

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Además, la causa del aumento es importante. Los índices de audiencia de la NFL para los partidos de la temporada regular habían estado cayendo de forma constante hasta 2017, cuando el Tribunal Supremo de Estados Unidos le hizo un favor a la liga al anular la ley federal que prohibía a la mayoría de los estados legalizar las apuestas deportivas. Desde entonces, la audiencia de la liga ha subido todos los años, salvo el de 2020, interrumpido por la pandemia. Quizá el renovado interés esté relacionado con la explosión de las apuestas deportivas.

Las apuestas en los partidos profesionales y universitarios son ahora legales en al menos 30 estados. La NFL está asociada (es decir, recibe dinero de los patrocinadores) a una serie de entidades de apuestas. Los aficionados no sólo apuestan por los partidos, sino también por lo que se denomina “props”: quién marcará el primer touchdown, cuántas veces será derribado un quarterback, etc. Incluso pueden apostar sobre si el equipo que gana el lanzamiento de la moneda empezará en la ofensiva. (La propia liga ha hecho una gran apuesta al decidir aceptar la publicidad de los sitios de apuestas, y la típica retransmisión parece presentar ahora más anuncios de apuestas deportivas que de los tradicionales pilares de la liga, los coches y la cerveza).

Pero ¿realmente quiere la NFL apostar por un futuro en el que lo que atrae a los espectadores es la posibilidad de ganar dinero? Cuidado con la reacción. Incluso el Tribunal Supremo, al anular la prohibición federal, advirtió que el hecho de que un estado deba autorizar las apuestas deportivas era “una importante decisión política” debido al potencial de corrupción y adicción, junto con la posibilidad de que “personas de medios modestos” puedan “dilapidar sus ahorros y ganancias”.

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Por favor, no me malinterpreten. El libertario que hay en mí ciertamente no cree que las apuestas deban prohibirse. Simplemente no estoy seguro de cuánto tiempo puede sobrevivir la NFL en su forma actual si su plan es convertirse en el equivalente televisado de un día en la pista de carreras de caballos.

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Hay otros desafíos: la política, las conmociones cerebrales, el próximo colapso de la cartera de jugadores a medida que las tasas de participación en el futbol americano en la escuela secundaria se desploman y, por supuesto, el tema racial, sobre el que escribí recientemente, pero no hay mucho espacio.

Mis advertencias de tormenta no son por placer. He sido un fanático comprometido desde el 12 de noviembre de 1967, cuando mi madre me llevó al estadio de Washington para ver mi primer partido. (Washington 31, San Francisco 28. Puedes buscarlo.) Pero los datos son los que son, y me inquieta contemplar el futuro del juego que amo.

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Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.

Este artículo fue traducido por Estefanía Salinas Concha.