Buenos Aires — En los diálogos mantenidos con el presidente de Chile, Gabriel Boric, en su visita a la Argentina, y que se darán en la visita de este jueves del presidente de Bolivia, Luis Arce, además de las reuniones que llevará a cabo Martín Guzmán en Brasil el mismo día, hay un punto en común: el abastecimiento de gas para el invierno.
El Gobierno argentino negocia con Bolivia una adenda en el contrato que une a ambas naciones para aumentar la provisión de gas boliviano que se importa anualmente. Ese entendimiento estaría cerrado y lo anunciarían este jueves Luis Arce y el presidente Alberto Fernández, según pudo averiguar Bloomberg Línea.
Ese mismo día el ministro de Economía, Martín Guzmán, viajará a Brasil y la agenda incluirá estas negociaciones. Aunque fuentes en la embajada de Bolivia lo niegan, desde el Gobierno argentino señalan como necesario el aval de Brasil en ceder una parte de la cuota que ellos importan de Bolivia a la Argentina.
Y Chile también estuvo involucrado. No solo para ratificar la política de exportaciones a ese país contenida en el Plan Gas.Ar de Argentina, sino también la posibilidad de avanzar en un intercambio de gas y petróleo por gas natural licuado a través de gasoductos en el norte del país. Una opción que se barajó pero aun no se confirmó.
El acuerdo con Bolivia establecería un aumento de 10 millones de metros cúbicos a 16 millones de metros cúbicos para el invierno, según declaró Agustín Gérez al diario Clarín. Geréz es el titular de Integración Energética Argentina SA (Ieasa), la empresa encargada de cerrar estos acuerdos.
¿Cuánto saldrá el gas?
El cálculo original de la factura de importación de gas para el abastecimiento interno giraba en torno a los US$4.000 millones. Según Daniel Dreizzen, director en Energía de la consultora Ecolatina, a los precios que IEASA compró los barcos de GNL (más de US$750 millones), el cálculo se estira ahora a US$5.000 millones.
En un paper recientemente publicado (”Los subsidios a la energía en la Argentina en 2022″), Fernando Navajas, economista en jefe de FIEL, y especialista en energía, cree que el precio del GNL importado, sumado a la reciente licitación de barcos, generará un shock que puede situarse “en un rango de US$3.000 y US$5.000 millones, que son menores que las más pesimistas que circulan y que elevan la cifra a US$7.000 millones”.
“A este número hay que agregarle unos mil millones adicionales que costarían las importaciones de Bolivia por la indexación del contrato y la renegociación reciente”, agrega Navajas.
Dreizzen explica que son varios los factores en juego. “La sequía, que perjudica la generación hidroeléctrica y viene peor que el año pasado. Con una producción declinando. La decisión va a ser del punto de vista del Gobierno de cuánto gas comprar”, señala, previo a comentar que en las estimaciones de Ecolatina, proyectan que “el Gobierno comprará la mitad de gas licuado lo que incluirá cierto nivel de cortes en la industria”.
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El contexto
Estos episodios ponen en riesgo algunas metas del plan económico acordado entre el Gobierno y el FMI. Navajas señala que los subsidios energéticos aumentarán este año (en comparación con el 2021) entre US$3.500 y US$4.200 millones, “una cifra mayor, y en la dirección opuesta, al ahorro que se pensaba introducir con el acuerdo del FMI”. Por otro lado, también complicará el objetivo de acumular US$5.000 millones de reservas internacionales en las arcas del BCRA.
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