Nikola Jokic #15 de los Denver Nuggets protege a Joel Embiid #21 de los Philadelphia 76ers en el cuarto trimestre en el Pepsi Center el 08 de noviembre de 2019 en Denver, Colorado.
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Bloomberg Opinión — Sean cuales sean sus defectos, la NBA es una de las instituciones más funcionales de la sociedad estadounidense. Hace dos años, ante el avance del Covid-19, la liga se apresuró a cerrar la temporada regular, y en el verano de 2020 logró llevar a cabo los playoffs en “la burbuja” con pocos contratiempos. La liga ha estado a la vanguardia en lo que respecta a la adaptación a la era de las redes sociales. En parte gracias a la NBA, el baloncesto es el deporte estadounidense más dinámico y ha avanzado mucho en la escena mundial.

Con los playoffs que comienzan esta semana, cabe preguntarse qué se puede aprender de la historia más reciente de la NBA. Este año, la historia de la NBA es una historia de talento, de talento extremo. Talento tan abundante que incluso los equipos de nivel medio están llenos de jugadores fuertes. Las lecciones más amplias para la economía mundial son muy optimistas.

Pensemos en los tres jugadores que compiten por el premio al Jugador Más Valioso: Nikola Jokic, Joel Embiid y Giannis Antetokounmpo. Su juego y sus estadísticas han sido estratosféricos. Embiid, por ejemplo, lideró la anotación de la liga, es líder en rebotes y en defensa y su equipo está en carrera para disputar el título de la NBA. Sin embargo, no es el favorito para ganar el premio porque los otros contendientes son (al menos a mi criterio) mejores todavía. Mi elección es Jokic, que es el primer jugador de la NBA con 2.000 puntos, 1.000 rebotes y 500 asistencias en una temporada.

Otros jugadores destacados, como Jayson Tatum, Luka Doncic y Ja Morant, podrían ser en otros años evidentes ganadores del MVP. Pero este año no tienen ninguna posibilidad. LeBron James, Kevin Durant, James Harden y Stephen Curry (los mejores jugadores del pasado reciente) siguen siendo increíbles, pero son prácticamente unos segundones.

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Durante mucho tiempo, los años 80 y 90 han sido considerados como los “años dorados” de la NBA, primero con la rivalidad Lakers-Celtics y luego con Michael Jordan y los Chicago Bulls. Sin embargo, visto desde el presente, muchos de esos equipos y jugadores parecen mediocres. No jugaban una defensa consistente, muchos tenían sobrepeso y muy pocos podían anotar de forma consistente y precisa desde distancias más largas. Los jugadores fuera de Estados Unidos seguían siendo una novedad, lo que reflejaba lo limitada que era la reserva de talento.

El equipo de mi ciudad, los Washington Wizards, no ha estado cerca de disputar los playoffs este año. Sin embargo, el equipo está repleto de jugadores jóvenes y muy atléticos con habilidades impresionantes; si se les transportara al pasado, lo harían muy bien. Simplemente no es el caso de que las principales estrellas de hoy en día estén exprimiendo sus números golpeando a equipos débiles. Tienen unas habilidades impresionantes, perfeccionadas hasta el extremo.

Obsérvese que los tres principales candidatos al MVP proceden todos de fuera de EE.UU.: Jokic es de Serbia, Embiid de Camerún y Antetokounmpo es griego y originalmente nigeriano. Eso es una muestra de la asiduidad con la que la NBA busca y cultiva el talento.

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Otra característica de estos tres jugadores es que todos miden cerca de dos metros y todos son capaces de acertar tiros de tres puntos. Esa es una habilidad que la mayoría de las estrellas altas no tenían hasta hace poco, y es un signo de una mejor enseñanza y entrenamiento. En general, los talentos actuales de la NBA están mejor entrenados, son mejor evaluados y reciben mejor atención médica, lo que facilita la recuperación de las lesiones.

Las lecciones e implicaciones para la economía y la sociedad en general son increíblemente alentadoras. Si la NBA puede hacer esto, otras partes del mundo también pueden. Imaginemos que los negocios y la ciencia (¿y tal vez la política?) mejoran al ritmo del baloncesto profesional. La forma más importante de riqueza hoy en día es el capital humano. A medida que el mundo se aleja de una economía de fuerza bruta, el capital humano es también la principal fuerza que impulsa la productividad.

La NBA demuestra que es posible, con el tiempo, hacer un trabajo mucho mejor tanto para encontrar como para movilizar el talento. Es cierto que la mayor parte del mundo no está tan bien gestionada como la NBA, por lo que el proceso será más lento de lo que debería. Pero está en marcha.

Las implicaciones son asombrosas. Sí, los problemas globales se acumulan a un ritmo alarmante. Por otro lado, el talento global es más accesible que nunca. ¿Cuál de los dos fenómenos puede tener mayores consecuencias? Como coautor de un libro de próxima aparición sobre la importancia del talento, sospecho que pueden adivinar mi opinión.

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En cuanto a las finales de la NBA: Mi elección son los Milwaukee Bucks. Pero nunca antes había visto tantos equipos excelentes en la carrera.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.