Brazos robóticos en la línea de montaje de la planta de fabricación de Rivian en Normal, Illinois, EE.UU., el lunes 11 de abril de 2022.
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Bloomberg Opinión — Llevar la fabricación de vuelta a Europa, lo que se llama “reshoring” (retornar al país de origen los procesos productivos subcontratados en otros lugares del mundo) u “onshoring” (reubicación de los procesos comerciales a un lugar de un menor costo dentro de las fronteras nacionales) es una estrategia comercial razonable, si no vital. Durante las dos décadas anteriores, los fabricantes trasladaron la producción de todo, desde automóviles hasta cosméticos, principalmente hacia el este, a China, en un intento por reducir los costos laborales y proteger los márgenes. Los estancamientos de la cadena de suministro provocados por la geopolítica y el Covid-19 obligan ahora a replantear las cosas.

Algunos acontecimientos recientes han ayudado. Carlo Altomonte, profesor de economía de integración europea en la Universidad Bocconi de Milán, sostiene que la reciente velocidad de la integración europea está fomentando una “regionalización” de las cadenas de suministro. Pero el reshoring sigue siendo complicado y exigirá decisiones difíciles tanto a las empresas como a los gobiernos.

Veamos el caso de Dardanio Manuli, presidente y CEO de Manuli Rubber Industries SpA, una multinacional italiana que fabrica equipos hidráulicos. Pensaba que ya había recuperado su cadena de suministro para dejar de depender de China, encontrando proveedores de acero y alambre en Europa, concretamente en Alemania,Reino Unido y Luxemburgo. Entonces comenzó la invasión de Vladimir Putin y Manuli descubrió que todos sus nuevos proveedores se abastecían de arrabio en Ucrania, concretamente en una única fábrica de Mariúpol. “Pensábamos que ya estábamos en el proceso de onshoring, pero Europa resultó ser el eslabón más débil”, dice.

Todavía es difícil encontrar datos que demuestren un reshoring a gran escala. Hay algunas pruebas anecdóticas. El grupo minorista C&A (CEAB3), con sede en Dusseldorf, va a abrir una nueva planta textil en Alemania para producir 400.000 pares de pantalones al año. El fabricante de automóviles sueco Volvo Car (VOLCAR-B) anunció sus planes de construir una tercera fábrica en Europa en 2025. Las empresas más pequeñas están entrando en acción. Maia & Borges, un fabricante de juguetes con sede en el norte de Portugal, se encamina a obtener unos ingresos de 12 millones de euros (cerca de US$13 millones) en 2022, frente a los 1,5 millones de euros de 2019, tras haber conseguido múltiples pedidos de Europa y de Estados Unidos) cuando las cadenas de suministro asiáticas se vieron interrumpidas en los primeros meses de la pandemia. Patricia Maia, CEO, dijo que la empresa familiar fabricará 10 millones de juguetes este año y que está construyendo una tercera fábrica para hacer frente a una demanda que se espera que alcance los 40 millones en 2024. “Desde el punto de vista del negocio, hemos tenido dos buenos años”, dijo.

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Hay retos importantes. Se necesitan ingenieros para poblar las fábricas de alta tecnología, y la industria farmacéutica europea tiene un problema continuo de fuga de cerebros hacia EE.UU.. Incluso los fabricantes de artículos de lujo tienen dificultades para encontrar suficientes manos experimentadas para fabricar sus productos. El grupo francés LVMH Moet Hennessy Louis Vuitton SE (MC) se ha comprometido a contratar a 2.000 jóvenes, especialmente en Italia, para mantener vivos los conocimientos de fabricación.

Para marcar una diferencia real, el reshoring necesita un impulso político más contundente y un apoyo tangible por parte de la Unión Europea y sus gobiernos. Algunos incentivos sólo benefician indirectamente al reshoring, como el cumplimiento de los objetivos ESG. Hablé con directivos de una de las mayores empresas industriales de Europa, que sufrió dificultades en su cadena de suministro el año pasado. Parte del impulso para el reshoring fue la presión de los inversionistas para tener cadenas de suministro más “verdes” y reducir las emisiones de alcance 3 (emisiones generadas indirectamente por las actividades de una empresa). “Acercar a los proveedores a nuestras plantas significa que conseguimos limitar las emisiones de carbono”, afirma el director de la cadena de suministro global de esta empresa. (Ambos ejecutivos pidieron el anonimato porque las discusiones de la junta directiva aún no son públicas.

El dinero del fondo NextGeneration de la UE, dotado con 750.000 millones de euros (US$811.000 millones), está a disposición de las empresas para proyectos de carácter ecológico o digital. Maia & Borges ha solicitado financiación en parte porque utiliza la robótica para fabricar productos.

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Esos fondos han tenido su efecto: estimular la inversión en la industria europea de semiconductores y la producción de pilas. Se han anunciado unas 24 gigafábricas de baterías en Europa con capacidad de producción anual suficiente para equipar 9 millones de vehículos eléctricos al año, según Erik Nielsen, asesor económico jefe de UniCredit SpA (UCG). Desde el punto de vista estratégico, esto permite superar los problemas políticos y de suministro con China (una potencia de los vehículos eléctricos y las baterías), así como reducir la huella de carbono. Frank Pisch, profesor de microeconomía de la Universidad Técnica de Darmstadt, afirma en un reciente trabajo de investigación que la incertidumbre percibida hará más atractiva la producción localizada “justo a tiempo”.

Pero traer la cadena de suministro a Europa también plantea nuevos problemas. A dos horas en auto de Oporto está Trás-os-Montes, en la región de Barroso, una zona montañosa de impresionante belleza en Portugal. Aquí es donde Savannah Resources planea instalar la mayor mina de litio de Europa y su planta de procesamiento. Forma parte de un plan más amplio para crear una cadena europea de suministro de litio, que también incluye una refinería gestionada por la empresa energética portuguesa Galp Energia SGPS SA (GALP) y el fabricante sueco de baterías para vehículos eléctricos Northvolt AB. Los grupos ecologistas sostienen que las minas destruirán un paisaje y una comunidad exuberantes. El proyecto ha solicitado financiación de NextGeneration.

Algunas pequeñas empresas se dan por vencidas. Al preguntarle qué piensa hacer ahora que la guerra de Ucrania ha estropeado su cadena de suministro, el CEO de Manuli Rubber dice: “Nos vamos a la India”.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.

Este artículo fue traducido por Estefanía Salinas Concha.