Miembros de los medios de comunicación informan desde el exterior del número 10 de Downing Street en Londres, Reino Unido, el jueves 7 de julio de 2022.
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Bloomberg Opinión — Los mercados financieros del Reino Unido han permanecido indiferentes al culebrón que se ha desarrollado en la política británica en los últimos días, y que ha visto al primer ministro Boris Johnson anunciar finalmente su dimisión el jueves. Los únicos británicos que no están fascinados por el drama del número 10 son los que se ganan la vida operando con la libra esterlina (GBD), la renta variable británica y los gilts. Para ellos, el telón de fondo económico sigue siendo más importante que quién dirige el Gobierno británico.

Fuerzas más importantes en juego, como una inflación galopante, la crisis del costo de la vida, la fortaleza del dólar y la guerra en Ucrania, trascienden las luchas internas en lo que respecta a los impactos en el mercado de la libra esterlina. Las elecciones en el Reino Unido se celebrarán probablemente dentro de dos años; las posibilidades de que quien suceda a Johnson como líder del Partido Conservador y se convierta en Primer Ministro introduzca grandes cambios, salvo algún recorte de impuestos para apaciguar a los fieles del partido, son remotas. Es probable que cualquier estímulo fiscal se vea compensado por un mayor endurecimiento monetario por parte del Banco de Inglaterra a medida que los precios al consumo aumenten hacia los dos dígitos anuales.

Si bien la libra es ciertamente más débil frente al dólar este año, esto es cierto para todas las principales monedas del mundo. El euro (EUR), por ejemplo, está en su nivel más bajo en 20 años y se acerca a la paridad con el dólar. La libra está en realidad más cerca de los máximos de su rango posterior al referéndum del Brexit frente al euro, por lo que hay poco efecto político discernible en la moneda británica.

Valores relativos
Frente al euro, la libra se acerca a su máximo desde el referéndum del Brexit
Marca: Voto del Brexitdfd

La estructura del mercado de renta variable del Reino Unido dificulta la lectura de las perspectivas macroeconómicas. El índice FTSE 100 cuenta con muchas empresas orientadas a la exportación que se benefician de unos beneficios más elevados gracias a una libra más débil. El índice también tiene una mayor ponderación de los valores con altos dividendos y orientados al valor en lugar de componentes tecnológicos y de crecimiento. De ahí que haya superado a la mayoría de los principales índices mundiales este año. Pero esto no es un buen reflejo de la economía británica. El índice FTSE 250, de mediana capitalización, está más orientado al mercado interno y ha caído un 20% este año, más en línea con los índices S&P 500 y Euro Stoxx 600.

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Tan malo como el otro 
La caída en la renta variable británica se hace eco de los descensos en el resto de países
Azul: Índice FTSE 250, Blanco: Índice S&P 500, Gris: Índice Euro Stoxx 600dfd

El mercado de deuda pública del Reino Unido, conocido como gilts, el que tiene una lectura más cercana de la coyuntura política. Cualquier apertura de los grifos fiscales, si no se financia en gran medida con mayores impuestos como prefería el anterior Ministro de Hacienda, Rishi Sunak, podría tener que financiarse con la venta de más deuda. Los rendimientos de los gilts a 10 años se han duplicado este año, pasando del 1% al 2,2%, en consonancia con otros mercados mundiales de bonos. Una vez más, la economía trasciende la política.

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La evolución de los rendimientos de los gilts a 10 años refleja los cambios en el mercado global de bonos más que cualquier impulso independiente
Azul: Reino Unido, Blanco: Alemania, Gris: EE.UU.dfd

Actualmente hay una escasez de oferta de gilts a corto y mediano plazo, combinada con grandes pagos tanto en julio como en septiembre. Este mercado puede soportar un aumento de la emisión gubernamental. La duración media de la deuda pública británica, en torno a los 14 años, es mucho más larga que la de otros grandes mercados de renta fija, y existe una fuerte demanda por parte de los fondos de pensiones para igualar sus pasivos a largo plazo.

No obstante, es posible que el líder conservador que le sustituya aproveche la oportunidad de empezar de nuevo con la UE, lo que en teoría debería tener un impacto positivo en la economía y, por tanto, en la moneda y en algunas acciones. Sin embargo, hasta que se despejen las nieblas de la elección del liderazgo y los candidatos más euroescépticos queden fuera de la carrera, sería un inversor valiente apostar mucho por esas esperanzas de un reinicio con el continente. Los mercados del Reino Unido tendrán (y deberían tener) la vista puesta mucho más en las estadísticas de inflación y crecimiento que en los tejemanejes de Westminster.

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Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.

Este artículo fue traducido por Andrea González