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Bloomberg Opinión — Francia y su flota de reactores nucleares con problemas son igual de importantes en la crisis de energía de Europa, aún cuando todo gira en torno a Alemania y el gas ruso. Muy bien podría ser París y no Berlin la primera ciudad europea que sufra un apagón cuando las temperaturas empiecen a descender.

Los franceses podrían estar enfrentado un “Waterloo” de electricidad en los próximos meses. Électricité de France SA (EDF), la empresa estatal de energía, sólo tiene 26 reactores en funcionamiento de un total de 57, generando la menor cuota de energía en 30 años, al tiempo que más de la mitad de ellos tiene que someterse a un mantenimiento de emergencia por grietas detectadas en las tuberías.

La caída de la disponibilidad de la energía nuclear está obligando a Francia a depender más que nunca de las centrales de gas, de la energía eólica y de la hidroeléctrica (ambas intermitentes) y de las importaciones. Ello está haciendo subir el costo de la electricidad en el mercado mayorista para toda Europa. Los precios a futuro franceses se han disparado hasta casi un 1.000% por encima de su media de una década que termina 2020.

Energía en Franciadfd

La economía de Francia es más pequeña que la de Alemania, pero su demanda de energía supera por mucho a la de su país vecino en invierno porque los hogares franceses utilizan más la electricidad para la calefacción y el agua caliente. No es un problema insuperable en pleno verano, cuando el consumo de electricidad ronda los 45 gigavatios por hora. Sin embargo, en una fría noche de invierno, los hogares de Francia pueden consumir más de 80 ó 90 gigavatios, y eso puede resultar extremadamente costoso.

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Si bien EDF prometió que al menos algunos de sus reactores volverán a estar en línea a tiempo para los meses más fríos, la empresa tiene la mala costumbre de prometer demasiado y no cumplir lo suficiente. La severidad del invierno podría ser clave: con cada grado centígrado que la temperatura cae por debajo de lo normal, la demanda de energía francesa aumenta en aproximadamente 2,5 gigavatios por hora, equivalente a la producción de dos centrales nucleares.

Durante una ola de frío tardía en abril pasado, la red eléctrica francesa se vio obligada a emitir una infrecuente alerta naranja, la segunda más alta, pidiendo a los hogares y empresas que “moderaran su consumo”. Esas alertas se convertirán en un elemento básico el próximo invierno y muy probablemente escalarán a “alertas rojas” que indican un riesgo de apagones a menos que las familias y las empresas reduzcan la demanda.

Los comerciantes de electricidad se están tomando el riesgo en serio. En el mercado mayorista, el contrato de referencia de energía de carga base francesa de un año ha subido a un récord de 507 euros (US$512) por megavatio hora, muy por encima de los precios alemanes de 350 (US$355) a 370 euros (US$376) para el contrato paralelo. Los consumidores minoristas franceses están protegidos por ahora gracias a un límite de precios, pero las empresas están totalmente expuestas.

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Cuando llegue el invierno la situación se pondrá mucho peor. Para diciembre, la energía de carga base francesa se cotiza por encima de los 1.000 euros (US$1.016), casi el doble de los precios alemanes, mientras que la energía de carga máxima, generalmente en las noches cuando las familias se reúnen para cenar y la calefacción está encendida, cambia de manos a más de 2.000 euros (US$2.032). En la práctica, eso significa que los comerciantes esperan que la demanda de energía francesa sea tan alta en relación con la oferta que los llamados precios por hora golpeen el límite de 4.000 euros (US$4.064) establecido por la bolsa muchas veces en diciembre. El mercado, consciente de lo que se avecina, está tratando de matar el consumo antes de tiempo en un esfuerzo por evitar apagones. Es una forma costosa de intentar obligar a las empresas que consumen mucha electricidad, como las fundiciones, a planificar cierres en diciembre.

El problema francés se está extendiendo al resto de Europa, incluido el Reino Unido. EDF, durante mucho tiempo una fuente de orgullo nacional, así como de exportaciones de electricidad a bajo costo, tiene que comprar energía para cumplir con los requisitos diarios. A principios de este mes, la red francesa hizo una solicitud de emergencia a la red británica de energía adicional, y eso fue en verano, cuando la demanda es baja.

En el pasado, EDF solo importaba electricidad en forma neta durante unos pocos días al año, si es que lo hacía. Por ejemplo, entre 2014 y 2016, Francia no importó energía en un solo día. Pero a medida que aumentaban los problemas nucleares, se dependía cada vez más de las importaciones. El año pasado compró electricidad en el extranjero durante 78 días. En lo que va de año, se ha visto obligado a hacerlo en un récord de 102 días.

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Las compras de Francia ejercen más presión sobre un mercado europeo de electricidad y gas que ya está bajo presión. Si el presidente francés, Emmanuel Macron, quiere ayudar a aliviar la crisis energética europea, debe concentrarse en casa. Arreglar EDF debería ser su principal prioridad, muy por encima de sus conversaciones telefónicas con el presidente ruso, Vladimir Putin.

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París ha dado un primer paso, anunciando la nacionalización de la empresa a un costo de 10.000 millones de euros (US$10.169 millones), aunque no antes de septiembre. Sorprendentemente, Macron aún no ha incorporado un nuevo equipo ejecutivo. Está previsto que el director ejecutivo de la compañía se vaya, pero tal vez no antes de marzo de 2023. El resto del equipo sénior, incluido el ejecutivo a cargo de la energía nuclear que supervisó el desempeño desastroso de los últimos dos años, parece estar a salvo en su trabajos por ahora. Macron tampoco ha frenado la influencia de los sindicatos dentro de EDF, otro problema perenne que obstaculiza la reforma en la empresa.

El tiempo se está acabando. París es una delicia en otoño e invierno; será mucho menos atractivo si la “Ciudad de la Luz” se ve obligada a oscurecerse.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.