Bloomberg — Sucesivos fracasos en controlar la inflación o generar credibilidad fiscal han llevado a los bonos argentinos a tocar fondo. Los bonos en dólares con vencimiento en 2030 cayeron por debajo de los 20 centavos por dólar en julio y es probable que el repunte de los últimos días sea efímero.
Los constantes cambios de ministro de Economía en Argentina no los llevarán a ninguna parte hasta que los políticos finalmente definan que no importa quién esté a cargo mientras no se establezca un ancla fiscal. Sergio Massa es la tercera persona en un mes a cargo de la economía del país y, a pesar de todas las promesas que ha hecho, hay muy poco por lograr si la mentalidad política del país sigue siendo la misma.
El conflicto abierto entre el presidente, Alberto Fernández, y su vicepresidenta, Cristina Kirchner, también pesa sobre una economía que se espera que enfrente una inflación del 90% este año, y que se está quedando rápidamente sin reservas incluso cuando la tasa swap de blue chip, un indicador indirecto del mercado para el tipo de cambio, se depreció más de 1.400% en 5 años.
Massa prometió dejar de imprimir dinero, ya que obviamente esto ayuda a aumentar la inflación, pero no ofreció ningún detalle sobre cómo hacerlo. No hay ningún plan para que el Gobierno comience a gastar menos. Para encontrar nuevos acreedores, el país necesita un ancla fiscal, algún tipo de regla inamovible para mostrarle al mercado que está comprometido a cambiar.
Los políticos argentinos parecen ser alérgicos a la austeridad e incluso el FMI —una de las principales razones por las que el país sigue en pie— es satanizado por los líderes del país que argumentan que al Fondo no le importa el pueblo argentino.
Desafortunadamente, un problema provocado por un déficit fiscal cada vez mayor solo puede resolverse con un plan sólido para reducir esa brecha y los políticos argentinos no parecen dispuestos a tomar decisiones difíciles.
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