¿Recesión para quién? La industria de los superyates se ha disparado

La enorme demanda hizo que 2021 fuera un año récord en ventas mundiales de superyates. Aunque es poco probable que se iguale este año, las ventas siguen estando un 68% por encima de la media de 13 años

Imagen de un superyate
Por Gaspard Sebag y Stephanie Baker
08 de octubre, 2022 | 08:49 AM

Bloomberg — Los esfuerzos para aplacar la inflación a nivel global podrán estar incrementando los temores de una recesión global, pero estos ciertamente no se manifiestan en la industria de los superyates.

El Monaco Yacht Show (Show de yates de Mónaco), que culminó la semana pasada, tuvo una cifra de barcos en exhibición casi récord 117. La imagen parecía estar a un mundo de distancia de la guerra en Ucrania y la crisis energética que azota a Europa.

Ejecutivos de la industria hablan de una demanda insaciable que se exacerbó durante la pandemia. Esto a medida que los ricos del mundo decidieron que un yate era una manera ideal de escapar de los confinamientos y el Covid-19.

Pero aún con menores niveles de temor relacionados a la pandemia, la demanda se ha mantenido fuerte. Tras 9 meses este año, los ingresos de Burgess, uno de los principales brokers de superyates, son un 20% mayores a los de 2021, lo que lo pone en camino a otro año récord.

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“Nuestros clientes son todos muy ricos; siempre se han sentido como a prueba de balas, impenetrables y poderosos”, dijo el CEO de Burgess, Jonathan Beckett, en una entrevista al margen de la exposición. “Creo que lo que hizo la pandemia fue hacerles sentir vulnerables por primera vez en sus vidas. Piensan: ‘la vida es realmente frágil. No soy inmortal y puedo permitirme salir y hacer algo realmente bonito. ¿Por qué no lo hacemos ahora?”.

La enorme demanda hizo que 2021 fuera un año récord en ventas mundiales de superyates. Aunque es poco probable que se iguale este año, las ventas siguen estando un 68% por encima de la media de 13 años, según la correduría Fraser Yachts. El año pasado se vendieron 1.001 superyates de 24 metros o más, incluidos los de nueva construcción, por un valor de 9.400 millones de euros (US$9.200 millones), según Kevin Bodington, fundador y CEO de YachtBuyer.com. En lo que va de año, las ventas ascienden a 567 por 4.200 millones de euros, dijo.

Yates en las Islas Galápagosdfd

“El mercado se está suavizando no tanto por falta de demanda como por falta de oferta”, dijo. “La cartera de pedidos de los astilleros está prácticamente llena, pero no se puede escalar de la noche a la mañana”.

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Los estadounidenses están impulsando la demanda, compensando con creces la ausencia de rusos ricos. A 31 de agosto, los propietarios estadounidenses representaban la mayor parte de la flota existente y de las nuevas construcciones, según Superyacht Times. Los propietarios estadounidenses representan el 23% de la flota mundial de superbarcos de más de 40 metros, seguidos por los rusos, con cerca del 9%. Otros compradores importantes proceden de Grecia, Reino Unido, Turquía e Italia.

Desde hace varios años, los oligarcas rusos se encuentran entre los compradores más destacados de estos barcos, poniendo en el punto de mira este sector tradicionalmente discreto. Pero tras la invasión rusa de Ucrania en febrero, las autoridades han inmovilizado o confiscado superyates por valor de cientos de millones de dólares vinculados a multimillonarios rusos objeto de sanciones en la Toscana, la Riviera y hasta Fiji.

La ausencia de los rusos, las tensiones geopolíticas y el aumento de los precios de la energía -aunque formen parte de la conversación en el salón- parecen no alterar el aumento de las ventas y las reservas de chárter.

Saboreando una cerveza sentado junto al “Phoenix 2″, un yate de 90 metros construido en 2010 que salió a la venta por 129 millones de euros, Beckett dijo que su empresa vendió unos 10 superyates de más de 70 metros este año.

“Es como surfear en una ola y la ola sigue avanzando”, dijo.

Fraser afirma que las ofertas del llamado “nivel de entrada” -yates de entre 24 y 30 metros- representan casi la mitad de todas las ventas de barcos de segunda mano. La eslora media de estos superyates vendidos fue de 34 metros y el último precio medio pedido fue de 7,2 millones de euros.

La navegación a vela atrae cada vez más a un público joven. El piloto de Fórmula 1 Charles Leclerc, que cumple 25 años este mes, publicó una foto nadando a bordo de su yate, construido por la empresa italiana Riva, a las afueras de su ciudad natal, Mónaco, en julio, y un mes después en su cubierta, cerca de la soleada isla de Córcega. El yate de 20,67 metros, llamado Sedici -o 16 en italiano- por el número de piloto de Ferrari en las carreras, es el segundo barco de lujo de Leclerc.

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Una gran parte de la industria también es de alquiler. Aunque una parte importante de la flota mundial de superyates de más de 24 metros se pone a disposición para su alquiler, ni siquiera eso fue suficiente para satisfacer la demanda en julio y agosto de este año, ya que los veraneantes tras la pandemia volvieron con fuerza.

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“El verdadero problema es conseguir barcos para esta gente”, dijo Mark Duncan, de Fraser Yachts, hablando con la prensa la semana pasada desde el bar de la piscina del exclusivo Yacht Club de Mónaco. “Y, francamente, no vemos que eso disminuya ni un ápice, porque es adictivo y lo comentan con sus amigos”.

Según Fraser, el 30% de los clientes se acercan a la náutica por primera vez, y muchos de estos recién llegados acabarán queriendo tener su propio barco.

Los astilleros que construyen nuevos superyates, sobre todo en los Países Bajos y Alemania, dicen estar más ocupados que nunca. Incluso los conocidos por construir embarcaciones para clientes rusos estuvieron presentes en Mónaco.

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El astillero alemán Luerssen ha construido varios superyates vinculados a rusos cuyos activos están ahora congelados por las autoridades occidentales, incluido el más grande del mundo por volumen, el Dilbar de 156 metros, propiedad de un fideicomiso vinculado al multimillonario ruso Alisher Usmanov. Pero el stand de Luerssen bullía de gente mientras un saxofonista tocaba cerca en uno de sus tenders, una embarcación de apoyo a un superyate.

Jan-Bart Verkuyl, director general del fabricante holandés de superyates Feadship, que está construyendo el mayor barco de este tipo de la historia -una embarcación de 118 metros llamada Proyecto 1010- dice que, aunque el sector ya no puede hacer tratos con ningún ruso, el mercado es tan alcista que no le preocupa.

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“Si miras la lista de Forbes, sólo ha crecido aunque saques a los rusos”, dice. “En principio, si hacemos bien nuestro trabajo, debería haber suficiente clientela”.

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