En los últimos veinte años hemos visto al mundo pasar por una gran revolución tecnológica, que sigue evolucionando año tras año. Desde la introducción de Internet, en su versión Web 1.0, hasta la creación de redes sociales, pasando por la Web 2.0. Hoy en día, Internet es una parte vital de las interacciones humanas y de la conectividad, y la tendencia sólo va a aumentar. Ahora nos embarcamos en Web3. ¿Qué significa eso?
La web 2.0 supuso un gran avance para el mundo. Ha hecho que la experiencia del usuario sea más dinámica. Permitió la interoperabilidad entre diferentes sitios web y aplicaciones, hasta la generación de contenidos por parte de los particulares. La Web 2.0 transformó al usuario en un verdadero participante, en lugar de un mero observador.
Con el tiempo, las situaciones y necesidades evolucionan y exigen nuevas tecnologías. Y con lo que se ha desarrollado en los últimos años, se ha abierto un abanico de posibilidades para el mundo.
El siguiente paso llega ahora en forma de Web3, la próxima generación de tecnología de Internet, en la que computadoras y humanos trabajan en cooperación a través del aprendizaje automático, la inteligencia artificial (IA) y la tecnología blockchain. Este proceso ya hace que las máquinas sean capaces de entender y recomendar contenidos de forma intuitiva, considerando a cada usuario de forma individual, lo que tiene el poder de convertir su experiencia en algo personalizado.
Estamos asistiendo a una verdadera “web semántica” -una extensión de la World Wide Web que permite la cooperación entre computadoras y humanos-, abierta y descentralizada, en la que los usuarios son los dueños de sus propios datos. Y donde los recursos y beneficios parecen no tener fin.
Siri (de los dispositivos Apple) y Alexa (creada por Amazon) son ejemplos de productos que utilizan varios elementos de la tecnología Web3, como la inteligencia artificial y el procesamiento del lenguaje natural. Y cuanto más se utilicen estas dos herramientas, más mejorará la IA y será más eficiente en sus recomendaciones e interacciones con el usuario.
La propiedad de los datos, las economías en línea y la descentralización son aspectos clave de la Web3. Blockchain es un sistema probado para alcanzar muchos de los objetivos de esta Internet del futuro. La autonomía -¿y por qué no llamarla poder? - que una persona tenga que tokenizar activos, añadir información a una cadena y crear una identidad digital es una gran innovación que sólo es posible con la aparición de la Web3.
Sin blockchain, no existiría el importantísimo elemento de la descentralización, responsable de la difusión transparente de la información y de devolver a los usuarios la propiedad de sus propios datos.
BNB Chain, una de las redes de blockchain más populares del mundo, es un ejemplo de blockchain descentralizado. Está diseñado para proporcionar un marco básico para la adopción pública, y es un ecosistema abierto, impulsado por la comunidad, construido dentro de un entorno descentralizado. Compuesta por la cadena BNB Beacon y la cadena BNB Smart, está impulsada por Binance, pero ésta no ejerce ningún control sobre ella. La cadena BNB funciona de forma independiente y cuenta con 26 validadores activos en todo el mundo y 44 en total.
Otro cambio surge de la aparición de la Web3, que se presenta con más interactividad. También aporta una visualización en 3D, incorporando la realidad virtual a través del metaverso, el futuro del mundo tecnológico.
El metaverso es un espacio virtual inmersivo que une la realidad física y la virtual, y permite a los usuarios interactuar entre sí como si fuera la vida real. Ya sea asistiendo a eventos virtuales, comprando o participando en juegos, las posibilidades son infinitas. No es de extrañar que grandes empresas tecnológicas como Meta y Twitter estén invirtiendo mucho en esta industria, y en juegos como Sandbox, Axie Infinity e Illuvium, por ejemplo.
Binance ha creado recientemente un Consejo Asesor Global, compuesto por miembros internacionales con reconocida experiencia en diversos sectores, como el ex jefe del Banco Central de Brasil, Henrique Meirelles, para contribuir a construir el mejor camino hacia la Web3 y las criptodivisas.
Para potenciar el desarrollo de todo este ecosistema, Binance también ha creado la rama de capital riesgo del exchange, Binance Labs, que se encarga de invertir en proyectos vinculados a la Web3, que incluye la inteligencia artificial y el blockchain, por ejemplo. Este proyecto concibe la Web3 como la próxima generación de Internet, con información digital interconectada de forma descentralizada y de propiedad pública de los usuarios, habilitada por las tecnologías blockchain.
Y estas son sólo algunas de las muchas características que conforman el concepto de la Web 3. Un concepto fluido y en constante cambio que proporciona una nueva Internet. Sin un punto central de control por parte de los gobiernos o las empresas. Con una mayor interconectividad de la información, formando una mayor y mejor base de datos. Con publicidad mejorada y seleccionada por el usuario. Con un sistema de navegación más eficiente. Y, además, con mayor seguridad para todos, con el apoyo constante de robots inteligentes.
La Web 3, a pesar de no tener todavía una definición concreta, tiene un objetivo claro: capacitar a los usuarios y transformar su experiencia en algo más inmersivo.
Es un mundo de oportunidades para generar valor para la sociedad. Y para estar al día, la Academia Binance y el Blog Binance cubren el tema regularmente. La Academia cuenta con cientos de artículos gratuitos en múltiples idiomas que pretenden contribuir a la educación sobre el mercado de las criptomonedas, el blockchain y la Web3. El blog mantiene a la gente al día sobre los desarrollos de proyectos en Binance, el mayor proveedor de infraestructura del mundo para el ecosistema blockchain.