La iniciativa ayudará a resolver las tensiones entre Berlín y otros miembros de la OTAN, que habían presionado a Scholz para que aprobara con mayor rapidez la entrega de tanques pesados.

Olaf Scholz.
Tiempo de lectura: 2 minutos

Bloomberg Opinión — Después de semanas de discusiones diplomáticas, Estados Unidos y Alemania han decidido enviar carros de combate a Ucrania, un paso decisivo para ayudar al país a recuperar el territorio arrebatado por las fuerzas rusas durante la invasión del año pasado. Si bien el Presidente Joe Biden y los líderes europeos merecen crédito por mantener la solidaridad con Ucrania, deben seguir siendo conscientes de los riesgos de una mayor implicación occidental en la guerra.

En virtud del acuerdo anunciado el miércoles, EE.UU. enviará a Ucrania 31 tanques M1 Abrams, con un coste de US$400 millones. Mientras tanto, Alemania suministrará 14 carros Leopard 2 de sus reservas y permitirá a otros aliados, como Polonia, España y Finlandia, enviar sus propios Leopard de fabricación alemana al frente. En total, el paquete aprobado por el Canciller alemán, Olaf Scholz, tiene como objetivo suministrar más de 100 carros de combate a las fuerzas ucranianas, junto con munición, adiestramiento y apoyo al mantenimiento.

De forma más inmediata, la iniciativa ayudará a resolver las tensiones entre Berlín y otros miembros de la OTAN, que habían presionado a Scholz para que actuara con mayor rapidez a la hora de aprobar la entrega de tanques pesados. Los alemanes dijeron que enviarían los Leopard sólo si EE.UU. proporcionaba sus propios tanques. El Pentágono rechazó tal vinculación, sosteniendo que los tanques Abrams de 70 toneladas son más difíciles de manejar, mantener y transportar que los Leopard, que ya abundan en Europa. Aunque la reticencia de los responsables de defensa estadounidenses a aplacar la postura alemana era comprensible, Biden hizo bien en desautorizarlos y evitar una ruptura más perjudicial dentro de la alianza, que sólo perjudicaría a la causa ucraniana y serviría a los intereses del presidente ruso Vladimir Putin.

La entrega de blindados pesados a Ucrania llega en un momento crucial. Tras sufrir grandes pérdidas el pasado otoño, Rusia ha logrado modestos avances en el sur y el este del país. Los servicios de inteligencia creen que Putin está planeando una ofensiva de primavera, llevada a cabo por una fuerza reconstituida de reclutas recientes, antiguos prisioneros y mercenarios privados. Con el aumento de las bajas en Ucrania y el agotamiento de sus suministros de armas y municiones, la afluencia de potentes tanques occidentales será esencial para mantener el terreno y defenderse de la esperada embestida.

PUBLICIDAD

Para recuperar su territorio perdido, Ucrania podría necesitar aún más blindados y armamento sofisticado, incluyendo no sólo tanques adicionales sino aviones de combate y misiles de largo alcance que podrían atacar las líneas de suministro, bases y puestos de mando rusos. Pero antes de seguir adelante con este tipo de ayuda, la OTAN debería insistir en obtener garantías más firmes de que Ucrania evitará ataques dentro de la propia Rusia, lo que supondría el riesgo de posibles represalias contra Occidente. La administración Biden debería colaborar con el Congreso para supervisar el flujo de ayuda militar y económica a Ucrania, limitar el despilfarro y la corrupción y evitar que las armas caigan en manos equivocadas. También debería redoblar sus esfuerzos para entablar contactos con las autoridades rusas a fin de limitar los riesgos de una escalada y sentar las bases de unas negociaciones que pongan fin a la guerra.

Por el momento, la paz sigue siendo una perspectiva lejana. Los próximos meses serán largos y sangrientos. El suministro de carros de combate occidentales da al menos a Ucrania una oportunidad de luchar.

Editores: Romesh Ratnesar, Timothy Lavin.

Lea más en Bloomberg.com