Tesoro EE.UU:
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Por muy inquietante que parezca la presente deuda estadounidense, las expectativas son todavía más graves. Al actualizar sus previsiones la pasada semana, la Oficina Presupuestaria del Congreso, de carácter bipartidista, calculó que el endeudamiento público aumentará hasta los US$46 billones para 2033, frente a los US$31 billones de la actualidad. Esto sitúa a la nación cada vez más cerca del peligroso escenario de la “bomba de la deuda” (debt bomb), que en comparación con la lucha de hoy por elevar o no el tope de endeudamiento de US$31 billones, podría parecer un asunto banal.

En definitiva, una crisis de endeudamiento tiene lugar cuando el volumen de deuda de un país alcanza tal magnitud que éste se ve obligado a endeudarse solo para atender a su servicio y pagar los intereses. Esta situación, en principio, hace que los tipos de interés se eleven, forzando así al gobierno a endeudarse todavía más. De alguna manera, una “bomba de deuda” es el camino mortal para un estado. Existen soluciones, aunque todas ellas difíciles. Una vez iniciado este espiral perverso, solo se puede detener aumentando drásticamente los impuestos, disminuyendo drásticamente el gasto o provocando un impago. La tercera hipótesis es inconcebible para Estados Unidos, que controla la mayor divisa de reserva del planeta. El Congreso adoptaría sin dudarlo las medidas precisas para prevenir un impago, sin embargo, una brusca alza impositiva y un desplome del gasto sumirían al país, sin duda, en una profunda recesión... o aun en una situación más grave.

¿Cuál es la situación? El dato clave es el pago de intereses federales en relación con el porcentaje del PIB. El año pasado, estos fondos representaron el 1,87% del producto interno bruto. Si bien este porcentaje es más elevado que en ningún otro periodo en los últimos veinte años, resulta un poco inferior al máximo alcanzado en 1991 (3,16%). En realidad, es inferior a todo el intervalo 1980-2001.

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Esto no significa que no existan semejanzas entre la situación de hoy y el intervalo 1980-2001. La más evidente es la política de la Fed. Como hoy, el banco central perseguía entonces una política intencionadamente deflacionaria. Los responsables de la política monetaria necesitan mantener los tipos de interés elevados con respecto a la tasa de crecimiento económico si pretenden sofocar la inflación. El problema de esta decisión es que cuando los ingresos públicos suben, incluso en épocas de bonanza, los intereses del endeudamiento también suben, impidiendo que el déficit presupuestario se reduzca sustancialmente.

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Lo que es diferente es que en ese entonces tanto la Casa Blanca como el Congreso hicieron de la reducción del tamaño del gobierno una prioridad. Los desembolsos federales como porcentaje del PIB se redujeron de un máximo de 22,9% en 1983 a 17,7% en 2001. La disminución no fue lineal, con desembolsos que aumentaron un poco entre 1980 y 1983 debido a que el efecto de las tasas de interés más altas superó una caída en los no -gasto de intereses.

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Por el contrario, la CBO (por sus siglas en inglés, Oficia del Presupuesto del Congreso) proyecta que los desembolsos federales aumentarán del 23,7% del PIB en 2023 al 25,3% en 2033. Además, la CBO predice que esa tendencia continuará indefinidamente, con desembolsos que alcanzarán el 29% del PIB después de 2044. Como resultado, los pagos de intereses federales están en camino de alcanzar el 3,6% del PIB para 2033 y hasta el 6,2% para 2044. Esta última cifra es el doble de lo que Estados Unidos ha visto en el período de posguerra. Si estas proyecciones son precisas, EE.UU. se volverá vulnerable a un escenario de bomba de deuda en los próximos 10 a 20 años.

Lo que es realmente preocupante es que las estimaciones de la CBO en realidad pueden ser optimistas. El Comité para un Presupuesto Federal Responsable (CRFB, por sus siglas en inglés) produce proyecciones alternativas en relación con la base de referencia de la CBO que han demostrado ser precisas. Según sus escenarios, los intereses alcanzan el 3,9% del PIB en 2033 y el 4,4% en 2044. Si el escenario de alto costo del CRFB resulta correcto, los pagos de intereses federales como porcentaje del PIB alcanzarán niveles récord para 2025. Eso hace que una bomba de deuda sea una posibilidad realista a principios de la década de 2030.

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Uno podría tener la esperanza de que mayores ingresos pudieran aliviar el problema, pero eso sería ir en contra de la historia. La CBO estima que los ingresos federales promediaron el 17,4% del PIB entre 1974 y 2022. En 2022, alcanzaron el 19,6% gracias al auge de los precios de los activos y las ganancias corporativas. Por lo tanto, los ingresos ya están muy por encima de las normas históricas y es probable que disminuyan en el futuro. De hecho, la CBO proyecta que promediarán un 18,1% para 2032.

La CBO prevé que los ingresos de la próxima década sean inferiores a los de 2022dfd

Los ingresos solo desempeñaron un papel pequeño cuando se equilibró el presupuesto federal durante las décadas de 1980 y 1990. En 1981, los ingresos alcanzaron un récord del 19,1% del PIB, antes de contraerse durante la mayor parte de los siguientes 20 años, igualando aproximadamente el promedio histórico. Cerrar la brecha del déficit solo con los ingresos requeriría aumentos sin precedentes en los ingresos fiscales frente a la caída de los precios de los activos. Eso es extremadamente difícil de lograr mientras se mantiene la promesa de la administración Biden de que ninguna familia que gane menos de US$400,000 al año verá aumentar sus impuestos.

Esto deja pocas esperanzas de que Estados Unidos altere su trayectoria fiscal durante la próxima década. A menos que el Congreso y la Casa Blanca hagan un cambio brusco y presenten milagrosamente un plan para reducir el déficit, EE.UU. se enfrentará al riesgo de una dañina bomba de deuda en poco tiempo.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.

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