Operadores en la Bolsa de Nueva York (NYSE)
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Bloomberg Opinión — En diciembre, un equipo de investigadores del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, la Universidad del Sur de California y el University College de Londres publicó un estudio sobre las habilidades cognitivas que hacen que los operadores tengan éxito. Ahora han vuelto con un análisis sobre las aptitudes no cognitivas, como la amabilidad y la conciencia. Esta vez no se centran en lo que distingue a los operadores de los demás, sino en cómo cambió la personalidad de los operadores y los no operadores debido a la pandemia.

Los resultados sugieren un entorno comercial cada vez menos audaz y más cauteloso, con implicaciones para la función de reacción de los mercados financieros muy diferentes a las que estamos acostumbrados.

Cuando estudié finanzas académicas a principios de los años 80, la atención se centraba en los fundamentos económicos y las teorías matemáticas. Las finanzas “conductuales” - que examinaban cómo la psicología de los participantes afectaba a los mercados - eran un campo nicho que muchos investigadores ignoraban por completo. Pero la influencia de las teorías conductuales creció rápidamente en las dos décadas siguientes, y ahora es un pilar fundamental del campo.

Gran parte de los primeros trabajos sobre finanzas conductuales estudiaban tendencias que se consideraban casi universales en los seres humanos. Esto dio paso a trabajos que reconocían las diferencias entre individuos, pero a menudo se suponía que éstas se establecían al principio de la vida y se mantenían constantes a partir de entonces. Sólo en los últimos 10 años, más o menos, se han generalizado las teorías de las finanzas conductuales que asumen que las personalidades de los adultos son maleables. La pandemia es el mayor trauma masivo que proporciona un experimento natural para estas nuevas ideas. ¿Cómo cambió la pandemia la personalidad de los operadores? ¿Qué significa esto para los mercados financieros?

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Aunque se trata de una nueva área de estudio académico, es una idea antigua. Siempre ha sido común hablar de comerciantes traumatizados por alguna crisis financiera, y suponer que la asunción de riesgos disminuyó como consecuencia, eliminando liquidez de los mercados y deprimiendo las valoraciones. La mayoría de las teorías sobre burbujas y pánicos financieros son psicológicas, al igual que muchas tesis y estrategias comerciales. Pero nada de esto es riguroso, y gran parte se basa en burdos estereotipos psicológicos y en una lógica económica superficial.

Quizá le sorprenda saber que, según el estudio de la Reserva Federal de Nueva York, los operadores puntúan más alto en simpatía -que incluye confiar en los demás y no encontrar fallos- que un grupo de control de estudiantes. Se supone que los operadores son escépticos, incluso suspicaces, buscando constantemente fallos y pensando de forma contraria. Casi no hay comerciantes desagradables; todos tienen un nivel moderado o alto en estas características. Los de los estudiantes, sin embargo, pueden ser bajos, moderados o altos. No parece que sea necesario ser muy agradable para operar, pero ser poco agradable parece ser una descalificación.

¿Qué ocurrió en la pandemia? La simpatía de los comerciantes se desplomó, desde niveles muy superiores a los de los estudiantes hasta niveles muy inferiores. La simpatía de los estudiantes no cambió significativamente, así que no fue un efecto general en todos. El efecto fue mucho mayor en los operadores, que se habían visto afectados personalmente de forma negativa (médica, económica o vitalmente). Curiosamente, entre los estudiantes se produjo un descenso mucho menor de la agradabilidad, pero sólo entre los estudiantes menos afectados por la pandemia.

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El otro gran cambio se produjo en un rasgo que los autores denominan “locus de control”, es decir, el grado en que las personas sienten que controlan los acontecimientos y dirigen su vida. En este caso, los operadores obtienen puntuaciones mucho más altas que los estudiantes, ya que parece que sentir que se tiene el control es necesario para operar. Por un lado, se supone que los comerciantes tienen un gran respeto por el mercado y el azar, lo que parecería abogar por un bajo locus de control. Pero, en cambio, parece que los operadores necesitan un locus de control elevado para reunir la fuerza psíquica necesaria para hacer apuestas audaces en condiciones de incertidumbre.

El locus de control también se redujo para los operadores, aunque se mantuvo muy por encima de los niveles de los estudiantes, que tampoco cambiaron significativamente. Este cambio fue el mismo para los operadores que declararon un impacto alto o bajo de la pandemia en sus vidas.

Sólo se trata de un estudio, y aún no sabemos si se trata de un cambio temporal o permanente. Pero si se toma al pie de la letra, sugiere que los mercados podrían ser significativamente más cautelosos como consecuencia de ello. Los operadores recelosos que no confían en los demás y no se sienten en control no son propensos a tomar posiciones audaces. Si la generación más joven no se vio afectada, como parece ser el caso en este estudio, quizá los líderes del mercado de los próximos años sean operadores que se libraron de los traumas específicos de operar durante la pandemia.

La otra cuestión es si este tipo de investigación aportará información importante sobre el mercado. ¿Aprenderemos cómo los mercados moldean las personalidades de los operadores y cómo esas personalidades afectan al comportamiento del mercado? ¿O seguirá siendo una curiosidad académica de escaso interés práctico? Quizá el próximo artículo de este equipo ayude a responder a estas preguntas.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.