El presidente de EEUU, Joe Biden, camina por el jardín sur de la Casa Blanca tras llegar en el Marine One en Washington, DC, EEUU, el lunes 27 de febrero de 2023.
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Bloomberg Opinión — Luego de años de caos en la frontera sur de Estados Unidos, el gobierno afirma que los cruces ilegales han caído más de 40% en los últimos meses. Estos datos sugieren que las políticas fronterizas introducidas recientemente por la administración del Presidente Joe Biden están empezando a dar resultados. Es lamentable que políticos de ambos partidos intenten socavar este progreso antes de que apenas haya empezado.

La administración ha empleado desde finales del año pasado una estrategia de palos y zanahorias para contener la oleada de inmigrantes que intentan entrar en el país. Puso en marcha un programa para inmigrantes procedentes de Venezuela, Cuba, Nicaragua y Haití, que permite que hasta 30.000 al mes soliciten visados temporales antes de llegar a la frontera. En el marco de este programa, conocido como “libertad condicional humanitaria”, los solicitantes que tengan un patrocinador, superen un control de antecedentes y cumplan otros requisitos pueden trabajar en Estados Unidos durante dos años mientras se resuelven sus solicitudes de asilo. Los que intentan eludir el proceso son expulsados a México, que hasta ahora se había negado a aceptar deportados de los cuatro países incluidos en el programa.

Los primeros resultados han sido prometedores. Entre diciembre y enero, los encuentros de Aduanas y Protección de Fronteras entre los puertos de entrada descendieron de 221.675 a 128.410 (la cifra más baja en dos años), con indicios de que el descenso continuará en febrero. Es posible que estas cifras se reduzcan aún más debido a una nueva norma anunciada la semana pasada que niega a los inmigrantes la posibilidad de pedir asilo sin solicitarlo primero en un país por el que pasen de camino a Estados Unidos. La norma, que entrará en vigor en mayo, se suma al Título 42 (la política utilizada por el gobierno para rechazar a algunos solicitantes de asilo durante la pandemia) al imponer sanciones penales por la reentrada ilegal una vez denegada la admisión inicial.

Aunque es demasiado pronto para declarar que la frontera es segura, la administración merece que se le reconozca el mérito de haber tomado medidas para corregir los fallos del pasado. Sin embargo, lejos de trabajar para aprovechar estas mejoras, miembros de ambos bandos están haciendo lo contrario. Veinte fiscales generales republicanos, incluidos los de los estados fronterizos más afectados por la inmigración ilegal, han presentado una demanda para intentar anular el plan de libertad condicional de la administración, alegando que viola los límites de la autoridad ejecutiva impuestos por el Congreso. Varios senadores demócratas, por su parte, han denunciado la propuesta de norma de tránsito de asilo a terceros países, acusando a Biden de revivir las políticas de inmigración de tolerancia cero de su predecesor.

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Este obstruccionismo es erróneo. El sistema de inmigración de EE.UU. requiere una reforma integral para cubrir la escasez de mano de obra, atraer a más trabajadores altamente cualificados y ofrecer un proceso de asilo justo y eficiente a los inmigrantes que realmente huyen de la persecución. Sin embargo, es imposible conseguir el apoyo de la opinión pública a estas políticas sin medidas más agresivas para disuadir la entrada ilegal, algo a lo que siguen oponiéndose demasiados progresistas. Al mismo tiempo, los conservadores deberían reconocer que unos esfuerzos prudentes para aumentar la inmigración legal pueden ayudar a aliviar la presión en la frontera y frenar el flujo ilegal. Los ataques de los cargos electos republicanos al programa de libertad condicional de Biden, que parece haber reducido significativamente el número de cruces ilegales de la frontera, delatan más interés en que continúe el caos que en soluciones prácticas.

Los problemas subyacentes que impulsan la crisis migratoria (a saber, el movimiento de grandes cantidades de personas procedentes de todo el hemisferio occidental que intentan entrar en EE.UU.) no se resolverán de la noche a la mañana, pero el nuevo enfoque de la administración es un paso hacia un sistema más racional y ordenado. Los líderes de ambas partes deberían darle una oportunidad justa de funcionar.

Editores: Robert George, Romesh Ratnesar.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.