El presidente ucraniano
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Bloomberg Opinión — Las dos conversaciones más tensas de esta semana tienen como interlocutor al Presidente chino, Xi Jinping. En Moscú, está hablando con su homólogo ruso y anfitrión, Vladimir Putin. En una videoconferencia o una llamada telefónica que se supone tendrá lugar en los próximos días, hablará con el líder ucraniano, Volodymyr Zelenskiy.

El tono de esta segunda conversación será seguramente rebuscado e incómodo. En cuanto al fondo, es poco probable que sirva para algo. Sin embargo, los matices tendrán consecuencias, tanto para la guerra de autodefensa de Ucrania como para la diplomacia global y el orden mundial. ¿Cómo debería enfocar Zelenskiy la llamada?

Xi, que acaba de asegurarse un sorprendente tercer mandato, está intentando hacer cuatro cosas. En primer lugar, quiere hacer frente globalmente a Estados Unidos, al que acusa de intentar impedir el ascenso de China. En segundo lugar, quiere presentarse -con la mirada puesta en el público del “Sur Global”- como un pacificador global y un mediador honesto. En tercer lugar, quiere evitar que la guerra de Rusia contra Ucrania se convierta en un conflicto nuclear. Y por último, quiere consagrar su propia interpretación de la soberanía como principio rector de la política mundial, con vistas a Taiwán.

Para el primer objetivo -desafiar a Occidente liderado por Estados Unidos- Xi sigue considerando a Putin como un útil suplente, al que hay que evitar que fracase rotundamente en Ucrania. De ahí el cumplido de una visita y las insinuaciones de apoyo militar.

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En cuanto a la segunda, hacerse pasar por un pacificador, Pekín publicó el mes pasado un “Concepto de la Iniciativa de Seguridad Global”, seguido de 12 puntos para un “Arreglo Político de la Crisis de Ucrania”. Recientemente, Xi también obtuvo cierto crédito diplomático cuando China negoció una distensión en un conflicto no relacionado, el que enfrenta a Irán y Arabia Saudita.

El tercer objetivo de Xi -evitar la Tercera Guerra Mundial o una escalada nuclear- es compartido por Estados Unidos y sus socios. Aquí Xi, con su influencia sobre Putin, puede desempeñar un papel útil.

Es en el cuarto objetivo -la definición de soberanía e integridad- donde las cosas se complican. Xi quiere que el mundo estipule quién es soberano y quién no. Y él sitúa a Taiwán en esta última categoría. Formalmente, Pekín y Taipei están de acuerdo en que sólo hay una China, discrepando “únicamente” sobre su nombre oficial y su gobierno. Incluso Estados Unidos se atiene a la “política de una sola China”. Así que cada vez que Xi insiste en las palabras “soberanía” o “integridad territorial”, está mirando a Washington y telegrafiando: “No os metáis en nuestros asuntos, en nuestra provincia de Taiwán”.

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Ese mismo respeto por la integridad territorial debería, por tanto, hacer que Xi condenara la invasión de Putin y se pusiera del lado de Ucrania. El país es independiente y soberano desde 1991 y (a diferencia de Taiwán) es miembro de las Naciones Unidas. Sobre el papel, Rusia también reconoce a Ucrania. En 1994, Moscú incluso dio garantías a Kiev sobre su integridad y seguridad a cambio de que los ucranianos renunciaran a sus cabezas nucleares de la era soviética.

Pero China no ha denunciado el ataque de Putin. Esta omisión expone a Xi como un hipócrita más que como un intermediario honesto. Después de empapelar el primer punto de su propio plan de paz -la integridad territorial- no tiene credibilidad para impulsar los demás, desde el “cese de hostilidades” hasta la “reanudación de las conversaciones de paz”.

Escribiendo en un periódico chino antes de la visita de Xi, Putin ha señalado que para que se inicien las conversaciones, Ucrania tendría que aceptar las anexiones ilegales de territorio ucraniano por parte de Rusia. Si Xi convence a Zelenskiy para entablar negociaciones sobre esa base, está claro que el dirigente chino no cree en absoluto en la soberanía. Hablar equivaldría a capitular ante la agresión.

Entonces, ¿cómo debería Zelenskiy responder al teléfono? Tiene algo de experiencia con altivos hombres fuertes de superpotencias que intentan manipularlo. En 2019, fue el expresidente estadounidense Donald Trump quien se puso al teléfono. Sonando como un Don de la Mafia, Trump intentó intimidar a Zelenskiy (“Aunque necesito que nos hagas un favor...”) para que investigara a Joe Biden, el oponente de Trump en ese momento y sucesor final. De alguna manera, Zelenskiy logró mantener la diplomacia sin ceder.

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Necesitará ese aplomo de nuevo con Xi. Rechazar simplemente las propuestas chinas no es una opción, porque Kiev está librando no sólo una guerra física, sino también una competición de narrativas para ganarse el apoyo moral, económico y militar de todo el mundo. Y desde el Sur Global hasta los simpatizantes de Putin en Occidente, demasiada gente con influencia estaría dispuesta a darle a Putin una victoria propagandística.

Zelenskiy debería reconocer, en cambio, que Xi lo que busca son frases hechas que le hagan quedar bien. Así que el presidente ucraniano debería darle algunos, pero centrándose en el punto uno del propio plan de paz de Xi. Durante la llamada, Zelenskiy debería insistir en la soberanía y la integridad territorial de su país como base de todas las conversaciones posteriores, y conseguir que su homólogo chino asienta con la cabeza. Al fin y al cabo, es lo que pide Pekín, ¿no?

Si la propuesta de Xi es sólo un farol, que Zelenskiy la rechace. Si tiene sustancia, averigüémoslo y basémonos en ella.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de bloomberg lp y sus propietarios.