Google
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Bloomberg Opinión — Google ya está inmerso en la carrera armamentística de la inteligencia artificial.

Esta semana, el gigante de las búsquedas ha hecho una avalancha de anuncios sobre la mejora de sus principales productos con inteligencia artificial. En consonancia con la información de Bloomberg de que la empresa se estaba apresurando a introducir la IA generativa en tantos servicios como pudiera, la compañía reveló en I/O, su conferencia anual de desarrolladores, que la nueva tecnología para generar contenido llegaría a Gmail, Google Docs, Google Maps, Google Photos y más.

También dio a conocer el mayor cambio en Google Search en años, la llamada “experiencia generativa de búsqueda”, esencialmente una única respuesta generada por IA a las consultas que se situará por encima de los resultados de búsqueda habituales de anuncios y enlaces.

Google ha dejado clara una cosa: por mucho que la empresa esté sometida a presión para que tenga cuidado con la forma en que despliega esta potente tecnología, está avanzando, y rápido. Pero debe tener cuidado de no ir tan rápido que pueda socavar su prestigio ante los usuarios y los anunciantes.

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Los ejecutivos no han sido tímidos a la hora de telegrafiar sus prioridades. Fíjense en la respuesta del Vicepresidente Primero de Google, Prabhakar Raghavan, a una pregunta de Bloomberg News sobre la posibilidad de permitir el escrutinio externo de su IA. Dijo que Google contribuiría a la comunidad científica, pero que “se esforzaría aún más por trasladar las cosas al producto, rápidamente”.

Cuando OpenAI lanzó ChatGPT hace seis meses, Google parecía un rezagado. Ahora Sundar Pichai, CEO de Alphabet Inc, matriz de Google, se ha comprometido a “reimaginar todos nuestros productos principales” con IA generativa. Algunos observadores están impresionados. Los analistas de Citigroup dijeron en un informe que salieron del evento “confiados en la estrategia de IA generativa de Google.” (Bloomberg ha anunciado su propio modelo de lenguaje para finanzas, que probablemente competirá con el GPT-4 de OpenAI).

En el lado positivo, Google parece más fuerte en los negocios en la nube, donde va por detrás de AWS de Amazon Inc. y Azure de Microsoft Corp. Las empresas pueden utilizar el servicio Duet AI de Google para crear sus aplicaciones sin necesidad de conocimientos de programación. Los usuarios de Gmail pueden hacer que la IA redacte sus correos electrónicos. Una herramienta de texto a voz de Google llamada Chirp se encarga de los pedidos de Wendy’s en los autoservicios. Estas funciones podrían dar a Google un impulso en un sector que está notoriamente atrincherado gracias a los contratos heredados con las empresas.

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Pero la verdadera incógnita son los cambios previstos en las búsquedas, el principal producto de Google.

Cuando los usuarios escriban una consulta, el motor de búsqueda de Google pronto ofrecerá respuestas de inteligencia artificial sintetizadas a partir de otros textos de la web. Este es un ejemplo de una consulta sobre cómo visitar un parque nacional con niños y un perro:

La respuesta aparece en la parte superior, y a la izquierda hay enlaces a los sitios de los que se extrajo la respuesta. Pero en la pantalla más pequeña de un dispositivo móvil el aspecto será muy distinto. Los usuarios tendrán que desplazarse hacia abajo para ver esas fuentes, por no hablar de otros sitios que podrían ser útiles para su búsqueda.

Esto debería preocupar tanto a los usuarios de Google como a los clientes pagos, como anunciantes y editores de sitios web. Más del 60% de las búsquedas en Google en Estados Unidos se realizan en teléfonos móviles. Eso significa que, para la mayoría de la gente, la respuesta de la IA de Google ocupará la mayor parte de la pantalla del teléfono. ¿Seguirá la gente desplazándose en busca de citas que tocar? Probablemente no.

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A la pregunta de si la gente visitará esas fuentes, un ejecutivo de Google declaró al Washington Post: “Creo de verdad que los usuarios quieren saber de dónde procede su información”.

No me lo creo. Es posible que los usuarios echen un vistazo a los enlaces para comprobar que parecen legítimos, pero probablemente no harán clic en ellos. Eso supone unos segundos más de desplazamiento y carga, una eternidad en Internet. Después de todo, el chiste de que el mejor lugar para guardar un cadáver es la página dos de los resultados de búsqueda de Google tiene su razón de ser. La mayoría de la gente no se molesta en seguir buscando más allá de la primera lista de enlaces.

“Es seguro apostar por la pereza”, tuiteó el martes Paul Graham, lumbrera de Silicon Valley, un día antes del anuncio de Google. Dijo que la IA generativa era “una de las mayores apuestas por la pereza de la historia”.

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Graham tiene razón. Y el precio podría ser la ira de los clientes anunciantes si la búsqueda por IA de Google llega a ser tan buena que los usuarios dejen de hacer clic en los enlaces. También podría erosionar la confianza de los consumidores si la herramienta empieza a generar demasiadas respuestas erróneas, un problema con el que se han topado ChatGPT de OpenAI, Bing de Microsoft y el propio Bard de Google. Como muestra de que Google aún no ha dado con lo básico, un periodista especializado en tecnología que pidió a la nueva IA de Google una receta de galletas con pepitas de chocolate obtuvo una sin pepitas.

Esto ilustra los tiempos inciertos que corren para Google. Los directivos de la empresa han repetido una y otra vez que la búsqueda por IA es experimental. Pero para Google y cientos de millones de usuarios, participar en el “experimento” puede ser como viajar en un coche cuyo volante se diseña sobre la marcha. Nos espera un viaje salvaje.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg lp y sus propietarios.