Un estudio del gobierno de Estados Unidos revela que casi la mitad de los grifos en el país contienen “productos químicos persistentes” que pueden causar cáncer y otros problemas de salud. Los compuestos sintéticos, conocidos como PFAS, están contaminando el suministro de agua potable en diversas ciudades y pueblos, tanto en pozos privados como en sistemas públicos.
El Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) llevó a cabo la investigación, basándose en hallazgos científicos previos que demuestran que los PFAS están presentes en productos de consumo cotidianos, como sartenes antiadherentes, envases de alimentos y ropa resistente al agua, y ahora se han detectado en suministros de agua.
Investigadores de la Escuela de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia revelaron meses atrás que el agua potable contienen niveles preocupantes de uranio y arsénico; y encontró una relación entre las áreas con una mayor proporción de poblaciones minoritarias y concentraciones más altas de estos metales.
Las comunidades con mayores proporciones de residentes hispanos-latinos, indios americanos-nativos de Alaska y afroamericanos presentaron concentraciones más altas de arsénico y uranio en el agua potable pública.
Según el estudio que publicó la revista Science, se observó una autocorrelación espacial global positiva significativa para ambos metales, lo que significa que las concentraciones tienden a agruparse geográficamente.
Mediante el uso de indicadores locales de asociación espacial (LISA), se identificaron áreas específicas en las que la autocorrelación espacial era significativa. Se encontraron grupos altos-alto (áreas con concentraciones altas de arsénico y uranio) en el Medio Oeste y el Suroeste de Estados Unidos, como Nevada, California, Arizona, Nuevo México, Texas, Kansas y Nebraska. Estas áreas presentan niveles más altos de arsénico y uranio en las aguas subterráneas.
Por otro lado, se identificaron grupos bajos-bajo (áreas con concentraciones bajas) de arsénico en el sureste y medio atlántico, incluyendo Alabama, Arkansas, Carolina del Norte y Carolina del Sur, Virginia y Kentucky. También se encontraron conglomerados bajos-bajos de uranio en áreas geográficas similares, aunque con una cobertura espacial más limitada en el este de Estados Unidos.
Además del arsénico y el uranio, también se observó una autocorrelación espacial positiva significativa para el bario y el selenio.
¿Cómo se distribuye el agua contaminada según la composición étnica y racial?
En el estudio, se analizaron diferentes grupos raciales/étnicos en relación con las concentraciones de arsénico y uranio en el agua potable a nivel de condado. Para evitar violaciones de positividad, se restringió el análisis a condados con al menos 100 residentes de cada grupo racial/étnico. Los resultados mostraron que el número de condados incluidos en cada análisis varió.
A nivel nacional, se observó que el porcentaje medio de residentes pertenecientes a cada grupo racial/étnico fue del 7% para negros no hispanos, 2% para indios americanos/nativos de Alaska, 9% para hispanos/latinos y 80% para blancos no hispanos.
Los condados analizados para los residentes negros no hispanos tenían concentraciones medias más bajas de arsénico y uranio en el agua potable, así como un menor porcentaje de sistemas de agua que dependían de fuentes subterráneas y una menor proporción de población rural. Por otro lado, los condados incluidos en el análisis para los residentes indios americanos/nativos de Alaska tenían un mayor tamaño y densidad de población, así como el porcentaje más bajo de población viviendo en áreas rurales. En cuanto a los residentes hispanos/latinos, los condados analizados presentaban concentraciones medias más altas de uranio en el agua potable.
En el caso de los residentes blancos no hispanos, no se excluyeron condados debido a tener menos de 100 residentes, por lo que estos condados son los mismos que los incluidos en cualquier análisis.
¿Hay medidas de protección?
En marzo, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) propuso los primeros límites federales para seis formas de PFAS. Sin embargo, aún no se ha prohibido que las empresas que utilizan estos productos químicos los viertan en los sistemas públicos de aguas residuales.
Los estudios en animales de laboratorio han encontrado posibles vínculos entre los PFAS y diversos tipos de cáncer, hipertensión arterial y bajo peso al nacer.
La presencia de PFAS fue detectada en la mayoría de los grifos analizados, y las muestras se tomaron entre 2016 y 2021 en una variedad de ubicaciones, desde áreas protegidas hasta centros urbanos con industrias conocidas por generar estos químicos.
