Opinión - Bloomberg

Europa tampoco estará preparada para Trump 2.0

Foto: Jesco Denzel /Bundesregierung via Getty Images
Por Marc Champion
19 de septiembre, 2023 | 08:47 AM
Tiempo de lectura: 4 minutos

Bloomberg Opinión — La ministra alemana de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, afirma que Europa estará mejor preparada para una futura presidencia de Donald Trump que para el “shock total” de la primera. Ojalá fuera cierto. La realidad es que nadie, salvo el expresidente estadounidense y sus partidarios, estará preparado para el segundo asalto, si es que llega.

Baerbock pertenece al Partido Verde alemán y es liberal por donde se la mire. En lugar de quedarse en su zona de confort, visitando a demócratas más o menos afines y a funcionarios de la administración Biden, entró en la boca del lobo de MAGA en Texas, reuniéndose con el gobernador Greg Abbott, entre otros.

Es difícil imaginarse esa conversación. Abbott ha apoyado la prohibición del aborto y el matrimonio entre personas del mismo sexo, se ha opuesto a cualquier control de armas y ha promovido la inversión en combustibles fósiles frente a las energías renovables. También está en contra de la política de “cheques en blanco” de la Administración Biden para financiar la defensa de Ucrania, que, según Abbott, se hace a expensas de las necesidades nacionales.

Así que Baerbock merece mucho crédito por intentar entender a qué se enfrenta. Como señaló acertadamente en la entrevista del domingo en Bloomberg TV, los diplomáticos extranjeros no eligen a los presidentes estadounidenses. Trump parece ahora mismo una buena apuesta para ganar al menos las primarias republicanas, y si llega de nuevo a la Casa Blanca, es muy probable que se produzca una revolución en la política interior y exterior de Estados Unidos.

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Aunque la sacudida sería mayor que en 2016, porque el equipo Trump podrá dar un golpe de efecto y el impacto sería mayor -en Europa como en EEUU-. Entonces, Trump no tenía equipo ni apenas políticas preparadas para el cargo porque nadie esperaba que ganara. Necesitó tres años de un mandato de cuatro para purgar a los últimos de los llamados “adultos de la sala’' -pensemos en antiguos ejecutivos como Gary Cohn y Rex Tillerson, o en mandos militares como James “Perro Loco” Mattis- que como miembros del gabinete frustraron la puesta en marcha de algunas de las peores ideas de Trump. Incluso su intento de robar las elecciones de 2020 no funcionó.

Así que, aunque Baerbock tiene razón en que hace siete años ningún europeo imaginaba siquiera sentarse a la mesa de un presidente estadounidense que no apoyara la Organización del Tratado del Atlántico Norte, la alianza también sobrevivió. Por cada exabrupto de Trump en una cumbre de la OTAN, había un general estadounidense a mano para ofrecer tranquilidad. El gasto militar estadounidense en Europa en realidad alcanzó un máximo de US$6.500 millones bajo Trump en 2019, frente a los US$3.400 millones de 2017, el último año de la administración Obama.

Esta vez, los think tanks republicanos de MAGA y los ex funcionarios de Trump habrían tenido cuatro años para preparar listas detalladas de personal y documentos políticos. Eso incluye una legislación que les permita empezar la legislatura con una purga de funcionarios fuera de mensaje, y esta vez un gabinete que probablemente no incluya a ningún “adulto” entrometido.” Trump, para quien sus intereses personales y los de EE.UU. son indistinguibles, estaría empeñado en tomar represalias contra los enemigos percibidos dentro y fuera del país. Alemania destaca. Vladimir Putin no.

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Baerbock, como era de esperar, se centró durante su viaje a Estados Unidos en la importancia de continuar con la política de “seguro de vida’' de la OTAN para Europa, y en la defensa de Ucrania. Alemania, dijo, había renovado por completo su política exterior después del pasado febrero para hacer “lo correcto’', defendiendo a las “víctimas” de la invasión de Ucrania por Putin. También habló de cómo la crisis había demostrado lo esencial que sigue siendo la alianza transatlántica para ambas partes, al oponerse a una ofensiva cuyo éxito destruiría el llamado orden internacional basado en normas. Todo eso es cierto, y los republicanos estadounidenses tradicionales estarían de acuerdo con gran parte de ello. Pero cada palabra es un detonante para Trump y sus partidarios.

Ucrania, tanto en Europa como en Estados Unidos, se está convirtiendo cada vez más en un punto de división para la política nacional, con partidos de extrema derecha que argumentan que el gasto está restando importancia a las prioridades nacionales. Alternativa para Alemania ocupa ahora el segundo lugar en las encuestas del país de Baerbock. Es probable que las quejas que alimentan estos partidos no hagan sino aumentar de aquí a las elecciones presidenciales de noviembre de 2024, a medida que el impacto del aumento de las tasas de interés y del costo de vida se cebe con el crecimiento y el empleo.

La invasión rusa de Ucrania remodelará la seguridad europea a largo plazo. Una segunda administración Trump también pondría a prueba hasta la destrucción la propuesta fundamental de valores democráticos compartidos que sustenta la alianza entre Estados Unidos y Europa, supuestos que ya están siendo sometidos a tensión y que tendrían dificultades para sobrevivir otros cuatro años de formulación de políticas MAGA en la Casa Blanca.

Es probable que llegue una Casa Blanca estadounidense aislacionista y profundamente conservadora, si no en 2024, y si no con Trump. Para prepararse realmente para esa eventualidad, Europa tendrá que hacer las cosas difíciles de las que ha hablado pero que en gran medida no ha logrado durante años, si no décadas: Desarrollar una capacidad real para llevar a cabo una política exterior estratégica común; agrupar las adquisiciones de defensa para evitar el despilfarro en múltiples versiones de los mismos sistemas de armas; y racionalizar 345.000 millones de dólares al año de gasto en defensa colectiva para que sus fuerzas puedan desplegarse a escala. Entonces Europa no sólo sería capaz de proporcionar su propia póliza de seguro de vida, sino que se convertiría en un aliado más atractivo incluso para los escépticos estadounidenses.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg lp y sus propietarios.