¿Quién será el próximo presidente de Irán tras la muerte de Raisi?

Se esperaba que Ebrahim Raisi también sea el próximo Líder Supremo

Presidente de Irán
Por Golnar Motevalli
20 de mayo, 2024 | 10:53 AM

Bloomberg — La muerte del presidente iraní, Ebrahim Raisi, en un accidente de helicóptero plantea la pregunta inmediata de quién le sucederá al frente del gobierno. No sólo se esperaba que Raisi sucediera al Líder Supremo, el ayatolá Alí Jamenei, de 85 años, sino que su muerte también tiene consecuencias para el futuro de uno de los cargos más poderosos de Medio Oriente.

¿Cuál es la diferencia entre el Líder Supremo y el Presidente?

El Líder Supremo, también conocido como Velayat-e Faqih en la teología islámica chiíta, es el máximo dirigente de Irán y el responsable de tomar todas las decisiones importantes relativas al Estado. El Líder Supremo, cargo establecido tras la Revolución Islámica de 1979, es también jefe de Estado y comandante en jefe.

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Sólo los hombres pueden optar al cargo. Según el tipo de ley islámica que se aplica en Irán, tiene que otorgarse a un teólogo chií de alto rango que debe tener como mínimo el rango de ayatolá, aunque se discute si el propio Jamenei alcanzó alguna vez ese nivel.

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El presidente de Irán, por su parte, es el jefe del poder ejecutivo del país y es elegido cada cuatro años en un proceso electoral sometido a un estricto escrutinio. El presidente controla el gobierno y, en función de sus antecedentes políticos y su fuerza, puede ejercer una gran influencia sobre la política estatal y la economía.

¿Qué ocurre ahora?

Según la Constitución iraní, ante la muerte del presidente, el primer vicepresidente asume el liderazgo temporal. Junto con el jefe del poder judicial y el presidente del Parlamento, celebran nuevas elecciones presidenciales en un plazo de 50 días. En este caso, parece seguro que el líder temporal será Mohammad Mokhber, antiguo oficial del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica y exjefe de una fundación que vela por los bienes de la República Islámica.

En un aparente esfuerzo por disipar cualquier preocupación pública sobre la estabilidad del gobierno, Jamenei habló sobre la ausencia de Raisi el domingo por la noche -incluso antes de que se confirmara su muerte- y dijo que la gente no debía esperar ninguna alteración en la forma de dirigir el país.

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¿Qué impacto tiene la muerte de Raisi en Irán y en la región?

Uno de los grandes interrogantes que plantea la muerte de Raisi es cómo puede afectar su ausencia a la batalla sobre quién sucederá a Jamenei como Líder Supremo. Se trata de una cuestión que ha preocupado a académicos, funcionarios y analistas a medida que Jamenei ha ido envejeciendo.

La muerte de Raisi también podría tener consecuencias para la relación de Irán con el resto de la región. Irán respalda a una serie de grupos interpuestos, los más poderosos de los cuales luchan contra Israel. El Cuerpo de la Guardia Revolucionaria intentará asegurarse de que los enemigos de Irán no aprovechen un momento de agitación. Raisi también supervisó un periodo de vínculos más cálidos con los países árabes del Golfo, incluidos Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, y aunque es probable que esa política continúe, cualquier nuevo líder puede tener prioridades diferentes.

¿Quién será el próximo Líder Supremo?

En la complicada y muy opaca estructura política iraní, prácticamente no existen espacios oficiales o públicos en los que se debatan abiertamente cuestiones sobre el sustituto de Jamenei. Sin embargo, analistas, funcionarios y académicos próximos a la clase política mencionan desde hace tiempo a Raisi y a Mojtaba, el hijo de Jamenei, como principales candidatos.

La muerte de Raisi significa que Mojtaba tiene ahora el camino despejado hacia el máximo cargo. Pero también sería un nombramiento arriesgado. Irán tiene un tenso legado con el concepto de gobierno hereditario: los líderes de la Revolución Islámica de 1979 se opusieron vehementemente a cualquier tipo de sistema que se pareciera a la monarquía que derrocaron.

Además, la popularidad de Mojtaba nunca se ha puesto a prueba, dado que no ocupa ningún cargo en el gobierno y no se le ve en público muy a menudo. Para tener algún tipo de legitimidad, el Líder Supremo necesita al menos la apariencia de contar con el apoyo auténtico de las masas que apoyan el actual sistema religioso.

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