Bloomberg Línea — El panorama energético para Colombia en 2026 se espera que sea uno de los más desafiantes de la última década, con precios al alza y un margen estrecho entre generación y demanda.
“Hay un reto muy importante para el sector industrial, sobre todo en el capítulo de calentamiento, pues es quien más usa gas natural”, explica Camilo Montoya, gerente general de Azimut Energía, quien también explica que “con la posibilidad del Fenómeno de El Niño, los niveles de las reservas hidráulicas podrían bajar considerablemente, lo que hará necesario generar más energía con combustible más costoso”.
Esto es causado por la combinación de una deuda sectorial que supera los COP$4 billones, el retraso en proyectos de transmisión y generación (de acuerdo con ACOLGEN, hasta octubre de 2025 entró en operación menos del 2% de los 3.517 MW esperados) y la pérdida de la soberanía gasífera, pues se calcula que el 25 % del gas deberá importarse ante la falta de recursos locales.
Además, la eventual llegada de un Fenómeno de El Niño en 2026, cuya probabilidad es alta según la NOAA, podría forzar al país a una mayor dependencia de las térmicas y, en el peor de los casos, a racionamientos.
Ante una demanda que no cede y una oferta tensionada, la adopción de tecnologías de eficiencia energética proyecta un crecimiento de entre el 20% y el 40%, impulsada por empresas que buscan proteger su continuidad operativa, según análisis de la compañía de eficiencia energética Azimut Energía.
Aunque esta presión recae con mayor fuerza sobre los sectores industrial y comercial, que hoy enfrentan los riesgos más críticos de rentabilidad y suministro, todas las industrias del país, incluida la residencial, se verán afectadas.
Para enfrentar el riesgo, que según XM proyecta un déficit de hasta 3,5% en 2027 y de hasta 6% para 2030 en términos de energía eléctrica, Montoya menciona que algunas de las tendencias que definirán la estrategia energética en 2026.
Consolidación de la autogeneración solar fotovoltaica
El desarrollo de proyectos de energía solar dejará de ser una opción de sostenibilidad para convertirse en una necesidad de alivio financiero.
La tendencia apunta a la consolidación de sistemas fotovoltaicos que permitan a las industrias y comercios librar carga de la red nacional.
Al generar su propia energía, las empresas reducen su exposición a las tarifas del mercado regulado y disminuyen la presión sobre el Sistema Interconectado Nacional.
Sistemas de almacenamiento (BESS) como respaldo crítico
El uso de baterías de gran escala (BESS) será protagonista para proteger procesos críticos.
El ejecutivo explica que esta tecnología permite almacenar excedentes de energía solar para usarlos en picos de demanda o actuar como un seguro contra apagones.
Tener procesos industriales protegidos por sistemas de almacenamiento será fundamental para evitar cierres operativos ante fallas en la red, permitiendo además aprovechar mejor el beneficio económico de los proyectos fotovoltaicos.
VER MÁS: GEB advierte riesgo energético mientras opositores frenan avance de proyecto clave en Colombia
Gestión de datos para combatir la ineficiencia
Colombia enfrenta un nivel de ineficiencia energética cercano al 65%, lo que significa que sólo se aprovecha productivamente el 35% de la energía consumida, según cifras de la Unidad de Planeación Minero-Energética.
Por ello, la optimización a través del análisis de datos será una herramienta obligatoria. El monitoreo en tiempo real permitirá identificar fugas de energía y mejorar el control de consumos, traduciéndose en una disminución inmediata de la facturación sin necesidad de recortar la producción.
Electrificación del calentamiento ante el costo del gas
Con el país importando más del 25% del gas natural que consume, el precio de este insumo está hoy sujeto a la volatilidad de la TRM.
Esto impulsará la sustitución de procesos que antes usaban gas para calentamiento de agua o fluidos por sistemas eléctricos de alta eficiencia.
Aunque esto incremente la demanda de electricidad permitirá a las empresas un mayor control sobre sus costos operativos y reducirá la dependencia de un combustible cuya disponibilidad local es limitada.
Expansión de la movilidad e infraestructura de carga
A pesar de la crisis, se estima que en 2026 ingresarán más de 30.000 nuevos vehículos eléctricos al país.
Esto obligará a una expansión acelerada de la infraestructura de carga en estaciones de servicio y entornos comerciales.
VER MÁS: Las energías renovables impulsaron el sistema eléctrico en 2025 en Latinoamérica: las razones
El desafío será gestionar esta nueva demanda para que no sobrecargue aún más la red, utilizando sistemas de carga inteligente que aprovechen las horas de menor consumo general.













