Bloomberg Línea — La revolución demográfica en curso está transformando la economía global a un ritmo sin precedentes. El envejecimiento de la población y la extensión de la vida poslaboral están poniendo a prueba los sistemas públicos de pensiones, y a la vez, están abriendo un espacio inédito de oportunidad para la industria financiera.
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Un informe elaborado por Morgan Stanley (MS) y Oliver Wyman sostiene que, si los actores del sector logran articular soluciones integradas para el retiro, podrían capturar hasta US$400.000 millones en ingresos adicionales hacia 2028.
El informe advierte que el modelo tradicional de jubilación ha quedado obsoleto. Las presiones fiscales, el declive de los planes de beneficio definido y la transición hacia esquemas de ahorro individual están desplazando el riesgo desde los gobiernos y empleadores hacia las personas.
En este nuevo contexto, las preguntas centrales ya no giran solo en torno a cuánto ahorrar, sino cómo administrar ese ahorro a lo largo de una vida que puede extenderse décadas después del retiro.
“La industria financiera debiese usar la gran cantidad de data y tecnología para ofrecer productos financieros eficientes, desde el punto de vista riesgo-retorno, que permitan de mejor forma incrementar el ahorro y mitigar riesgos como el de la longevidad”, dijo Hugo Aravena, presidente de la CFA Society Chile.
La edad del envejecimiento
El diagnóstico de Morgan Stanley es claro. El mundo ha entrado en lo que define como la “Age of Aging”. Solo en Estados Unidos, más de 30 millones de personas de la generación boomer alcanzarán la edad de jubilación en los próximos cinco años. Al mismo tiempo, la proporción de adultos mayores de 65 años se duplicará de aquí a 2050, y más de 450 millones de personas superarán los 80 años.
Estos cambios se dan en un contexto de caída en las tasas de natalidad, bajo rendimiento de los sistemas de pensiones tradicionales y aumento de la longevidad, lo que pone en tensión los esquemas previsionales y obliga a redefinir las estrategias financieras de largo plazo.
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Morgan Stanley sostiene que el mercado actual está lejos de ofrecer una respuesta adecuada. El ecosistema de retiro está fragmentado y dominado por productos diseñados de forma aislada.
Esto genera una experiencia desarticulada para las personas, quienes enfrentan un exceso de opciones sin orientación clara, un fenómeno que el informe llama “la paradoja de la elección”.
Para la firma, la solución no pasa por sumar más productos, sino por crear plataformas que integren acumulación, desacumulación, protección ante la longevidad y transferencia patrimonial en una sola arquitectura coherente.
Las cifras ilustran el potencial: los autores estiman que el avance hacia un modelo de retiro más holístico podría representar ingresos incrementales por hasta US$400.000 millones para el sector financiero global hacia el final de la década.
Este crecimiento vendría principalmente de una mayor asignación de recursos a mercados privados, la reorientación de activos hoy estacionados en cuentas pasivas, la expansión del acceso a asesoría y la adaptación de los portafolios al hecho de que las personas vivirán más tiempo.
Este fenómeno también se refleja en la dinámica de los flujos de capital. Según el mismo informe, entre 2023 y 2028 se espera una tasa compuesta anual de crecimiento (CAGR) de 7,3% en los activos gestionados globalmente, con un impulso particular en mercados privados, que registrarían un crecimiento del 11,5%.
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El crédito privado, por su parte, podría avanzar a un ritmo de 16% anual, consolidándose como un vehículo clave para generar ingresos en etapas de desacumulación.
En paralelo, el mercado de seguros con enfoque en longevidad también está experimentando una transformación, con productos que integran inversión y cobertura ante eventos de salud catastróficos.
Una industria en transición
Para capturar esta oportunidad, la industria deberá sortear varios obstáculos. El informe reconoce que muchas firmas comprenden la magnitud del desafío, pero enfrentan barreras internas como estructuras operativas desalineadas, tecnologías heredadas e inercias organizacionales.
Superar estos frenos requerirá rediseñar los modelos de negocio, establecer alianzas estratégicas y adoptar plataformas digitales capaces de escalar soluciones personalizadas.
Desde UBS, el Chief Investment Officer de Mercados Emergentes, Michael Bolliger, también destaca la relevancia de la longevidad como megatendencia. “La longevidad es una de las tendencias transformadoras más importantes”, sostiene.
Para el analista, invertir en compañías que se beneficien de una sociedad envejecida, de los cambios asociados en el comportamiento del consumidor y del progreso médico “puede ayudar a los inversionistas a fortalecer la resiliencia de sus carteras y a posicionarse para una acumulación de riqueza a largo plazo”.
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Bolliger señala que los sectores más directamente expuestos a esta transformación serán el de la salud, los bienes raíces, el turismo y los servicios financieros.
También proyecta un fuerte crecimiento en la demanda de tratamientos contra enfermedades asociadas a la edad, como el Alzheimer, las cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer, lo que podría llevar al sector salud a generar ventas por US$2,2 billones hacia 2030.
Para Aravena, el contexto latinoamericano presenta desafíos particulares. El desarrollo insuficiente de los mercados de capitales y la escasa educación financiera limitan la penetración de productos sofisticados
Sin embargo, advierte que hay un camino claro. “En el contexto latinoamericano hay un desafío conjunto en mejorar el desarrollo y profundidad de los mercados de capitales, que permitan el desarrollo de este tipo de productos en distintas monedas y considerando la protección contra la inflación, por ejemplo”. dijo el analista.
La integración de productos que combinen inversión y protección es una de las apuestas clave.
Instrumentos como los fondos de payout, los productos estructurados con cobertura, los seguros con beneficios financieros o las soluciones basadas en crédito privado están comenzando a ganar tracción.
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“Las inversiones alternativas son una clase de activos que han estado presente por mucho tiempo en los mercados financieros, pero que en las últimas décadas han visto un desarrollo más importante”, dijo Aravena.
Para el experto, este tipo de instrumentos, si se consideran correctamente, “puede ser un gran aporte para mejorar el ahorro de largo plazo de los ahorrantes, sobre todo en etapas tempranas de acumulación”.
Morgan Stanley apunta que la innovación vendrá de manos de actores que logren ensamblar estos elementos en ofertas modulares, adaptadas al perfil de cada cliente y con capacidad de escalar globalmente.
En Estados Unidos y Europa, ya se han desarrollado modelos que combinan ETFs con protección a la baja, fondos con pagos programados y vehículos de inversión semilíquidos accesibles para el inversionista retail.
Sin embargo, su adopción aún es desigual, debido a barreras regulatorias, falta de estandarización y, en muchos casos, desconocimiento por parte de los usuarios.
El informe también destaca que, mientras los gestores de activos tradicionales enfrentan márgenes de operación más estrechos, aquellos que logren integrar capacidades de mercados privados podrían mejorar sus márgenes y valoraciones en el mediano plazo.
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Además, la presión para ofrecer soluciones personalizadas está elevando el interés por modelos híbridos que combinen estrategias sistemáticas con enfoques fundamentales, lo que requiere nuevas habilidades en la construcción de portafolios y una coordinación más fluida entre áreas de inversión y distribución.
Para Morgan Stanley, el camino es claro: adoptar una mentalidad de “ecosistema de retiro”, que permita entregar soluciones completas y articuladas. Las firmas que logren avanzar en esa dirección no solo estarán mejor posicionadas para capturar el crecimiento proyectado, sino también para cumplir con un propósito en la era del envejecimiento: asegurar calidad de vida, estabilidad y transferencia patrimonial en una vida cada vez más larga.