La dinastía familiar de Ford Motor inicia sus primeros pasos hacia la sucesión

En medio de tensiones geopolíticas, pérdidas en vehículos eléctricos y el avance de competidores chinos, Ford Motor inicia con cautela una transición generacional.

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Bloomberg — La mujer que podría liderar algún día a Ford Motor Co. estaba lista para causar una impresión.

Alexandra Ford English subió al escenario en una conferencia de políticas públicas en Michigan en mayo junto a su padre, Bill Ford, presidente ejecutivo de la automotriz y bisnieto del fundador. Era la primera vez que compartían un evento público desde que English, de 37 años, se unió a la junta directiva de Ford en 2021, tras varios años trabajando en la empresa, así como en Gap Inc. y Tory Burch. Para los inversionistas, fue una rara oportunidad de evaluar a la próxima generación.

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La familia Ford ha dirigido la automotriz durante casi todos los 122 años de su historia, atravesando guerras, recesiones y bonanzas. Hoy enfrenta un futuro incierto: la guerra comercial del presidente Donald Trump está alterando las cadenas de suministro y elevando los costos, mientras rivales chinos avanzan rápidamente en tecnología de vehículos eléctricos y amenazan con adueñarse del futuro del transporte.

Muchos ven en English a una posible sucesora de su padre, ante la ausencia de otros candidatos evidentes. Sin embargo, sigue siendo una figura poco conocida y ha concedido pocas entrevistas, por lo que aún no está claro cómo enfrentaría los retos actuales de Ford.

Durante 40 minutos, English, su padre y un moderador hablaron de negocios, familia y filosofías sorprendentemente similares. Bill Ford elogió a su hija como alguien valiente y sincera, mientras ella bromeaba sobre su gusto por las bromas prácticas. Su confianza y optimismo recordaban a los de su padre.

“Mucha gente ve la participación familiar como una forma de proteger el pasado, y ese no es en absoluto el enfoque que tenemos”, dijo English durante la Mackinac Policy Conference, celebrada en una isla del lago Michigan donde están prohibidos los autos y se usan carruajes tirados por caballos. “Estoy enfocada en lo que viene para la compañía. Cada decisión la pienso en términos de si estaremos contentos con ella en cinco, diez o veinte años”.

Bill Ford, de 68 años, asegura que no piensa retirarse aún: “Apenas estoy entrando en ritmo”. Pero varios analistas interpretaron el evento de mayo como una forma de presentarla al público e indicar a los inversores que la familia seguirá al mando de la empresa, que factura US$185.000 millones al año y emplea a 170.000 personas en todo el mundo. Como cuarto miembro de la familia Ford en liderar la compañía, Bill parece decidido a garantizar una sucesión ordenada, muy distinta a la serie de televisión Succession, que considera “divertida” pero como un ejemplo de lo que no debe hacerse.

“Creo que todo ocurrirá de forma orgánica”, dijo en entrevista al margen de la conferencia. “Y no, no será nada parecido a la serie”.

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Con títulos de Stanford y Harvard Business School, English ingresó a Ford en 2017, ocupando cargos relacionados con vehículos autónomos y movilidad urbana. Luego fue directora global de mercadeo de marca antes de dejar la operación diaria en 2022 para centrarse en la junta y criar a sus hijos. Quienes trabajaron con ella aseguran que nunca hizo alarde de su apellido, y que se comportaba como una colega más, profesional y dispuesta a asumir tareas comunes.

Un excompañero, que pidió anonimato, dijo haber trabajado antes en otra empresa familiar donde los herederos presumían de su linaje. English, en cambio, “estaba allí para demostrar que merecía el puesto”, comentó.

Ford enfrenta hoy uno de sus momentos más delicados. La transición hacia los vehículos eléctricos le costó US$5.100 millones en 2024, y podría generar pérdidas aún mayores este año. La política de Trump —su “One Big Beautiful Bill”— elimina el crédito fiscal de US$7.500 para autos eléctricos, dificultando el crecimiento local, mientras empresas como BYD de China dominan el mercado global. La guerra comercial también ha afectado las cadenas de suministro de Ford, dependientes de Canadá y México. En mayo, la empresa suspendió su guía de ganancias para 2025, citando un impacto arancelario estimado en US$1.500 millones.

A lo largo de la historia empresarial, muchas compañías familiares han fracasado con el paso de las generaciones. Pero según David Whiston, analista de Morningstar Inc., los inversionistas no temen que los Ford lleven a la empresa al desastre, ya que contratan ejecutivos de alto nivel como el actual CEO, Jim Farley.

“Lo que hace la familia Ford, y es muy inteligente, es delegar el liderazgo operativo a personas muy competentes”, dijo Whiston.

La familia, sin embargo, conserva el control. Posee una clase especial de acciones con derecho a voto que le otorga el 40% del poder de decisión. Bill Ford es el mayor accionista de esta categoría, con el 26%, según el informe corporativo.

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Este modelo irrita a algunos activistas de gobierno corporativo, que han intentado sin éxito eliminar la estructura. En 2024, una propuesta para eliminar esa clase de acciones fue rechazada con un 61,7% de los votos.

“El modelo de acciones duales debería expirar; es un lastre para la acción y para los inversionistas”, opinó Nell Minow, presidenta de ValueEdge Advisors. “Superamos la idea de que el ADN define el liderazgo cuando dejamos atrás las monarquías”.

La familia Ford siempre ha sido consciente de la percepción de privilegio. Henry Ford II, nieto del fundador, lideró la empresa por más de tres décadas, pero dejó claro que ningún familiar ocuparía un alto cargo sin méritos y sin aprobación del directorio. “Aquí no hay príncipes coronados”, dijo en 1979.

Bill Ford entró como ejecutivo ese mismo año y fue elegido presidente del directorio en 1998. Impuso requisitos: título de posgrado en negocios, ingeniería o derecho, y experiencia mínima de cinco años fuera de Ford.

“Es por su propio bien, para que sepan que están a la altura de sus pares. Pero también por el bien de la empresa. No somos una agencia de empleo familiar”, afirmó en Mackinac.

Tres de sus cuatro hijos trabajan hoy en Ford. Nick es director de estrategia corporativa; Will es gerente general de Ford Performance, la división de automovilismo. Su hija mayor, Eleanor, es psicóloga. Su prima Elena Ford, de 59 años, lidera la relación con concesionarios, y su sobrino Henry Ford III, de 45 años, está en la junta directiva.

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La mayoría de los miembros de la familia extendida son solo accionistas. Para mantener la cohesión, Bill Ford organiza reuniones trimestrales con unas 40 personas, donde él y el CEO presentan informes.

Al principio, English dudaba en unirse al negocio familiar. Tras la universidad, trabajó en retail y le encantaba, contó en Mackinac. Ingresó a Ford con una pasantía de MBA, que no fue una buena experiencia. “Le dije a mi papá que tal vez Ford no era para mí. ¿Y qué respondió? Bien. Así sabrás qué es lo que realmente quieres hacer”, relató.

“Me frustró, porque habría sido más fácil si me hubiera dicho ‘tienes que trabajar aquí’. Pero eso me obligó a buscar dónde encajaba. Y lo encontré.”

Si la historia sirve de guía, Bill Ford aún podría seguir años en su cargo. Su padre, William Clay Ford Sr., se retiró de la junta a los 80. Su madre, Martha Firestone Ford, dejó de ser propietaria principal de los Detroit Lions a los 94.

Bill cree que el liderazgo familiar es un activo para la marca: “La gente no ve a Ford como una corporación sin rostro. No vamos a cobrar indemnizaciones doradas y desaparecer. Estamos aquí en las buenas y en las malas, y creo que lo he demostrado en estos 25 años. Pase lo que pase, aquí estaré. Y Alexandra también”.