Levitsky tras elecciones en Perú: “Me preocupa la reacción autoritaria de la derecha peruana”

El politólogo estadounidense considera que la estabilidad de la democracia del Perú está “en el principio de la crisis”

El analista político es director del Centro David Rockefeller de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Harvard. (Foto: LAP_WilsonCenter / Flickr)
28 de julio, 2021 | 03:11 PM

Lima — Pedro Castillo Terrones asumió la presidencia del Perú este 28 de julio, encontrándose así al mando de un país dividido e impactado por el período electoral y con una oposición que será retadora para su gestión presidencial.

Steven Levitsky, politólogo y director del Centro David Rockefeller de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Harvard, comparte con Bloomberg Línea Perú su perspectiva sobre los desafíos que Castillo deberá enfrentar en el corto plazo, y nos da una mirada sobre el escenario actual de la política local y latinoamericana.

Finalmente Pedro Castillo fue proclamado tras más de un mes de espera. ¿Cómo lo describiría usted?

Hay muchos aspectos. Primero, su triunfo y su futura presidencia representan un cambio; es un logro simbólico importantísimo para el Perú marginal. Hay pocas democracias en el mundo en donde alguien tan outsider y con tan pocas conexiones con la élite limeña o del país haya ganado la presidencia. Hay muy pocos paralelos en el mundo. Ni siquiera Fujimori, Humala o Toledo eran tan outsiders como Castillo. Todo el establishment limeño se ha opuesto a Castillo, y ganó. Después de un mes ha llegado a la presidencia. En cierto sentido es un acto democratizante muy importante. Él podría, en el mejor de los escenarios, ser una figura simbólica importante que dé algunos pasos hacia una sociedad más inclusiva y horizontal. La foto de él con su familia en su casa cenando contrastada con la élite del país es muy chocante.

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¿Considera que el choque entre Castillo y un importante porcentaje de la población peruana se da, en gran parte, porque es un personaje muy distinto a lo que estamos habituados en el mundo político?

Totalmente. Pero hay dos elementos más que asustan a más gente. Primero, que es una figura sin experiencia en política. Es un novato casi total. Tiene experiencia sindical que podría ayudarle en algo, pero no tiene experiencia negociando con partidos políticos, con el Congreso, o lidiando con burócratas y tecnócratas del Estado, con organismos internacionales.. Él tiene mucho que aprender y muy rápidamente. Necesariamente va a depender mucho de sus asesores principales y ministros. Eso genera mucha incertidumbre. Podría generar incoherencia, inestabilidad, o volatilidad de políticas. Es una mochila que muchas veces viene con políticos inexpertos. No condena al gobierno, pero es un desafío. Y lo segundo es que él representa a un partido abiertamente marxista y muy radical, y no sabemos -creo que nadie sabe, ni siquiera sé si él sabe- cómo va a ser su relación con los líderes principales de su partido, sobre todo con Vladimir Cerrón. Eso podría radicalizar al gobierno, algo que asusta a la élite; podría ser fuente de conflicto entre Castillo y su propio partido incluso. Pero no hay nada resuelto. Es otra fuente de incertidumbre.

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En resumen, tienes a un personaje muy outsider, muy democratizante, pero muy poco preparado y con cierta tendencia radical que asusta al establishment.

La gente se reúne para escuchar a Castillo hablar en un mitin de campaña en Lima el 27 de mayo.

Además de una preparación que no es óptima, ¿qué otros desafíos identifica de cara a su gestión en el corto plazo?

La falta de preparación se puede superar con cierto estilo de gobierno. Ronald Reagan en EE.UU no tenía mucha experiencia, pero él supo delegar, escoger asesores y dejar que sus ministros gobiernen. Él jugaba un papel simbólico, pero, en el día a día del gobierno, no fue quien gobernó. Escogió a su gente y ellos gobernaron. No insistió en gobernar. Castillo podría hacer algo parecido y depender de ciertos ministros y asesores, y eso podría funcionar. Uno de los obstáculos es la inexperiencia, otro es la fragmentación de la política peruana, que ha afectado la gobernabilidad de los últimos tres gobiernos, o a gobiernos de centro derecha como PPK; y más que el izquierdismo de Castillo, me preocupa la reacción autoritaria de la derecha peruana.

¿Ve un riesgo para la democracia peruana en este ámbito, a pesar de que ya se han aceptado los resultados?

Claro. Altísimo. Estamos en el principio de la crisis. Aunque dista bastante, es una situación que tiene cierto paralelo con Chile en 1970, o Brasil en 1962. Tienes una reacción muy fuerte de personas que le tienen mucho miedo a Castillo, y la oposición de derecha pareciera estar dispuesta a tumbarse al gobierno ante cualquier provocación. Por eso el tema de una posible Asamblea Constituyente podría provocar un conflicto muy fuerte. Es un campo minado para Castillo, un camino muy peligroso. Estoy muy preocupado por el golpismo de la derecha. Ya vimos en los últimos dos meses que [la derecha peruana] no muestra ninguna señal de autocrítica, de repensar o conciliar.

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Antes de que el JNE proclamara el triunfo de Castillo la lideresa de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, mencionó dijo aceptar los resultados de acuerdo a la ley, pero previamente afirmó que se trataba de una proclamación ilegítima. ¿Cómo analiza usted esta respuesta?

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Keiko Fujimori tiene muy poca credibilidad. Ha firmado muchos compromisos en los últimos 15 años. Se ha declarado demócrata en algunos momentos, ha cambiado de idea y actuado de una manera abiertamente antidemocrática, y luego ha pedido disculpas dos o tres veces. Es una debilidad política, porque no ha podido mantener un mínimo de coherencia en términos de su perfil y su estrategia para mantener credibilidad. Ya nadie cree en Keiko Fujimori, ni la derecha ni la izquierda. Y como ha perdido tres elecciones contra tres políticos malos, muy malos -contra Ollanta Humala, contra PPK, que es un terrible político, y contra Pedro Castillo-, yo creo que se acabó. No creo que sea la cara de la derecha entre los meses o años que vienen. Serán otros.

La excandidata saluda a sus seguidores durante un mitin de campaña en Lima el 10 de mayo.

¿Rafael López-Aliaga, por ejemplo?

Así es.

¿Ve otra figura de derecha que pueda tomar relevancia en estos siguientes meses o años?

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Es difícil predecir. No hay partidos consolidados y varias de las figuras de la derecha ya son muy viejas y han perdido mucha credibilidad. No creo que Mario Vargas Llosa o Lourdes Flores sean figuras importantes, tampoco Hernando De Soto. Estamos hablando de personas realmente de otro siglo. La derecha, sin duda, sigue con mucha fuerza en el Perú, pero más allá de López-Aliaga es difícil predecir figuras en este momento. Seguro serán personajes de la derecha iliberal. El centro derecha que representaba gente como PPK está muy débil.

Casi que no hay una centro derecha representada.

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[En el Perú] hoy en día no.

“Una posible Asamblea Constituyente podría provocar un conflicto muy fuerte. Es un campo minado para Castillo, un camino muy peligroso”.

Usted mencionó con anterioridad que lanzar un proceso constituyente ahora sería como un “suicidio político” para Castillo. ¿No es una discusión inevitable, considerando que esta ha sido su principal promesa en campaña y que un núcleo duro de sus votantes sí espera que algo como esto se impulse?

Nada es inevitable en política. Todos los políticos en el Perú en los últimos 30 años o más han traicionado a su base. Desde Alberto Fujimori, que hizo campaña anti shock en los noventa, hasta hoy. Todos los que han sido elegidos han traicionado sus promesas. No podemos decir que Castillo no podría hacerlo. ¿Sería positivo o saludable? Esa es otra pregunta. Pero una posibilidad que yo no descartaría es que simplemente abandone su promesa y probablemente pierda apoyo. Sin embargo, hay otros caminos. Uno es que Perú Libre a través del Congreso proponga hacerlo, y si se bloquea, se perdió, pero se intentó bajo mecanismos legales. Eso mantiene cierta legitimidad porque no abandona su promesa, simplemente no la busca imponer. También hay algo poco aplicado en el Perú que es la negociación y consensos. Llegar a un punto medio.

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¿Reformas puntuales a la Constitución?

Sí. Quizás no hay constituyente, sino un acuerdo para algunas reformas constitucionales. Hay muchos caminos entre una traición total, por un lado, y un abismo chavista por otro lado. Hablar en términos de blanco y negro y pensar que tiene que haber uno u otro es ridículo. Hay muchas posibles soluciones.

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¿Ve en Perú Libre a un partido que quiera buscar y concretar consensos?

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Creo que en la actualidad están muy divididos. Hasta el momento, no veo en Vladimir Cerrón a un dirigente político que busca una coalición amplia y a partidos políticos de centro. Pero hay otras figuras en Perú Libre, en la bancada, y dentro de los asesores aliados que son cercanos a Castillo, y el propio Castillo ha mostrado interés en tejer acuerdos más amplios. Es un asunto por resolver dentro de la coalición de Castillo y que podría generar mucho conflicto dentro del propio gobierno. Creo que no está resuelto todavía.

La elección de Pedro Castillo ha tenido mucho eco a nivel regional. Muchos ya se preguntan si es un triunfo de la izquierda que puede propagarse en el resto de América Latina tras la pandemia. ¿Cómo ve esta tendencia? ¿Hay una izquierda que se fortalece nuevamente a nivel de Latinoamérica?

No tanto. Castillo no forma parte de ninguna red transnacional; la izquierda que está surgiendo en Chile es muy nueva y joven, y tampoco parte de un movimiento regional. La vieja izquierda, que dominó hace dos décadas, aún está buscando reconsolidarse. Pero el viento más fuerte que veo en los siguientes años es un viento antioficialista. No es que la gente esté votando por la izquierda -aunque en algunos casos lo hagan así-. La gente vota, sobre todo, en contra del gobierno. El descontento es altísimo en casi toda la región. Era así antes de la pandemia y ahora es peor. La desconfianza hacia los políticos y los gobiernos es altísima y por lo general, mientras la economía vaya mal, veremos un voto antioficialista. En algunos casos el gobierno viene de izquierda y la gente vota por la derecha, como en Ecuador.

Dependerá, entonces, de la tendencia que siga quien está en el poder.

Lo cierto es que América Latina es una región con mucha desigualdad, donde el descontento muchas veces genera apoyo para figuras con tendencia hacia la izquierda, más populista. En democracia, cuando el 50% a 70% de la población es de clase media para abajo, figuras como Hernando de Soto, Francisco Tudela, o programas liberales, simplemente no cosechan muchos votos. En algunos contextos sí, pero por lo general si mantienes una plena democracia en un contexto de altísima desigualdad social, vas a ver figuras populistas, de centro izquierda o izquierda dura que pueden tener cierto nivel de éxito. No obstante, la tendencia principal es antioficialista.