Buenos Aires — La dolarización de las carteras viene tomando impulso a medida que los inversores buscan cubrirse de un posible salto devaluatorio después de las elecciones legislativas de noviembre. Desde la derrota electoral del oficialismo en septiembre, las distintas medidas económicas impulsadas por el Gobierno, como el congelamiento de más de 1.000 productos de la canasta básica, no han logrado despejar esa expectativa.
Lejos de anticipar una fuerte depreciación del peso este verano, tanto el ministro de Economía Martín Guzmán como el resto del equipo económico insisten en que no se acelerará el ritmo de devaluación. “Hay muchos diciendo ‘se viene una devaluación’. El año pasado decían lo mismo, dijimos ‘no’, y no pasó. Ahora decimos lo mismo, ‘no’, no va a haber devaluación”, sostuvo el funcionario este domingo.
- La proyección oficial: El Presupuesto 2022 –que asume un escenario en el que Argentina no pagará los US$19.000 millones de capital que vencen ese año con el fondo con el Fondo Monetario Internacional– propone un dólar oficial mayorista que promediará los $131,10, 32% por encima del nivel en el que se encuentra hoy.
Del otro lado, el grueso de los analistas argumenta que una brecha cambiaria –entre el dólar oficial mayorista y el blue– en torno al 100% es insostenible en el tiempo, y que en algún momento deberá ocurrir un sinceramiento cambiario. No existe un consenso, sin embargo, respecto a las proyecciones de cuándo o cuánto podría devaluar el Gobierno, ni de cómo se debería hacer.
Bloomberg Línea consultó a cinco economistas al respecto.
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¿Se puede postergar una devaluación del oficial en el corto plazo?
Para Francisco Mattig, analista de Consultatio Plus, “la devaluación en el cortísimo plazo no es inevitable, básicamente porque es un adjetivo muy fuerte, siempre hay atajos para evitarla y lograr llegar al segundo trimestre del año próximo, que es cuando se liquida la cosecha gruesa y la oferta de dólares suele aumentar”.
“Esos atajos son básicamente endurecimientos al acceso al mercado oficial para importadores, pero además, todo parece indicar que la cosecha fina, que se liquida en diciembre, viene bastante bien, así que eso también puede ayudar”, agrega.
- Advertencia de mediano plazo: “Si extendemos un poco el horizonte de análisis, claramente una devaluación tiene que materializarse, porque una brecha de 100% no se sostiene por mucho tiempo”, advierte Mattig.
- ¿Cómo hacerla? “Una brecha tan grande no se cierra solo de arriba (bajando el Contado con Liquidación), sino también desde abajo”, afirma el economista. En ese sentido, “el gran desafío es que el ajuste cambiario sea lo menos traumático posible, y para eso será clave el acuerdo con el FMI, para lo cual hay que bajar el tono confrontativo de las negociaciones, que ahora es muy difícil hacer por las elecciones”.
En la misma sintonía se expresó Fernando Marengo, economista jefe de Arriazu Macroanalistas: “Si bien el creciente déficit fiscal, junto al deterioro de las expectativas respecto del devenir de la economía están incrementando el exceso de oferta monetaria,” y “el nivel de reservas netas se deteriora de manera continua, imagino que antes de permitir una fuerte depreciación de la moneda nacional intentara profundizando los controles”.
“La ‘política’ antiinflacionaria del gobierno se basa en el retraso del tipo de cambio y tarifas y los acuerdos de precios, ahora devenido en controles de precios, y al evitar una salto brusco en la inflación, el gobierno intenta evitar cualquier depreciación significativa del tipo de cambio”, sostiene.
Según Marcos Buscaglia, una fuerte devaluación “no es inevitable, pero es altísimamente probable que haya una devaluación del peso en el mercado oficial de cambios antes de marzo”, ya que “las reservas internacionales son muy bajas y, mas allá de los días en los que el BCRA gana reservas a costa de restringir importaciones a un nivel insostenible, seguirá perdiendo reservas en las próximas semanas”.
“El gobierno, por ejemplo, necesita hacer pagos de deuda por cerca de US$2.800 millones antes de fin de año, y a medida que pasa el tiempo y se acerca la fecha percibida de la devaluación (sea real o no) por empresarios y comerciantes, el incentivo a retener bienes en vez de venderlos aumenta, lo que llevaría a ir paralizando la economía en forma creciente, algo que es insostenible por mucho tiempo”, añade.
El economista Iván Carrino, por su parte, tampoco descarta un cambio en el actual ritmo de depreciación del peso por parte del Gobierno.
“La respuesta desde el punto de vista económico es que hay que tener un solo tipo de cambio, lo que implica necesariamente un salto del dólar oficial hasta el valor del paralelo, pero la respuesta desde el punto de vista político es cuánto costo económico está dispuesta a tolerar la política”, afirma, al sostener que “en 2015 hubo que cambiar el signo político del gobierno para salir del cepo, o sea que podríamos tener dos años más de esta situación”.
Otra mirada
En cambio para Emmanuel Álvarez Agis, economista y titular de la consultora pxq, como “no hay razones teóricas ni empíricas para pensar que una depreciación del tipo de cambio oficial reduciría la brecha” cambiaria, lo cual sería necesario para frenar la caída de reservas del Banco Central (BCRA).
El Gobierno debería entonces apuntar a una apreciación de los tipos de cambio paralelos, antes que a una devaluación del oficial, agrega en un informe reciente.
- Además: “Sin un relajamiento en el margen del control de cambios que se combine con un ingreso de divisas, cualquier política cambiaria estará condenada al fracaso”, asevera Álvarez Agis.
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Los principales beneficios y riesgos de devaluar
Para Carrino, el principal beneficio de devaluar el oficial sería “que se unifica el tipo de cambio, se elimina automáticamente el enorme impuesto que se le está cobrando a las exportaciones y el enorme subsidio a las importaciones, además de eliminar las expectativas de devaluación”.
- Sí, pero... De corto plazo, el principal riesgo “es que va a saltar inevitablemente el Índice de Precios al Consumidor (IPC) una vez que se sincere el dólar. Obviamente, es mejor pagar ese costo que tolerar por más tiempo todos los derivados del cepo cambiario”.
Buscaglia resalta que el principal beneficio sería “dejar de perder reservas”, mientras que el costo, “una mayor inflación”.
“Por eso dilatan todo lo que pueden la devaluación, y quizás intenten, antes que pegar un salto devaluatorio discreto, acelerar el paso del crawling peg”, ya que “desde el punto de vista de los titulares es menos riesgoso, pero más difícil que funcione”, concluye el economista.
“Es muy difícil hablar de ‘beneficios’ de una devaluación cuando su impacto es la aceleración inflacionaria y la consecuente disminución del poder de compra de los salarios tanto en términos reales como en ingresos”, opina Marengo, agregando que “si nos centramos exclusivamente en la visión del hacer de política económica, uno podría ver como beneficiosa la licuación de pasivos expresados en pesos, tanto del Tesoro como del BCRA”.
Además, el economista considera que “la ganancia contable que ocasionaría una depreciaciÓn en el balance del BCRA con activos nominados en moneda extranjera permitiría una mayor financiamiento el año próximo vía giro de utilidades de la autoridad monetaria al Tesoro”.
- El riesgo mayor: La depreciación de la moneda genera un cambio de precios relativos, y si no se entiende la dinámica de estos o no se tiene el poder para impedir segundas rondas de ajustes de estos, el riesgo es que la inflación se espiralice.
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