Opinión - Bloomberg

Si pudiéramos rentar iPhones, ¿ayudaríamos a salvar el planeta?

Modelos del recién lanzado iPhone 13 se exhiben en la Apple Store de Orchard Road el 24 de septiembre de 2021 en Singapur.
Por Adam Minter
23 de abril, 2022 | 08:00 AM
Tiempo de lectura: 5 minutos

Bloomberg Opinión — En 2015, el empresario alemán Michael Cassau necesitaba algunos dispositivos para un departamento que pensaba ocupar durante unos meses. Comprar le parecía un despilfarro, teniendo en cuenta el costo de los nuevos aparatos y el impacto medioambiental asociado a su fabricación.

Pero alquilar, una opción obvia, simplemente no estaba disponible. Así que Cassau fundó Grover Group GMBh, una empresa de renta de aparatos con sede en Berlín. Siete años después, renta 500.000 aparatos, sobre todo en Europa, y acaba de recaudar US$330 millones para una valoración de US$1.000 millones.

Es raro que lo que es bueno para el bolsillo sea también bueno para el medio ambiente. Grover, junto con otras empresas que ofrecen servicios de alquiler y suscripción, espera conseguir ambas cosas. Por ahora, el resultado más probable es que los consumidores se beneficien, mientras que los resultados medioambientales son marginalmente mejores, en el mejor de los casos.

Pero eso es sólo a corto plazo. Grover y otras empresas apuestan por un cambio a largo plazo de la propiedad al alquiler de hardware y las suscripciones. Si están mínimamente en lo cierto, la industria tecnológica mundial tendrá que cambiar para adaptarse a ellos. Con el tiempo, ese cambio impulsará el desarrollo de dispositivos más ecológicos y de empresas con mentalidad más sostenible.

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El alquiler de dispositivos no es una idea nueva. En la década de 1980, los dispositivos de productividad empresarial, como las fotocopiadoras y los faxes, solían alquilarse debido a sus elevados costos iniciales (los faxes tenian un costo que solía empezar en US$2.500) y a la posibilidad de un mantenimiento costoso. No fue hasta la década de 1990, cuando el costo de la tecnología disminuyó, que muchos consumidores empresariales optaron por la compra. Si una máquina de fax se descomponía, siempre se podía sustituir por otra de US$300.

Esa tecnología barata era buena para la productividad y la cuenta de resultados de los fabricantes y sus clientes. Pero la tecnología barata vino acompañada de una nueva serie de problemas. A medida que los costos de fabricación disminuían, también lo hacía la durabilidad de los dispositivos. Lo que queda son montones de aparatos no deseados que fueron diseñados para ser cambiados por otros más nuevos, no para ser reparados. Esto, a su vez, crea una presión para fabricar más cosas.

Según Apple Inc. (AAPL), el 81% de las emisiones de carbono asociadas al ciclo de vida completo del iPhone 13 se generan durante el proceso de producción (que incluye la extracción de materias primas). Es una cifra difícil de reducir: La producción supuso el 83% de las emisiones de carbono asociadas al iPhone 12 del año pasado, a pesar de los auténticos avances en el uso de materiales reciclados, como los elementos de tierras raras, entre los dos modelos más recientes.

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La buena noticia es que los consumidores disponen de un medio sencillo para reducir las emisiones de carbono y otros factores de estrés ambiental relacionados con los aparatos: Utilizar los dispositivos durante más tiempo. Retrasando un año un cambio, el usuario pospone la producción de un nuevo aparato y su impacto medioambiental.

Esto puede ser muy importante. Un reciente estudio europeo examinó la vida útil de cada teléfono comprado y utilizado en la Unión Europea durante una década. Si el ciclo de vida total de cada uno de esos teléfonos se alargara un año (sobre el promedio de 21,6 meses en el momento del estudio), se ahorrarían unos 20 millones de toneladas de carbono.

Ahí es donde entra en juego el servicio de alquiler de dispositivos. “Para nosotros, el impacto de la sostenibilidad está alineado con la rentabilidad”, explicó Thomas Antonioli, director financiero de Grover, en una llamada desde Berlín unos días después de anunciar su última ronda de recaudación de fondos. “Porque cuanto más tiempo podamos mantener un dispositivo en estado alquilable, mantenerlo en circulación, será mejor para nosotros”.

El servicio es sencillo. El cliente elige la duración del alquiler y tiene la opción de comprar el dispositivo directamente (alrededor del 10% lo hace). En toda la línea de productos, la duración media del alquiler es de un año y los dispositivos circulan durante 3-4 años.

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En el caso de los teléfonos, se trata de un ciclo de vida mucho más largo que el de la mayoría de los primeros propietarios. Pero en la era de los smartphones (teléfonos inteligentes) de más de US$1.000, es raro el teléfono que sólo tiene un propietario. Hoy en día, los teléfonos de segunda mano son el nicho de mayor crecimiento de la industria mundial de los smartphones (y los segundos propietarios son más comunes que los primeros). Mientras exista esa opción de segunda mano, es poco probable que el alquiler desempeñe un papel significativo en la prolongación del ciclo de vida de los dispositivos actuales.

Pero eso no significa que el alquiler no tenga un impacto medioambiental.

Grover, al igual que otros servicios de alquiler, no está interesado en dispositivos de corta duración que necesiten costosas reparaciones. En su lugar, busca dispositivos duraderos que duren más tiempo sin necesidad de mantenimiento.

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Las compras de Grover no bastarán para que las empresas tecnológicas dejen de fabricar aparatos diseñados para una vida útil breve. Pero no es el único que busca esos dispositivos. Según una estimación, el alquiler de dispositivos podría ser un negocio de US$500.000 millones en 2028. Si eso surge, la presión del mercado para crear durabilidad para los alquileres será abrumadora.

Tampoco serán sólo las startups las que presionen a los fabricantes. El mes pasado, Bloomberg informó de que Apple Inc. está trabajando en un servicio de suscripción para el iPhone y otro hardware. Es el alquiler con otro nombre, con pagos recurrentes y la opción de cambiar el dispositivo por uno más nuevo.

Si, como parece probable, Apple lanza el negocio, tendrá una poderosa motivación interna para diseñar dispositivos duraderos que puedan alquilarse y venderse varias veces. Otras empresas tecnológicas, deseosas de hacerse con su propia parte del emergente negocio de renta, tendrán que competir sobre una base similar.

Por supuesto, la durabilidad por sí sola no puede garantizar que la tecnología sea más sostenible. Los consumidores deben seguir queriendo que sus dispositivos duren lo máximo posible. Gracias al alquiler, las propias entidades que diseñan y venden sus dispositivos serán socios en su búsqueda, en lugar de antagonistas que diseñan para la obsolescencia. Para Grover y otras empresas de alquiler emergentes, es una inversión que merece la pena hacer.

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Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.

Este artículo fue traducido por Estefanía Salinas Concha.