Bloomberg — Emmanuel Macron ha vuelto a convencer a los franceses de que su visión pro-empresarial y pro-europea puede funcionar para ellos, tras vencer a su rival nacionalista Marine Le Pen en las elecciones del domingo.
Aunque los votantes se unieron para dar al centrista de 44 años un segundo mandato, muchos le apoyaron para mantener a Le Pen fuera y no por su entusiasmo por su proyecto. Su margen de victoria (58,5% a 41,5%) fue apenas más de la mitad de lo que había sido en 2017.
“Muchos de nuestros compatriotas han votado por mí hoy, no para apoyar las ideas que represento, sino para interponerse a las de la extrema derecha”, dijo Macron en un sombrío mitin de victoria a los pies de la Torre Eiffel.
El presidente llegó al poder prometiendo una revolución en la segunda economía europea. Pero después de un aluvión de acciones en su primer año de mandato, su impulso reformista se vio desacelerado por las protestas y frenado por la pandemia de Covid-19. El descontento en el país al final de su mandato era mayor que al principio.
Los bonos franceses apenas se movieron el lunes en respuesta al resultado, y el diferencial entre la deuda francesa a 10 años y su equivalente alemana se estrechó en medio punto básico, hasta los 44,5 puntos básicos.
“Este nuevo mandato de cinco años no debe ser una continuación del anterior”, dijo Macron.
Macron divide la opinión. Alrededor de la mitad de los franceses aprueba su gestión de la economía durante la pandemia y sus esfuerzos para ayudar a terminar la guerra de Rusia en Ucrania. Su índice de aprobación era del 51% en marzo. Pero para muchos franceses, es arrogante y lejano.
La atención se centra ya en las elecciones legislativas previstas para junio, en las que Macron defenderá la mayoría parlamentaria que necesita para sacar adelante su programa. Los resultados colocan al presidente en una posición relativamente fuerte, aunque probablemente tendrá que formar alianzas con otros partidos y Le Pen instó a sus partidarios a continuar su campaña de cara a esa votación.
“El resultado en sí mismo representa una victoria impresionante”, dijo Le Pen a sus partidarios, antes de dirigirlos en un coro de ‘La Marsellesa’, el himno nacional. “Millones de personas han votado por el campo nacional y por el cambio”.
El reto de Macron será sanar las fisuras y reunir apoyos para sus planes de hacer al país más competitivo mediante la revisión de políticas sociales como las pensiones y la mejora de los fundamentos económicos. El Banco de Francia estima que el potencial de crecimiento de la economía es menor ahora que con el muy criticado predecesor de Macron, François Hollande.
“Debemos reconstruir con todos, sin dejar a nadie al margen, para construir una sociedad en la que se viva mejor, se respire mejor”, dijo Barbara Pompili, la ministra de Medio Ambiente, en una breve entrevista en su mitin de la victoria. “Todavía tenemos una extrema derecha fuerte. Y una mayor abstención. Tenemos que tenerlo en cuenta. Podemos hacerlo pensando más en cómo unir mejor a los ciudadanos”.
La respuesta al resultado fue más entusiasta entre los aliados europeos de Francia. Les preocupaba la perspectiva de que una nacionalista con antiguas simpatías por Rusia tomara el poder en un momento en que la Unión Europea (UE) se enfrenta a Vladimir Putin por su guerra con Ucrania.
Los líderes alemanes, españoles y portugueses dieron el inusual paso de entrometerse en los asuntos internos de otro país al pedir a los votantes franceses que no apoyaran a Le Pen en una columna conjunta publicada en varios periódicos el 21 de abril. La describieron como la candidata “que se coloca abiertamente del lado de los que atacan nuestra libertad y democracia”.
El canciller alemán Olaf Scholz, el primer líder extranjero que habló con Macron tras su victoria, dijo en un tuit que su triunfo mostraba un fuerte compromiso con Europa. “Me alegro de que continuemos nuestra buena cooperación”, dijo, y añadió que se reunirán en persona lo antes posible.
Sin embargo, el presidente francés se centró el domingo por la noche en sus preocupaciones internas. Esta campaña electoral ha llevado a Francia a un territorio desconocido, transformando su paisaje político en tres bloques: Macron en el centro, la extrema izquierda liderada por Jean Luc Melenchon y la extrema derecha, que Le Pen ha luchado a veces por controlar.
“El bloque nacional también necesita unirse y movilizarse. Nuestra responsabilidad es enorme”, dijo Eric Zemmour, un rival nacionalista de Le Pen que había amenazado con adelantarla en la primera vuelta hace dos semanas. “Lucharemos por las ideas en cada ciudad y pueblo de Francia, en Internet y en los medios de comunicación”.
La semana pasada, Macron puso una nota de humildad en la campaña al reflexionar sobre los retos que tiene por delante y dijo estar dispuesto a negociar, incluso sobre la reforma de las pensiones. Eso se reflejó también en sus celebraciones. En 2017, había atravesado solo el patio del museo del Louvre, esta vez estaba flanqueado por su esposa y decenas de niños al son de una versión mucho más tenue del himno europeo.
“La ira y el desacuerdo también deben encontrar una respuesta y esa será mi responsabilidad”, dijo. “Nadie se quedará atrás”.
-Con la asistencia de William Horobin.
Este artículo fue traducido por Estefanía Salinas Concha