Bloomberg — Los empleados de Twitter Inc. (TWTR) están lidiando con las consecuencias de los comentarios públicos del futuro propietario de la red social, Elon Musk, cambios en los principales puestos de la compañía y una congelación de las contrataciones.
Además de todo esto, a algunos se les asignarán nuevos puestos de trabajo a medida que la empresa se aleja de proyectos más arriesgados.
Ejecutivos de la compañía informaron a los trabajadores de sus planes de reducir los recursos para algunas ambiciones a largo plazo, entre ellos los audio spaces (espacios de audio), los newsletters y communities. El objetivo actual es centrarse en necesidades más inmediatas como el crecimiento de los usuarios y los esfuerzos de personalización, según personas familiarizadas con el asunto. Eso significa que muchos empleados pasarán a tener otro rol dentro de la compañía.
Jay Sullivan, que se hizo cargo de la dirección de producto a principios de este mes luego de que el CEO, Parag Agrawal, despidiera al anterior jefe de la división, está dirigiendo la reestructuración. Los empleados están especulando con la posibilidad de que se produzcan despidos, aunque no está previsto ninguno, según la empresa.
“Estamos haciendo algunas actualizaciones en la estructura de nuestro equipo de productos de consumo y en la hoja de ruta para centrarnos mejor en las áreas que tendrán el mayor impacto positivo en la conversación pública”, dijo un portavoz de Twitter en un comunicado.
Los equipos dentro de Twitter siguen trabajando en una función de botón de edición, dijo una persona familiarizada con el asunto. El objetivo es lanzar la actualización a finales de este año, permitiendo a los usuarios editar un tweet dentro de una ventana de tiempo limitada después de su publicación. También se podrá ver el historial del tuit, dijo la persona.
Es posible que pasen meses antes de que Twitter esté bajo el control de su futuro propietario. El hombre más rico del mundo acordó adquirir Twitter por US$54,20 por acción a finales de abril, un precio que valora la empresa en torno a los US$44.000 millones. No obstante, el acuerdo aún no se ha cerrado. Los empleados se esfuerzan por compaginar lo que podría ser un mejor resultado financiero para los accionistas, incluidos ellos mismos, con el caos que supone trabajar durante esta ventana de tiempo.
Los constantes tuits de Musk, que incluye el trolling a los empleados de Twitter, ha complicado el sentimiento en la empresa. Los mensajes de los trabajadores en los grupos internos de Slack muestran que Musk ha alienado a muchos de ellos al criticar las políticas de Twitter en torno a la expresión y el acoso y al señalar a la principal abogada de la empresa, Vijaya Gadde, que es muy querida internamente.
Musk dio a los empleados aún más razones para la consternación esta semana después de que aparentemente enviara un correo electrónico al personal de Tesla con un asunto: “El trabajo a distancia ya no es aceptable” (sic). Decía que “cualquiera que desee hacer trabajo remoto debe estar en la oficina un mínimo (y quiero decir *mínimo*) de 40 horas a la semana o dejar Tesla. Esto es menos de lo que pedimos a los trabajadores de la fábrica”. Esta política iría en contra de Twitter en la actualidad: es una de las grandes empresas tecnológicas más destacadas que permite a la mayoría de sus empleados trabajar desde casa de forma permanente.
En una discusión interna poco antes de que la junta directiva de Twitter aceptara el acuerdo, un empleado preguntó si alguien estaba “entusiasmado con la idea de tener a Elon a bordo?” La pregunta provocó 446 respuestas de docenas de empleados durante tres días, muchas de ellas negativas, según los mensajes revisados por Bloomberg. Algunos respondieron que Musk no parecía comprender los retos a los que se enfrenta Twitter en cuanto a la expresión, o a la construcción de una red social en general. Otros se mostraron entusiasmados con Musk o, al menos, consideraron que su acuerdo era una opción mejor que mantener el rumbo actual o vender a un capital privado.
Los ejecutivos de Twitter han aprovechado las recientes reuniones de personal para explicar que la junta directiva de la empresa tiene la obligación fiduciaria de encontrar el mejor resultado posible para los accionistas.
Las noticias del 19 de mayo de Insider de que Musk llegó a un acuerdo sobre una demanda por acoso sexual con una ex empleada de SpaceX por US$250.000 llevaron a una nueva ola de mensajes internos.
“¿Va a haber alguna respuesta de parte de los lideres de Twitter en torno al supuesto acoso sexual y la violencia sexual de Elon Musk aquí?”, preguntó un empleado en Slack. “Como mujer que trabaja en Twitter, encuentro este silencio de radio extremadamente desalentador”. Los ejecutivos de Twitter aún no han abordado la noticia con los empleados, según dos fuentes.
Cuando Musk envió un tuit reciente sobre la salida del ex CEO Jack Dorsey de la junta directiva de la compañía, incluyó una broma sexual que también parecía burlarse del reciente informe de acoso. Dorsey respondió con un tuit propio que incluía un emoji de un caballo, presumiblemente un guiño a un reporte de que Musk ofreció comprarle a la víctima un caballo a cambio de un masaje erótico. Ese intercambio también llegó a los tableros de mensajes internos de Twitter. “¿No se siente todo el mundo tan orgulloso?”, publicó un empleado de Twitter, en tono de burla.
Además de la incertidumbre en torno a la reorganización y la reacción a los imprevisibles tuits de Musk, los trabajadores también están lidiando con la congelación de la contratación y otras medidas de reducción de costos que Twitter ha implementado para estabilizar el negocio durante un momento tumultuoso para la economía en general. Estas reducciones incluyen la anulación de ofertas que ya se habían hecho a algunos posibles nuevos empleados.
En un caso, un trabajador que planeaba incorporarse a la oficina de Twitter en Ciudad de México desde las oficinas de San Francisco (California) se enteró apenas cuatro días antes de su fecha de inicio de que su oferta de trabajo había sido retirada. Eso le hizo correr para recuperar su antiguo empleo, e inmediatamente agrió su opinión sobre la empresa que le entusiasmaba.
“Les dije a los abogados (de Twitter) ‘no hablen conmigo para el futuro. No me tengan en cuenta para nada en el futuro’”, dijo la persona. “No quiero volver a oír la palabra Twitter”.
Este artículo fue traducido por Andrea González