Adaptarse al cambio climático puede sonar fácil, pero no lo es para la mayoría

La guerra y las tensiones inflacionistas están disminuyendo aún más la limitada financiación climática de muchos países en desarrollo

Karachi
Por Kate Mackenzie
10 de junio, 2022 | 04:09 PM

Bloomberg — La reducción de las emisiones no es sencilla, pero la mayor parte de la gente, y sin duda la gran mayoría de los expertos, coinciden en que este esfuerzo merece la pena para mantener la atmósfera en un nivel similar al que ha permitido a la humanidad desarrollarse durante miles de años.

Una frase habitual entre los que consideran que esto inútil es: “nos adaptaremos”.

Un artículo publicado hace dos clasifica la narrativa utilizada para no llevar a cabo acciones climáticas pero sin llegar a usar argumentos que niegan la ciencia identifica la palabra “rendición” como uno de los principales “discursos de retraso”. Los autores dijeron que este concepto “sostiene que la mitigación es en vano y sugiere que la única respuesta posible es la adaptación”.

El ya famoso discurso de Stuart Kirk, de HSBC, el mes pasado, sostenía que “se puede resolver esto a través de la adaptación”. Kirk alegaba que los miedos al cambio climático eran desproporcionados. La afirmación está llena de suposiciones.

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¿Quién es ese “nosotros”? Está claro que no es la humanidad en su conjunto. Hay muchísimas personas que no pueden resguardarse de los embates del cambio climático con la simple instalación de un aire acondicionado o la construcción de un malecón. A veces esto se debe a la falta de recursos, pero puede ser también porque, como dice el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC, por sus siglas en inglés), el calentamiento está superando la capacidad de adaptación de algunos sistemas. Cuando se llegue a un calentamiento de 1,5ºC con respecto a niveles preindustriales, empezaremos a encontrarnos con “límites duros”, lo que hace que resulte físicamente imposible adaptarse y, por ejemplo, proteger las costas bajas y los arrecifes de coral.

Mientras el mundo occidental se obsesiona con la guerra de Ucrania y el retorno de la inflación, está cada vez más claro que muchos pueblos del mundo no podrán adaptarse. La guerra y las tensiones inflacionistas están disminuyendo aún más la limitada financiación de muchos países en desarrollo al incrementar los precios de las materias primas y disminuir el atractivo de los bonos de los mercados emergentes.

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Ete problema sólo ha recibido un mínimo nivel de atención en Bonn, donde representantes de los gobiernos de todo el mundo se están preparando para la siguiente conferencia de la ONU sobre el cambio climático, que tendrá lugar en noviembre. Los funcionarios se habían comprometido a estudiar específicamente las “pérdidas y daños”, es decir, los pagos que deben hacer los países ricos a los más pobres para ayudarles a compensar los daños ocasionados por el clima y por los eventos ante los que es imposible adaptarse, como los potentes huracanes.

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Un texto de la COP26 acuerda duplicar la cantidad de “financiación climática” que se destina a la adaptación. También acordaron los representantes de los países establecer un “diálogo” sobre un sistema de pérdidas y daños, que podría permitir la transferencia de fondos del Norte al Sur global. Estos escasos logros fueron verdaderamente sorprendentes si se tiene en cuenta la falta de acción tanto en materia de adaptación como de pérdidas y daños a lo largo de los años. No obstante, en Bonn, el diálogo sobre pérdidas y daños sigue fuera de la agenda de negociación formal.

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Este problema sólo se incrementará si las agencias de calificación crediticia prestan mayor atención a los riesgos del impacto climático. El mes pasado, Moody’s afirmó que la calificación crediticia soberana de la India podría verse afectada por las olas de calor extremas. Recientemente, Standard & Poor’s publicó una nota en la que advertía que los países de ingresos bajos y medios estaban expuestos a sufrir más del triple de daños en su PIB a causa del cambio climático que los países de ingresos altos. Es probable que estas pérdidas económicas “sean mayores y más constantes”, dado que estos países tienen una institucionalidad más débil y una menor capacidad financiera para adaptarse, según el informe.

Las consecuencias del cambio climático son especialmente nefastas para los más desprotegidos, y además sumamos una guerra que ha estrangulado el suministro de algunos productos básicos. El más reciente informe del Programa Mundial de Alimentos alerta de que los conflictos y las perturbaciones climáticas provocarán un hambre extrema durante el mes de septiembre, y añade que “hemos entrado en una ‘nueva normalidad’ en la que las sequías, las inundaciones, los huracanes y los ciclones frecuentes y recurrentes son los causantes de que la agricultura se vea diezmada, se produzcan desplazamientos y se lleve a millones de personas al borde del abismo en países de todo el mundo.”

Por su parte, los países vulnerables no se limitan a esperar limosnas; son muchos los gobiernos que están llevando a cabo la ardua tarea de averiguar cómo pueden adaptarse. La adaptación es bastante más compleja que derribar algunas infraestructuras aisladas; necesita abordar toda una serie de peligros, vulnerabilidades y peligros interconectados que pueden surgir a medida que cambia el clima. Dominica está incluyendo criterios de resiliencia en todo su proceso presupuestario; Bangladesh lleva varios años haciendo un trabajo similar. Pero incluso ese trabajo tiene un costo. El Fondo Verde para el Clima (GFC, por sus siglas en inglés), una organización multilateral, distribuye US$162 millones a 69 países sólo para este fin, aunque en general nadie está aportando fondos suficientes para poner en práctica los planes.

La guerra y el deterioro del clima han exacerbado los efectos de la pandemia. Esta semana el Banco Mundial ha advertío que el ingreso real per cápita en 2023 continuará por debajo de los niveles anteriores a la crisis de Covid-19 en alrededor del 40% de las economías en desarrollo, y para “muchos países será difícil evitar la recesión”.

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Se puede y se va a producir una adaptación. Ahora bien, tal y como están las cosas, serán los más privilegiados del mundo los que se beneficien de ella. La absurda seguridad de que “podemos adaptarnos” o “nos adaptaremos” debería eliminarse. En su lugar, debería sustituirse por: ¿Quién tendrá que adaptarse y quién podrá adaptarse?

Este artículo fue producido por Miriam Salazar