La fuga de profesionales y talento tecnológico de Rusia ha comenzado oficialmente

El gobierno de Georgia calcula que 80.000 rusos, bielorrusos y ucranianos residen actualmente en esta pequeña nación del Cáucaso de 4 millones de habitantes

Visitantes en el Puente de la Paz en Tiflis.
Por Marc Champion y Helena Bedwell
09 de julio, 2022 | 06:20 PM

Bloomberg — Dmitry Klimenko está dando los últimos toques a un nuevo club nocturno en el céntrico parque Vake de Tiflis, con el objetivo de atraer a algunas de las decenas de miles de compatriotas rusos, bielorrusos y ucranianos desorientados que han huido a Georgia en los últimos meses.

Luego de abrir siete clubes nocturnos en su ciudad natal, Novosibirsk, a lo largo de los años, Klimenko abandonó Rusia el 7 de marzo, cuando la invasión de Ucrania ordenada por Vladimir Putin oscureció el clima político en su país.

“Es lo que sé hacer”, dijo Klimenko, mientras primero uno y luego otro par de rusos curiosos se detenían a ver The Balance (La Balanza), su última aventura. “Cuando pregunté por ahí la gente me dijo: ‘¡Hazlo! Aquí estamos perdidos’”.

Dmitry Klimenko en el interior de su local, “The Balance”, en Tiflis (Georgia). Fotógrafo: Tako Robakidze/Bloomberg
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El gobierno de Georgia calcula que 80.000 rusos, bielorrusos y ucranianos residen actualmente en esta pequeña nación del Cáucaso de 4 millones de habitantes. De ellos, entre 20.000 y 25.000 trabajan en el sector de la tecnologías de la información y el software, y unos 30.000 son ciudadanos rusos llegados desde que inicio la guerra. Muchos también llegaron recientemente de Bielorrusia y Ucrania.

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Como especialistas en tecnologías de la información, ven poco futuro en Rusia a medida que los servicios de seguridad refuerzan el control de Internet, las sanciones internacionales asfixian la economía y las empresas extranjeras se marchan. Han acudido en masa a otros países vecinos, como Armenia y Kazajstán, así como a Turquía, Dubái e Israel, mientras que Estados Unidos trata de atraerlos mediante la exención de algunos requisitos de visado. El éxodo se produce en un momento en el que las empresas tecnológicas rusas, incluido el gigante de Internet Yandex NV (YNDX), se enfrentan a una censura cada vez mayor, la escasez de equipos clave y a una reacción en los mercados extranjeros.

Jóvenes, educados y económicamente autosuficientes, los recién llegados son el tipo de personas que centros tecnológicos como Berlín, Lisboa y Londres gastan fortunas para atraer. Mantenerlos en Georgia mientras atienden a clientes de todo el mundo desde sus ordenadores portátiles representa una enorme oportunidad económica para un país pobre con un entorno fiscal y empresarial liberal.

Turistas en la torre del reloj del Teatro de Marionetas Rezo Gabriadze en Tiflis, Georgia. Fotógrafo: Tako Robakidze/Bloomberg

“El mundo entero compite por atraer a estas personas”, afirma el ex gobernador del banco central, Giorgi Kadagidze, mientras toma un café en el centro de Tiflis. Afirma que Georgia debería promocionarse agresivamente como un refugio seguro frente a los regímenes represivos que ofrece un sólido sector financiero, playas, montañas, un clima cálido y buena comida. “Podemos ser el Portugal del Este”.

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Sin embargo, Kadagidze no cree que eso vaya a ocurrir, ya que la mayoría de los emigrantes vuelven a marcharse cuando consiguen visados para seguir viajando. No ayuda que muchos georgianos locales, que sufrieron una invasión rusa propia en 2008, desconfíen de los recién llegados.

En opinión de Kadagidze, el gobierno de Georgia carece de la voluntad de crear y publicitar el entorno que los atraiga a quedarse, al igual que fue incapaz de conseguir el estatus de candidato que la Unión Europea ha concedido ahora a Ucrania y Moldavia. Ese fracaso ante Bruselas desencadenó algunas de las mayores concentraciones de protesta que ha visto Georgia en su turbulenta historia postsoviética.

El gobierno recibió fuertes críticas del Parlamento Europeo, que el mes pasado censuró a Georgia por reprimir las libertades de los medios de comunicación y retroceder en la reforma judicial y las libertades civiles, incluidas las del ex presidente Mikheil Saakashvili, actualmente hospitalizado mientras cumple una condena de cárcel que sus partidarios dicen que es política.

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Los opositores al gobierno también lo acusan de intentar apaciguar a Moscú. Levan Davitashvili, ministro de Economía y Desarrollo Sostenible, califica esas críticas de injustas asegura que están políticamente motivadas. Los servicios de seguridad examinan minuciosamente a los inmigrantes rusos en busca de agentes o amenazas de sanciones, dijo, mientras que el gobierno ha creado un grupo de trabajo para ayudar a las empresas y a los empresarios a establecerse y a realizar trámites como los controles necesarios para abrir una cuenta bancaria.

El gobierno también está en conversaciones para atraer a varias empresas tecnológicas internacionales que trasladan a su personal desde Rusia, dijo Davitashvili en su oficina por encima del ruidoso zumbido del hipermoderno centro de registro de Tiflis. Un asombrado Klimenko, propietario de un club nocturno, dijo que sólo tardó 15 minutos en registrarse como empresario.

El centro de registro de la Casa de la Justicia, donde Klimenko dijo que sólo tardó 15 minutos en registrarse como empresario. Fotógrafo: Tako Robakidze/Bloomberg

“Esto es muy importante para Georgia, para la economía de Georgia y para la transformación digital de Georgia”, dijo Davitashvili sobre la afluencia rusa. Otras ventajas, como los bajos impuestos sobre la renta, una tasa especial del 5% en el impuesto de sociedades para atraer a las empresas tecnológicas extranjeras, y una cultura y un idioma que resultan familiares a los rusos, ya existían mucho antes de la guerra, dijo.

En cuanto al estatus de candidato a la UE, también fue una gran decepción para el gobierno, dado que Georgia aventaja a Moldavia y Ucrania en la mayoría de los criterios de adhesión a la UE, según Davitashvili.

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Algunos de los obstáculos que impiden el auge de la tecnología impulsada por Rusia en Georgia tienen poco que ver con la política del gobierno. Por un lado, muchos rusos huyeron allí porque podían llegar sin necesidad de visado, pero planearon desde el principio seguir adelante en cuanto pudieran conseguir los documentos necesarios para ello.

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Kostya Amelichev, de 20 años, dijo que abandonó Moscú el 4 de marzo por miedo a ser reclutado para luchar y ahora está terminando su carrera universitaria a distancia. Una empresa de comercio de alta frecuencia que llevó a Tiflis con otros exiliados -10 de su clase universitaria están ahora en Tiflis- paga las facturas. Pero espera seguir adelante una vez que obtenga su título.

El desarrollador web Vladislav Miedziyanski, de 25 años, siguió trabajando para la empresa sueca que lo empleó en Moscú, pero dice que no puede estar seguro de si seguirá en Tiflis dentro de tres años. Por ahora, dice, está contento de pagar impuestos al gobierno georgiano, en lugar del régimen “genocida” de su país.

La copropietaria Dariya Zheniskhan con un camarero en su bar, Ploho, en Tiflis (Georgia), donde las paredes están adornadas con grafitis contra Putin. Fotógrafo: Tako Robakidze/Bloomberg

Miedziyanski había encontrado el camino a Ploho (malo), uno de los varios bares de habla rusa que están apareciendo por Tiflis. “Aquí ni siquiera hace falta una licencia para vender alcohol”, dice la copropietaria Dariya Zheniskhan, de 24 años, procedente de Kazajstán. Inaugurado en octubre, las paredes y el techo del pequeño bar están cubiertos de grafitis contra Putin.

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Algunos pueden optar por volver a Rusia. Un alto ejecutivo de una importante empresa rusa de tecnología dijo que algunos trabajadores ya estaban regresando al sentir que las consecuencias iniciales de la guerra estaban cediendo. Y no todos en Georgia reciben a los inmigrantes con los brazos abiertos.

“Es realmente un problema porque no sabemos qué hizo esta gente en su país”, dijo Mikheil Ambukadze, un trabajador georgiano de TI de 30 años, mientras esperaba un terminal libre en el centro de registro. Varios otros entrevistados dijeron lo mismo.

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Los alquileres en la capital se han elevado (subieron un 101% en mayo en comparación con el año anterior, según un estudio del banco georgiano TBC) y los rusos se han llevado la razón por tal cual, aunque los bajos efectos de la base han jugado un papel importante. Zurab Eristavi, socio gerente de la empresa inmobiliaria de alto standing Rentals, dijo que había recibido 500 consultas rusas en el plazo de un mes desde la guerra, pero que sólo había respondido a una, la de un georgiano que regresaba.

Según Koba Gvenetadze, actual gobernador del banco central de Georgia, es demasiado pronto para saber qué impacto tendrá la inmigración rusa en Georgia a largo plazo.

Hay indicios de un impulso a corto plazo. Las remesas procedentes de Rusia se multiplicaron por diez en mayo; los depósitos en cuentas bancarias de ciudadanos rusos aumentaron en US$25 millones entre finales de febrero y finales de mayo; y los depósitos en el conjunto de las cuentas bancarias del país aumentaron en US$192 millones, probablemente como resultado del dinero gastado por los inmigrantes que llegan, según Gvenetadze.

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El efecto neto ha sido el fortalecimiento de la moneda y la balanza por cuenta corriente de Georgia. Pero si los georgianos étnicos que regresan probablemente se quedarán a largo plazo, “el resto de los inmigrantes probablemente se irán en algún momento”, dijo el banquero central. “La cuestión es cuándo, y no lo sabemos”.

Con la asistencia de Gem Atkinson.

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Este artículo fue traducido por Andrea González