(Foto: Luke MacGregor/Bloomberg)
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En lo que respecta al comercio y a las inversiones internacionales, la inteligencia artificial creará algunos vencedores y perdedores evidentes. Pero los efectos secundarios pueden ser los más fascinantes.

Para comprenderlos, partamos de estas dos premisas: En primer lugar, los servicios de inteligencia artificial necesitarán mucha energía, y no siempre será limpia. En segundo lugar, numerosos países reglamentarán el uso de la inteligencia artificial o la aplicación de productos y servicios procedentes de la misma, como por ejemplo el desarrollo de nuevos fármacos o nuevas tecnologías pedagógicas.

Veamos uno por uno estos factores.

Enviar una consulta a ChatGPT supone un gran consumo de energía, aproximadamente 10 veces más que una búsqueda en Google. En la actualidad, los extensos modelos lingüísticos están lo bastante limitados como para que ello no constituya un importante motivo de consumo energético agregado. Pero conforme se incremente la utilización de los servicios de inteligencia artificial, crecerá la presión energética. Aquellos países que tengan una energía costosa, o que no dejen que el consumo energético crezca demasiado por motivos climáticos o normativos, procurarán importar sus servicios de IA de países energéticamente ricos.

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En el futuro, las regiones ricas en energía pueden incluir a España y Marruecos con energía solar, Corea del Sur con energía nuclear asequible y cualquier nación que sea pionera en la fusión nuclear. Esas naciones pueden terminar siendo importantes exportadores de datos generados por IA. Es posible que obtengan sus aportes de IA de los EE.UU., pero se especializan en cálculos y transmisión de información baratos. Y algunas regiones de Estados Unidos también pueden unirse a esta lista, especialmente si son adecuadas para la energía solar e hidroeléctrica.

Para ser claros, Estados Unidos exportará muchos servicios de inteligencia artificial, a través de empresas como OpenAI, Google (GOOGL), Meta (META) y Anthropic. Pero Estados Unidos no es tan bueno en la construcción de infraestructura asequible, y eso lo pondrá en desventaja en la revolución de la IA y distribuirá muchas de las ganancias en el extranjero.

Queda por ver si se obtendrán mayores ganancias vendiendo el código fuente original o los cálculos de IA basados en infraestructura y basados en electricidad, más derivados. No obstante, este es un riesgo potencial para la economía y la seguridad nacional de Estados Unidos. Podría terminar con una fuerte ventaja en el producto original, pero quedarse muy atrás en la elaboración (“fabricación”, se podría decir) de los resultados finales de la IA.

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La forma de aliviar este problema potencial es hacer que la obtención de permisos y la construcción de sistemas de generación de energía sean más fáciles y baratos. Cualquier estado de Estados Unidos que haga esto (y tal vez algunos lo hagan) podría convertirse en una verdadera potencia económica. Muchas instituciones estadounidenses probablemente preferirían comprar sus cálculos de IA en el país en lugar de hacerlo en una potencia extranjera, aunque sólo sea por razones de seguridad de los datos.

Cuando se trata de dar forma al comercio internacional, un segundo factor importante surge de las regulaciones nacionales sobre los productos potenciales de los servicios de IA. Considere este escenario: los servicios de inteligencia artificial sugieren una gran cantidad de productos farmacéuticos plausibles para tratar alguna afección. Sin embargo, Estados Unidos tiene restricciones bastante estrictas a la aprobación de dichos productos farmacéuticos.

Entonces surgirá una oportunidad comercial, con algunos países especializándose en probar productos de servicios de IA. Ya es cierto que muchas grandes empresas farmacéuticas realizan ensayos de medicamentos en África, donde los costos son más bajos y las regulaciones más flexibles. El alcance de ese arbitraje regulatorio se ampliará considerablemente y el resultado neto será que las naciones dispuestas a correr riesgos regulatorios atraerán más inversión extranjera.

¿O qué tal este escenario relacionado? La IA avanzada sugiere que algunas técnicas educativas son superiores. Muchas naciones pueden ser demasiado burocráticas para aprovechar esas opciones rápidamente. No es difícil imaginar que algunas naciones más pequeñas, especialmente aquellas gobernadas con menos controles y equilibrios, actúen más rápidamente para implementar los cambios. ¿Qué pasaría si Singapur adoptara las nuevas innovaciones educativas antes de que se extendieran a Europa occidental o California?

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No se trata sólo de que la educación en Singapur mejore. Es que Singapur, a partir de esas innovaciones, pueda desarrollar productos para exportar, como una educación en línea eficaz. Las naciones que desarrollen o toleren innovaciones generadas por la IA también se convertirán en exportadores más importantes.

¿Se imagina un futuro en el que Estados Unidos siga siendo líder en innovación en IA, pero para muchos de los productos reales (y fuentes de energía) el mundo dependa de Singapur o Uruguay? ¿Qué pasaría si a esas naciones les resultara más fácil instalar la fusión nuclear o experimentar con las innovaciones sociales y económicas derivadas de la IA? Con el tiempo, esos países podrían convertirse en aliados más importantes.

En términos más generales, muchas naciones más grandes podrían buscar socios más pequeños que tengan más flexibilidad institucional como parte de una nueva serie de alianzas económicas y quizás también militares derivadas de la IA. ¿Quién termina siendo más dependiente de quién?

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En cualquier caso, como ocurre con muchos otros esfuerzos humanos influenciados por la IA, el comercio internacional nunca volverá a ser el mismo.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.

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