Trabajar después de 65 años en Latinoamérica: ¿qué explica los altos niveles en Bolivia o Perú?

A pesar de que en los países desarrollados llegar a la edad adulta es sinónimo de descanso, en América Latina y el Caribe millones de adultos mayores de 65 no tienen esa opción

¿Por qué tantos mayores de 65 años siguen trabajando en LatAm y por qué en Bolivia es tan crítico?
12 de marzo, 2024 | 10:56 AM

Bloomberg Línea — Una de cada tres personas mayores de 65 años aún trabaja en Latinoamérica y el Caribe, en medio de los desafíos que afronta el mercado laboral y las marcadas barreras para acceder a una pensión, con casos especialmente desafiantes en países como Bolivia, de acuerdo a información de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

A pesar de que en los países desarrollados llegar a la edad adulta es sinónimo de descanso, en América Latina y el Caribe millones de adultos mayores de 65 no tienen esa opción. De hecho, la OIT dice que en los últimos 30 años la tasa de participación laboral de las personas mayores de 65 años se mantuvo cercana al 30%.

Solo en el 2022 la tasa de participación de esa población fue de 28,7%, mientras que en los países de altos ingresos de la OCDE fue de un 11,9%.

En Latinoamérica hay casos extremos, como Bolivia, en donde la participación laboral de los adultos mayores es del 56,5%, mientras que en Perú, llega al 48,5%.

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Entre las diversas razones que pueden motivar a alguien en edad de jubilación a seguir activo en el mercado laboral en Latinoamérica y el Caribe, la firma de recursos humanos Adecco se refiere a las condiciones económicas de cada mercado y a los ingresos de estas personas.

El deterioro de la cobertura de protección social en la vejez deja al 34,5% de los mayores de 65 años sin ningún tipo de ingreso laboral ni pensiones en Latinoamérica y el Caribe, de acuerdo a la OIT.

En Latinoamérica y el Caribe, un 46,8% de los mayores de 65 años recibe solamente pensión, un 5,1% recibe ingreso laboral y pensión, mientras que 13,6% reporta solo ingreso laboral.

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“Por ejemplo, es fundamental considerar si la situación económica del país permite mantenerse solamente con la mesada de jubilación, o si es necesario continuar trabajando, ya sea en el sector formal o informal, para garantizar un ingreso adecuado que cubra los gastos necesarios”, dijo a Bloomberg Línea el analista de esa firma, Estheban Acevedo.

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En el caso de los países andinos citados, la OIT asocia este fenómeno a la alta incidencia de población rural en esos países, donde “en general hay una mayor prolongación de la vida activa, como también al insuficiente desarrollo y alcance de los sistemas de seguridad económica para la vejez”.

Otros países con altas tasas de participación laboral de los mayores de 65 años son Ecuador (38,1%), seguido por Guatemala (36,3%) y Paraguay (35,4%), donde superan el 30%. El promedio en Latinoamérica y el Caribe es de 28,7%.

“El fenómeno de manera lamentable es fácil de explicar, las jubilaciones en el Ecuador simplemente no alcanzan para una vejez digna. Adicional a esto, hay una gran masa de trabajadores que se encuentran en el subempleo, o como el Gobierno lo denomina, empleo inadecuado. En otras palabras, son personas que no cuentan con estabilidad laboral, peor aún afiliación a la seguridad social”, dijo a este medio el abogado internacionalista y profesor universitario ecuatoriano Esteban Santos.

Un peatón lleva una mascarilla casera mientras camina en Bogotá, Colombia, el domingo 5 de abril de 2020.dfd

Agregó que también se está sumando a la ecuación “los estragos que están dejando las nuevas olas migratorias”.

Consultado por Bloomberg Línea, el macroeconomista boliviano del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), Jonathan Fortun, dijo que este fenómeno de trabajadores en edad adulta responde principalmente a la deficiencia de los sistemas de pensiones de los países latinoamericanos.

Asimismo, a que el sistema económico de estos mercados es extremadamente informal, siendo casi el 60% o 70% de toda la masa laboral, conduciendo a muchas estas personas también al subempleo.

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“Esto quiere decir la señora que tiene la tienda en la esquina o el señor que es un taxista”, que son personas que generalmente no están a cargo de una empresa grande y que, por lo tanto, no tienen acceso a un sistema de pensiones que les brinde protección para la vez.

Esta realidad contrasta con la de mercados desarrollados como EE.UU., en donde si una persona se declara económicamente activa a los 65 años significa que “está recibiendo beneficios por parte de la empresa la mayor parte del tiempo”.

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El fenómeno particular de Bolivia

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El especialista en el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF) manifestó que es preciso ahondar en el fenómeno de la informalidad laboral en el país, que según dice se ha profundizado desde la de década de los 80.

Fortun señaló que el Estado ha sido tradicionalmente uno de los mayores empleadores en el sistema formal de la masa laboral actual. Y dentro de este, las entidades autárquicas, como las universidades o los hospitales, y el sistema subnacional, como las alcaldías y prefecturas, muchas veces no tienen límites de edad.

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Calcula que en Bolivia entre el 60% y el 70% de la formalidad en Bolivia la aporta el Estado.

Se refiere, por ejemplo, a médicos que tienen más de 65 años, pero siguen en sus puestos; profesores de universidad o de colegio que todavía tienen su puesto porque son asignados por un concurso de méritos.

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Y como no existe “un sistema de seguridad social atractivo para que esta gente se jubile, la mayoría de estas personas siguen estando en sus fuentes laborales y no se jubilan. Por lo tanto, se declaran todavía activos económicamente activos a los 65 años”.

Además, se refiere a que el tejido empresarial boliviano, tanto formal como informal, aún está marcado por las empresas de familia y “todavía no existe un mundo corporativo muy expandido” en el país.

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“Por lo tanto, los dueños de las empresas, los que realmente toman las decisiones, son de las generaciones más antiguas y eso sugeriría que quieren estar en el control de sus empresas lo más posible y, por lo tanto, explicaría justamente esta perseverancia de las personas mayores a 65 años”, agregó.

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En Bolivia, existe un debate en la actualidad para presionar a las instituciones autárquicas para que se apliquen evaluaciones psicológicas, psicopedagógicas, entre otras, para que estas personas comiencen a jubilarse.

El Gobierno de Evo Morales (2006-2019) promulgó en 2010 una ley para iniciar el proceso de estatización de las pensiones, aunque únicamente en 2025 se establecieron los estatutos.

Solo hasta el año pasado el sistema estatal de pensiones de Bolivia comenzó sus operaciones y pasó a administrar unos US$ 24.000 millones en ahorros de los bolivianos.

La ley establece que una Gestora Pública se encarga ahora de administrar los Fondos del Sistema Integral de Pensiones, desplazando a los actores privados, las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP).

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Actualmente, los bolivianos se jubilaban a los 58 años.

Con este panorama, Bolivia se encuentra en una disyuntiva: mientras más gente mayor de 65 años haya dentro del mercado laboral, menos chances habrá de fomentar la tasa de recambio en el sistema pensional, reflexionó Fortun.

Las nóminas laborales en LatAm se siguen envejeciendo

A pesar de la afluencia de trabajadores de la Generación Z, la directora de la división de Talent Solutions en ManpowerGroup, Adriana Garcés, explicó a Bloomberg Línea que las nóminas siguen envejeciendo en todo el mundo, al igual que en LatAm.

Explica que los países se enfrentan a una creciente escasez de talento a medida que se jubilan los empleados con más experiencia en el empleo formal.

“La reconversión de los empleados existentes y nuevos de diversos orígenes fomenta la continuidad de la mano de obra. Conservar el conocimiento institucional también ayuda a la gestión multigeneracional”, indicó.

En su opinión, estas son algunas de las formas en las que las organizaciones deben aprovechar las reservas de talento sin explotar:

Empleados veteranos: ofrecer horarios flexibles para retener y reincorporar a los trabajadores maduros.

Retornados/cambios de carrera: permitir la reconversión de la transición mediante programas rápidos de mejora de las cualificaciones.

Empleados con menos experiencia tradicional: considerar candidatos con alto potencial y habilidades blandas transferibles.

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