Lula usa campañas sociales para recuperar el apoyo del mundo evangélico en Brasil

Hace una década el voto evangélico rompió con el izquierdista Partido de los Trabajadores de Brasil, o PT, decepcionados por sus posiciones socialmente progresistas y escándalos de corrupción, que incluso llevaron a la cárcel a Lula

Pastors and their congregant sing and pray before Dias’ delegation arrives in Belford Roxo.  Photographer: Maria Magdalena Arrellaga/Bloomberg
Por Andrew Rosati
04 de junio, 2024 | 08:06 PM

Bloomberg — Un sofocante día de marzo, en un descuidado suburbio de Río de Janeiro, cientos de pastores cristianos y sus seguidores escuchaban atentamente la súplica del máximo responsable de política social de Brasil.

“Los necesitamos”, apelaba Wellington Dias, ministro de Desarrollo Social del presidente Luiz Inácio Lula da Silva.

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Dias les hablaba de una serie de iniciativas gubernamentales diseñadas para ayudar a los más necesitados, desde transferencias de efectivo a viviendas subvencionadas y medicamentos. Imploró a los líderes religiosos para que le ayuden a llegar a los potenciales beneficiarios de los programas, pero que no saben cómo inscribirse, o ni siquiera que existen.

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En el pasado, ayudas de este tipo han sido poderosas herramientas para ganar votos en Brasil, donde casi un tercio de la población vive con menos de US$7 al día. Sin embargo, un rápido cambio demográfico está reconfigurando la política del país. Dias también intentaba recuperar la confianza de los evangélicos, uno de los grupos de más rápida expansión de Brasil.

“Sé que donde no llega el Gobierno”, dijo Dias, “llegan las iglesias, los misioneros, los pastores y sus miembros”.

Hace una década el voto evangélico rompió con el izquierdista Partido de los Trabajadores de Brasil, o PT, decepcionados por sus posiciones socialmente progresistas y escándalos de corrupción —que incluso llevaron a la cárcel a Lula. En cambio, recibieron con brazos abiertos a Jair Bolsonaro, el líder de extrema derecha cuya feroz retórica contra el aborto, los derechos LGBTQ y el feminismo resonaba con sus creencias.

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El cambio fue decisivo en las elecciones de 2018. En esa oportunidad, Bolsonaro obtuvo 11 millones de votos más de los evangélicos que el candidato del Partido de los Trabajadores, Fernando Haddad, según DataFolha. Entre los católicos, ambos recibieron aproximadamente el mismo número de votos. En 2022, Lula se impuso por un estrecho margen a Bolsonaro para volver a la presidencia.

El cristianismo evangélico es la religión de más rápido crecimiento en América Latina y en Brasil sus seguidores se han convertido en una fuerza poderosa. Representan alrededor de un tercio de la población y ocupan el 40% de los escaños en la Cámara Baja. Decenas de miles de fieles salieron a las calles de Sao Paulo la semana pasada para la “Marcha por Jesús”, la mayor concentración evangélica anual de Brasil. El acto atrajo a líderes del Gobierno y de partidos de oposición. Académicos prevén que en Brasil, el mayor país católico del mundo, esa religión se convertirá en minoría en la próxima década.

Los evangélicos de Brasil son predominantemente pobres y no blancos, y normalmente no han recibido educación superior. Es el grupo al cual apuntan los programas sociales que Lula creó o amplió durante sus dos primeros mandatos y que tradicionalmente han constituido la base de su partido.

Evangelical pastors and community members arrive to an event bringing together evangelical leaders and government officials. Photographer: Maria Magdalena Arrellaga/Bloomberg

Al igual que sus homólogos en Estados Unidos, los cristianos evangélicos de América Latina se han unido en torno a cuestiones como las restricciones al aborto. En 2016, los cristianos conservadores en Colombia ayudaron a derrotar una propuesta inicial de paz con rebeldes de izquierda por el lenguaje de género, forzando cambios en el pacto final. En 2018, un cantante evangélico fue el segundo en la carrera presidencial de Costa Rica después de que la Corte Interamericana de Derechos Humanos dijera que la nación debería permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Ahora Lula, un católico más conocido por visitar las fábricas que las iglesias, está intentando un cambio político antes de las elecciones municipales de octubre que marcarán el tono de la carrera presidencial de Brasil en 2026.

Además de reclutar a líderes evangélicos para ayudar a combatir la pobreza, Lula ha respaldado la ampliación de las exenciones fiscales para lugares de culto. Y ha añadido un toque cristiano a la imagen de su Gobierno, lanzando la campaña “Fe en Brasil” para promocionar el historial económico de su Administración.

Aun así, le ha costado superar los avances de los conservadores, quienes se han aprovechado de las creencias religiosas y la inquietud cultural de los votantes.

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La “fusión del evangelicalismo con el populismo de derechas es lo que creo que ha hecho de esta una alianza tan complicada de revivir”, afirma Taylor Boas, politólogo de Boston University. “A la izquierda casi se la considera diabólica”.

Política polarizada

El Gobierno de Lula ha centrado sus esfuerzos en las pequeñas iglesias evangélicas y pentecostales en las afueras de las ciudades y en barrios marginales. Espera reclutar a representantes de las iglesias para que ayuden a inscribir a los necesitados en iniciativas como Bolsa Familia, que da dinero en efectivo a las familias de bajos ingresos que educan y vacunan a sus hijos. Las iglesias participantes pueden obtener financiación para proyectos como comedores sociales.

“Nuestro trabajo consiste en reunir al mayor número posible de personas”, declaró Dias en una entrevista. “Sacar a Brasil del mapa del hambre no es tarea fácil”.

Desde que el Gobierno comenzó a cortejar públicamente a los líderes religiosos a finales del año pasado, unas 500 personas han recibido formación para ayudar a la gente a navegar por el proceso de inscripción para la asistencia, según el Ministerio de Desarrollo Social. El Gobierno no ha revelado si se ha producido algún aumento en el número de inscripciones en los programas sociales.

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En el hiperpolarizado Brasil, el apoyo del PT a la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo y del aborto alienó a los conservadores. Las investigaciones por corrupción de hace una década, que llevaron a Lula a pasar más de un año en prisión, también alimentaron las acusaciones de que es moralmente corrupto, a pesar de que su condena fue anulada.

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La actitud es que “aunque el PT mejore mis condiciones de vida, si voto por ellos estaría cometiendo un pecado”, dijo Juliano Spyer, un antropólogo brasileño que pasó más de un año viviendo entre evangélicos en Bahía, un estado del noreste de Brasil.

La difusión de información falsa ha acrecentado la brecha entre el Gobierno de izquierda y los cristianos conservadores. Días antes de las elecciones de 2022, Lula publicó una carta abierta de cuatro páginas dirigida a la comunidad evangélica en la que manifestaba su oposición personal al aborto y disipaba los rumores de que planeaba cerrar iglesias. Previamente en la campaña, Lula había dicho que el aborto debería ser ampliamente accesible.

En el patio de una escuela del suburbio carioca de Belford Roxo, autobuses repletos de pastores y sus fieles se reunieron para escuchar a Dias presentar los planes del Gobierno. En medio del calor tropical, cantaron y rezaron antes de que llegara la delegación de Dias. Enoch Nazzari, un pastor de 52 años de una iglesia pentecostal en el estado de Minas Gerais, dijo que prefería a Bolsonaro, pero que había venido a escuchar a Dias como muestra de buena fe.

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“Vine para que el presidente vea que la comunidad evangélica no es su enemiga”, dijo Nazzari.

Los organizadores dicen que otros han sido menos acogedores. Issan Almada, de 34 años, pastor y funcionario municipal en Belford Roxo, dijo que las figuras de la iglesia que aceptaron ayudar a la Administración han sido rechazadas por otros evangélicos o criticadas en las redes sociales.

“Dicen que estamos haciendo el trabajo del diablo”, dijo.

Dios por encima de todos

Al prometer poner a “Dios por encima de todos”, Bolsonaro convirtió a los evangélicos en la base de su coalición conservadora. Bolsonaro, quien aún se identifica como católico, está casado con una evangélica y fue bautizado por un pastor en el río Jordán. En 2022, el apoyo evangélico estuvo a punto de ayudarle a ganar la reelección y permitió la victoria de docenas de gobernadores y legisladores afines.

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Desde entonces, Bolsonaro ha sido inhabilitado para ejercer cargos públicos por hacer afirmaciones falsas sobre las últimas elecciones. Aun así, los líderes de algunas de las mayores megaiglesias de Brasil siguen siendo leales y aparecen hombro con hombro con el expresidente en los mítines.

Al mismo tiempo, Lula ha chocado con legisladores conservadores. El Gobierno enfureció a la bancada evangélica cuando revocó un beneficio fiscal de la era Bolsonaro para los líderes religiosos. En respuesta, el Gobierno respaldó una enmienda constitucional que se está tramitando en el Congreso y que ampliaría las exenciones fiscales a los lugares de culto para cubrir su mantenimiento, así como los servicios caritativos y sociales que prestan.

Una encuesta de Quaest de mayo, mostró que la aprobación de Lula estaba en el 39% entre los evangélicos a pesar de que la economía de Brasil ha superado las expectativas y los indicadores de calidad de vida han mejorado. La popularidad del presidente está en el nivel más bajo de su mandato, una señal preocupante de cara a las elecciones de octubre.

Pastor Luciana Pereira  Photographer: Maria Magdalena Arrellaga/Bloomberg

Uno de los retos, según Luciana Pereira, pastora de 50 años en Belford Roxo, es que los evangélicos son bombardeados con desinformación en las redes sociales y en los grupos de chat que conectan a las congregaciones con sus iglesias.

“Creen más en lo que se dice del presidente que en lo que realmente él dice”, afirma.

Sin embargo, algunos líderes evangélicos afirman que las necesidades de sus comunidades pueden obligarles a volver a comprometerse. Romildo Dutra, pastor de 59 años en una barriada controlada por bandas en Belford Roxo, dijo que la iniciativa del Gobierno era un medio para ampliar su propio alcance. Las drogas se venden abiertamente en la base de la colina que sube a la iglesia de Dutra, y los ocupantes ilegales habitan un edificio abandonado, donde él intenta ayudar a los adictos a liberarse de las garras del crack.

“Para llevar a cabo todo lo que hay que hacer necesitaría multiplicarme por 30″, afirma. “El Estado nunca antes nos había tendido la mano”.

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