Bloomberg Línea — La inflación es un factor clave para la estabilidad económica y el bienestar de los hogares. Según el Banco de la República, la inflación corresponde al “aumento generalizado y sostenido de los precios de los bienes y servicios”.
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Cuando este fenómeno se acelera, afecta directamente a los hogares, pues “su poder adquisitivo disminuye” y con la misma cantidad de dinero pueden comprar menos bienes básicos y acceder a menos servicios esenciales.
El banco central colombiano explica que una inflación alta y variable también complica el financiamiento de proyectos de largo plazo, como la educación, los emprendimientos o la compra de vivienda, porque “dificulta el financiamiento de proyectos de largo plazo que requieren una inversión significativa de recursos”.
En los últimos años la discusión en torno a la inflación ha encendido el debate y ha deteriorado la relación entre el Gobierno de Gustavo Petro y el Banco de la República.
La inflación que al inicio del mandato presidencial de Petro superaba el 10% ha desacelerado a niveles alrededor del 5,5%, lo cual el primer mandatario ha mostrado como un logro de su administración.
Sin embargo, la inflación durante el Gobierno de Petro nunca ha estado dentro del rango de tolerancia y, mucho menos, cerca de la meta que tiene fijada la entidad hace casi dos décadas.
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Cómo se toman las decisiones de tasa de interés
Las decisiones sobre la tasa de intervención se basan en el análisis del estado actual de la economía y en la comparación entre la meta de inflación y el comportamiento observado y esperado de los precios.
El banco central explica que, si la inflación y sus expectativas están por encima del 3% porque la demanda supera la capacidad productiva, “la tasa de interés de intervención del banco se incrementa”.
En contraste, cuando los aumentos de precios se deben a fenómenos transitorios, como una sequía, la tasa puede mantenerse estable. Sin embargo, si estos factores elevan de forma persistente las expectativas, “el Banco de la República debe incrementar la tasa de interés de intervención” para facilitar el retorno de la inflación al 3%.
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La institución concluye que “la meta de inflación es, entonces, el punto de referencia de los análisis y de las decisiones de política” y que su coherencia es esencial para cumplir su misión constitucional.
Para qué tener una meta
De acuerdo con el Banco de la República, la meta de inflación cumple varios propósitos fundamentales. En primer lugar, permite determinar la dirección de las decisiones de política monetaria, ya que “la comparación de la inflación con la meta permite a la Junta Directiva determinar en qué dirección deben encaminarse sus decisiones sobre la tasa de interés”.
Además, su conocimiento por parte de la sociedad facilita que los agentes económicos anticipen las acciones del banco y tomen decisiones informadas sobre consumo, inversión, precios y salarios. La entidad añade que, cuando la meta es creíble, “es más fácil para la entidad lograr el objetivo y para la sociedad obtener los beneficios de una inflación baja y estable”.
Finalmente, la meta de inflación funciona como un punto de referencia para la rendición de cuentas: la inflación observada cada mes “pueda compararse con la meta del 3 %”, lo que mejora la comunicación del banco.
El mandato constitucional
Desde la Constitución de 1991, al Banco de la República se le asignó la responsabilidad de “velar por mantener el poder adquisitivo del peso, en coordinación con la política económica general”.
Para cumplir este mandato, la Junta Directiva adoptó hace más de dos décadas un esquema de inflación objetivo que orienta las decisiones sobre la tasa de interés de intervención.
Bajo este esquema, el banco busca que “la inflación se acerque a una meta preestablecida positiva pero baja” y que, al mismo tiempo, la economía opere a un ritmo sostenible.
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Desde finales de 2009, la meta de inflación anual es del 3 %, un nivel que, según la entidad, “es similar a la meta de inflación de otros bancos centrales”.
Esta meta también ayuda a evitar escenarios de inflación negativa. El Emisor advierte que “no es deseable que la inflación sea negativa, porque cuando esto pasa, los precios caen” y tanto hogares como empresas pueden aplazar sus decisiones de consumo e inversión, afectando el crecimiento económico y el empleo.









