Pobreza en Perú: “Los bonos económicos llegaron tarde y fueron mal distribuidos”

Javier Herrera, representante en Perú del Instituto de Investigación para el Desarrollo de Francia, adverte que el país andino debe redefinir sus políticas sociales y alerta sobre un aumento de la desigualdad en el país

De acuerdo al INEI la pobreza urbana en Perú presenta un incremento de 7,7 puntos porcentuales desde el 2019 al 2021.
18 de mayo, 2023 | 01:05 PM

Lima — La pobreza monetaria en Perú aumentó en el 2022 y llegó a afectar a más de nueve millones de personas en el país, tras un impacto de la inflación y un nivel de crecimiento que no pudo impulsar una reducción de dicho indicador. Con un nivel de pobreza de 27,5%, el país andino sigue sufriendo el impacto que dejó la pandemia del Covid-19 sumando a 2,7 millones más personas en comparación al índice de pobreza monetaria del 2019.

Javier Herrera, director de investigación y representante en Perú del Instituto de Investigación para el Desarrollo de Francia (IRD por sus siglas en francés), fue uno de los investigadores encargados de explicar el aumento de la pobreza en el país y el impacto de los indicadores económicos en la reciente presentación de estos resultados. Bloomberg Línea conversó con el investigador sobre los hallazgos y el preocupante aumento de las brechas de desigualdad a nivel nacional.

Son varios los organismos y entidades que han alertado sobre las bajas perspectivas para el crecimiento peruano. ¿Cómo vio que esto influyó en el 2022 para el resultado de pobreza?

Con ese crecimiento tan débil que se espera para este año no vamos a tener una reducción tan importante de la pobreza. Si vemos las cifras del 2022, es importante el punto que distingue a ese año frente a años anteriores: cuando uno hace la descomposición de la variación de la pobreza entre crecimiento y redistribución, vemos que en el incremento de la pobreza la mayor parte se debe al crecimiento regresivo para los hogares más pobres. Frente a una variación casi nula del gasto, lo que ha ocurrido es una deformación de la distribución en desfavor de los pobres. Si uno mira la evolución por deciles es muy sintomático que los cinco deciles más pobres tengan una reducción de gasto mientras que los cinco deciles más ricos crecen moderadamente, pero crecen.

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Ahí se ven las brechas.

Claro. El gasto promedio se estanca y apenas crece 0,6% en el 2022 pero la mitad de los hogares con menores gastos registró pérdidas en su gasto el año pasado, mientras que la otra mitad incrementó sus gastos. Sobre el crecimiento económico y su impacto podemos resaltar que entre 2004 a 2009 la pobreza cayó en 25,2 puntos, y el efecto del fuerte crecimiento jugó a favor de esta caída contribuyendo con 23,9 puntos. Un 95% de la reducción de la pobreza en ese periodo inicial fue efecto puro prácticamente del crecimiento.

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Usted comentaba que la inflación actúa como un impuesto en contra de los pobres. ¿Cómo se ha visto esta dinámica en las últimas cifras de pobreza en Perú?

Lo que he calculado es una simulación de cuál habría sido la incidencia de pobreza sin variación de precios entre 2021 y 2022. Uno tiene que sin la inflación del 2022, en lugar de una pobreza de 27,5% esta ascendería a 22,3%. Como hemos observado, sin inflación la pobreza sería menor en 3,6 puntos porcentuales.

La inflación ha sido un problema global. Ha afectado a Perú pero con más fuerza a otros países de la región. ¿Usted considera que se pudo hacer más para combatir su impacto?

Perú está relativamente controlado respecto a su inflación. Un punto a analizar es que la inflación de Perú es muy particular. La proporción de gasto en alimentos de los hogares más pobres es más elevada y afronta la misma variación de precios. Los pobres están penalizados porque gastan más en lo que sube más de precio. Tienen mayor proporción de gasto en alimentos y justamente los precios de los alimentos subieron más. Además de eso, hay una dinámica regional diferenciada. Cuando uno calcula los índices de precios específicos a cada quintil de distribución del gasto, en cada uno de los grandes dominios geográficos, lo que uno ve es que la inflación que enfrentan los hogares del quintil más pobre fue una inflación más elevada que la del quintil más rico. De por sí la inflación, aunque moderada, ha tenido efectos redistributivos que ha penalizado a los hogares más pobres.

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Lo que vemos por primera vez es un desfase en los ritmos regionales del comportamiento de las variables económicas; en particular de la pobreza y el déficit calórico. Cuando uno mira lo que ha pasado con la pobreza monetaria, se percibe que hemos tenido un incremento fuerte en la pobreza de Lima que nos regresa a niveles de pobreza en la capital que no veíamos desde el 2005 o 2006.

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Y ahí es donde resalta el fuerte impacto de la pobreza en las zonas urbanas.

Exactamente, y no hay ninguna política adecuada para revertirlo. El gobierno está reaccionando con viejos reflejos y políticas que solo están focalizadas al mundo rural, y no tienen los instrumentos para redirigirlas al área urbana. Simplemente no son políticas adecuadas al tipo de pobreza que uno encuentra en las ciudades grandes. Se necesitan otro tipo de instrumentos, otras estrategias de lucha contra la pobreza urbana, y eso todavía no se tiene. Sabemos que 70% de los pobres residen en áreas urbanas, pero cuando uno revisa a dónde se dirigen o dirigieron las transferencias de Juntos, Pensión 65, entre otros programas sociales, todas se definieron para dirigirse a los distritos y hogares con incidencia más elevada de pobreza, lo que no significa mayor número de pobres. Hay un cambio demográfico importante donde la población vive mayoritariamente en áreas urbanas, y viendo los números absolutos uno nota que 7 de cada 10 personas pobres reside en áreas urbanas. En este último periodo de crecimiento de la pobreza, nueve de cada 10 nuevos pobres están en las áreas urbanas.

Hablando de este 2023 y considerando que el primer trimestre se ha caracterizado por una economía muy afectada por distintos embates, donde prácticamente no se han implementado programas focalizados de ayuda, con una inflación que recién dejó el techo de 8% en abril en Lima... con todo eso, ¿podríamos ver un resultado similar de la pobreza este año? ¿O es posible revertirlo?

Estamos en una situación complicada. Las perspectivas de crecimiento fueron recortadas y han sido revisadas a la baja. Vamos a tener un crecimiento menor aún que en el 2022 y además de esto puede haber un crecimiento regresivo similar al año anterior: que los cinco deciles más pobres tengan una caída del gasto mientras que los cinco deciles más ricos muestren un ligero crecimiento. Al compensarse ambos grupos, se ve el estancamiento del gasto. Si este año tenemos otro estancamiento del gasto, es muy probable también que podamos seguir teniendo este efecto más negativo para los hogares más pobres. Hemos visto justamente que la paralización de las actividades económicas se dieron sobre todo en la parte del interior del país, el cierre del turismo, bloqueos de carreteras que impidieron la circulación de carreteras, y eso afectó bastante a los hogares más pobres. Con todo eso, es muy probable -aunque no lo podemos decir por ahora- ver un resultado similar a la pobreza este 2023. Y aunque la inflación disminuye ligeramente, sabemos que está actuando en el sentido de incrementar las tasas de pobreza. Los precios de los alimentos son los que más aumentan. Cuando uno calcula incluso las ponderaciones y las estructuras de consumo de cada uno de los quintiles, viendo el índice de precios específicos a cada quintil, constatamos que la inflación fue mayor para los quintiles más pobres y los afectó más. Esto va a seguir penalizando a los hogares.

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No se ven perspectivas positivas en el corto plazo.

No hay espacio para mucho optimismo a menos que la política social se redefina. No se puede continuar simplemente pensando que hay que aumentar bonos, ampliar usuarios del programa Juntos en el área rural... Hay que seguir atendiendo a esa población, pero eso no debe significar que se siga sin una estrategia específica de lucha contra la pobreza urbana. Es difícil reducir la pobreza si se tiene no solo poco crecimiento, sino también un crecimiento con mala calidad del empleo y mucha informalidad. Eso significa que vamos a tener otros problemas a futuro, como la baja cobertura en pensiones de jubilación para los mayores de 65 años que ya se ven afectadas porque los que cotizan -en su mayoría- retiraron sus ahorros de pensión.

¿Se puede hacer algo en este momento o a corto plazo para atacar la pobreza urbana, dada la falta de políticas existentes en este ámbito?

Hay que distinguir el muy corto plazo del mediano y largo plazo. No habría que segmentar de manera muy compartimentalizada esos distintos horizontes de tiempo, pero creo que el ataque contra la pobreza a través de programas de empleo temporal es algo que ha sido probado en otros países; existen otras experiencias que han dado resultados positivos. Más aún, el caso de Perú es uno con muchos proyectos de inversión pública trabados en donde se puede tener un impulso para crear empleos. La creación de empleos tiene un impacto más duradero y sostenible en las salidas de la pobreza. Veo en el ámbito urbano a muy corto plazo los proyectos de infraestructura urbana y otros ligados esencialmente a la constricción y conectividad de los hogares. Hay políticas de relance de inversión pública en el ámbito urbano. En el largo plazo es necesario pensar en políticas de inserción de las mujeres en el mercado laboral. Las mujeres en Perú siguen teniendo una doble jornada de trabajo que les impide participar más activamente en el mercado laboral y en Perú no hay aún programas masivos de guarderías. No tenemos un sistema de guarderías infantiles que permita a las mujeres participar más activamente.

¿La estrategia con los bonos económicos hacia la población falló?

Fue poco, llegaron tarde y fueron mal distribuidos. En las simulaciones que realizamos con y sin bonos de Covid-19, de cuánto habrá crecido más la pobreza si el gobierno se abstiene totalmente de dar los bonos, la pobreza habría incrementado de uno a 1,3 puntos porcentuales. Esa es la contribución total de todos los bonos que se dieron. Los bonos no tuvieron alcance muy grande y, peor aún, estuvieron dirigidos sobre todo al ámbito rural porque ahí era más fácil entregarlos. Tuvieron que construir a la carrera los padrones urbanos y el impacto urbano de los bonos Covid fue de apenas un punto porcentual. Fue poco y tarde. No tuvieron impacto significativo.

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¿Qué debería priorizar este gobierno para que la situación cambie?

Estamos hablando no solo de pobreza monetaria sino también de déficit calórico y de un caso muy preocupante en la capital, que tiene mucho que ver con la inflación. El déficit calórico en Lima en este momento es mayor que en el área rural. Eso es algo realmente impactante. Donde hay hambre es sobre todo en Lima. Este es un tema de agenda importante que tiene que ver con la salud de la población: Si está mal alimentada es más propensa a sufrir enfermedades de diversos tipos. Otra preocupación es la remediación de los efectos de la pandemia. Se tomaron medidas muy estrictas de confinamiento y esp ha dejado huella muy fuerte ampliando las brechas de desigualdad en términos de escolaridad. Se ha incrementado el retraso e inasistencia escolar. Se desplomó la cobertura de vacunas en niños. Ahí hay aspectos de salud pública que demuestran que no hemos aprendido las lecciones que dejó la pandemia. No se está reorientando la lucha contra la pobreza hacia el ámbito urbano.

Si comparamos con la región, ¿en qué escenario está Perú frente a las cifras de pobreza?

Perú mantiene sus fundamentales macroeconómicos, está mucho mejor que países como Argentina, Bolivia... Tenemos reservas internacionales a un muy gran nivel, estabilidad del tipo de cambio, inflación relativamente moderada respecto a otros países, pero que impacta sobre la redistribución del ingreso, y un déficit fiscal que es bajo. El fondo de contingencia ya se restableció y hay perspectivas para el aumento de precio de los metales. Hay condiciones macroeconómicas para tener políticas osadas, porque no estamos en un problema de exceso de demanda. Los gastos están estancados. No debemos poner políticas que frenen el crecimiento. Las políticas de alza de tasas de interés van a frenar la inversión y encarecer el crédito, y es lo contrario lo que tenemos que hacer. No hay que contener la demanda, hay que reactivar la economía y el país tiene las reservas necesarias, pero hay que hacerlo de manera inteligente.

En resumen, Perú tiene el espacio para tomar medidas que contrarresten esta situación.

No estamos en una situación en la que hay que tomar préstamos internacionales carísimos, con una situación de déficit público inmanejable o sin reservas internacionales que es el caso de varios países vecinos. Estamos mucho mejor. No se están tomando las medidas que corresponden en esta situación, que se están agravando desde el punto de vista de las condiciones de vida de los hogares. Eso va a generar también problemas de estabilidad política: en una situación en la que los hogares se empobrecen y la macroeconomía se porta bien, se generan expectativas redistributivas que finalmente si no son atendidas terminan en situaciones de conflictos sociales que dañan al conjunto de todo el país.

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