Del estadio al mercado: el deporte ya es un activo de US$2,5 billones, aún subfinanciado

El deporte se consolida como un ecosistema económico con flujos de ingresos cada vez más previsibles y contratos de largo plazo. Un informe de Apollo sostiene que, pese a ese tamaño, el sector sigue subfinanciado.

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Bloomberg Línea — Un informe de Apollo Sports Capital plantea que el negocio del deporte se convirtió en un ecosistema de más de US$2,5 billones, con fuentes de ingresos que van desde medios y mercadería hasta bienestar y entretenimiento en vivo. Sin embargo, el reporte sostiene que, pese a ese tamaño, el sector sigue subfinanciado y con bajo uso de deuda frente a la estabilidad de sus flujos.

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La tesis central es que existe una brecha entre el valor de los activos deportivos y la forma como se financian. Esa brecha abre espacio para crédito privado, estructuras híbridas y capital institucional. El deporte, según el informe, combina escasez de activos, contratos indexados a inflación y una base de demanda que no depende de ciclos tecnológicos.

El punto de partida es histórico. Durante gran parte del siglo XX, el valor de un club dependía del estadio y de la asistencia. La televisión cambió ese esquema. La globalización lo amplió. Hoy los equipos funcionan como plataformas de contenido con ingresos recurrentes. Apollo señala que los derechos de transmisión superaron los US$60.000 millones anuales.

“Los deportes trascienden culturas y tiempo y pese a su historia, alcance global y crecimiento récord, la industria deportiva sigue subfinanciada, con bajo apalancamiento y subcapitalizada”, señala el informe. “Los prestamistas tradicionales y los inversionistas en capital han tratado durante mucho tiempo al sector como un nicho, lo que ha llevado a una estructura de mercado ineficiente y a brechas relevantes de financiamiento en el tramo medio de la estructura de capital”.

Capital institucional y una brecha de financiamiento

Ese diagnóstico se refuerza con datos. Apollo estima que las franquicias deportivas operan con un nivel de deuda cercano al 10% del valor, frente a rangos de 40% a 70% en sectores como infraestructura o bienes raíces. El contraste es mayor si se consideran contratos de medios de largo plazo, como los de la NFL, que aseguran más de US$110.000 millones hasta 2033.

El informe sostiene que los ingresos deportivos muestran rasgos de previsibilidad. “Estos contratos de largo plazo, vinculados a inflación, entregan una visibilidad y una durabilidad de ingresos que se asemejan de forma estructural a activos de infraestructura o servicios públicos”, según los analistas de Apollo.

Además, la pandemia aceleró un proceso que ya estaba en marcha. La caída de ingresos obligó a ligas y clubes a revisar reglas de propiedad. En Estados Unidos, la MLB, NBA, NHL y más tarde la NFL permitieron la entrada de fondos privados como accionistas pasivos. En Europa, el capital institucional se expandió en clubes de las principales ligas.

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Apollo interpreta este giro como una normalización que abre espacio a nuevas formas de financiación. Las valuaciones crecieron más rápido que la capacidad de los dueños tradicionales. El resultado fue la apertura a inversionistas con escala y estructura. “A medida que el mercado madura, las estructuras de capital se normalizarán y los inversionistas con flexibilidad para operar entre deuda y capital estarán mejor posicionados para capturar el valor del crecimiento”, indica el informe.

Darreen Reed, socio de Prime Financial, resume esa brecha con una comparación directa. “Un proyecto inmobiliario comercial genérico suele financiarse con un 65% de ratio préstamo a valor. Los Dallas Cowboys se sitúan en aproximadamente el 10%”, afirma Reed. “Uno es una mercancía con riesgo de inquilinos. El otro es un monopolio global con flujos de caja protegidos contra la inflación”, añade.

La analogía apunta a la escasez. “La NFL tiene 32 franquicias. No se puede construir un competidor”, señala Reed. “La liga aseguró más de US$110.000 millones en contratos de medios hasta 2033”, agrega. “Green Bay Packers tiene una lista de espera de 140.000 personas para boletos de temporada. Eso funciona como un bono perpetuo”, concluye.

Desde su perspectiva, el cambio no requiere vender control. “Si apalancas una franquicia de US$5.000 millones del 10% a solo el 35% de relación préstamo-valor, todavía la mitad del riesgo de la mayoría de los bienes raíces, desbloqueas más de US$1.000 millones en liquidez garantizada senior sin vender ningún capital”, afirma Reed. “Comprar el equipo solía ser la única jugada. Pero para el próximo ciclo, el alfa real parece estar en la financiación”, agrega.

El informe de Apollo coincide en el enfoque. Propone crédito senior, financiamiento de estadios y estructuras híbridas que combinan cupón con participación en valor. La tesis es que el sector permite retornos con perfil de crédito y exposición al crecimiento de largo plazo.

Riesgos, gobernanza y límites del modelo

El ingreso de fondos no está exento de tensiones. Ali Jouay, analista de Cash on the Pitch, plantea un balance entre oportunidades y riesgos. “Los fondos privados pueden ayudar a que clubes históricos se modernicen y sobrevivan en un mercado que se volvió brutalmente competitivo”, señala Jouay. “Muchos propietarios tradicionales carecen del capital o del conocimiento empresarial para enfrentar el aumento de salarios, los costos de infraestructura y las restricciones de fair play financiero”.

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Desde ese ángulo, el capital institucional aporta disciplina y estructura. “Pueden convertir un club gestionado como empresa familiar en un negocio profesional que sabe cómo aprovechar derechos de medios, patrocinios y bases de fanáticos globales”, afirma Jouay. También destaca que el respaldo financiero puede traducirse en plantillas, instalaciones y sistemas de análisis con impacto deportivo.

El límite aparece en el horizonte temporal. “El fútbol no sigue una lógica de retornos trimestrales”, advierte Jouay. “Cuando un fondo prioriza la rentabilidad de corto plazo, puede socavar la estabilidad deportiva, vender jugadores clave o reducir presupuestos de formación”, dice el analista. “Para muchos aficionados, un club es una institución cultural, no solo un activo comercial”.

El riesgo financiero también está presente. “Los clubes suelen tener ingresos volátiles, costos fijos elevados y control limitado sobre muchos determinantes de gasto”, explica Jouay. “Los fondos pueden sobreapalancar a un club o tratarlo como un activo de compra y venta (...) Si la estrategia de salida falla, el club puede quedar expuesto o insolvente”, concluye.

El informe de Apollo reconoce estas restricciones y subraya la importancia de estructuras con covenants y límites de endeudamiento. La tesis no propone un modelo uniforme, sino soluciones a medida que respeten reglas de liga y flujos contractuales.

Apollo concluye que el proceso recién comienza. “Creemos que el mercado de financiamiento deportivo sigue en una etapa temprana de desarrollo institucional y está mal valorado frente a la trayectoria de crecimiento de la industria”, señala el informe. “A medida que las estructuras se profundicen, los retornos se concentrarán en inversionistas capaces de operar a lo largo de toda la estructura de capital”, agrega.

En ese marco, para Apollo, el deporte se consolida como un activo con rasgos propios. No depende de disrupción tecnológica ni de modas de consumo. La audiencia se mantiene, la demanda por contenido en vivo persiste, los contratos aseguran ingresos, pero la brecha está en el financiamiento.

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El paso del estadio al mercado ya ocurrió. La discusión ahora se centra en cómo financiar un negocio que combina escala global, contratos de largo plazo y activos escasos. Apollo cree que, para el capital, la oportunidad no está solo en la propiedad, sino en la arquitectura financiera que sostendrá la siguiente etapa del deporte como industria.